áádrHace exactamente 20 años, Adam Lanza, de 20 años, luego de matar a su madre en su casa, asesinó a 26 personas más en la escuela Sandy Hook de Newtown, Connecticut. Entre ellas, 20 niños de 6 y 7 años.
Las cuatro armas y los 10 cargadores de 30 rondas que usó habían sido adquiridos legalmente por la madre.
Todo sucedió en menos de 10 minutos.
El asesinato desató una ola de protestas e intentos de legislación que prevengan su repetición pero también de reafirmación e insistencia en el derecho a armarse. Las ventas de armas de fuego se catapultaron.
Desde entonces, desgracias similares lamentablemente se han repetido.
La epidemia de armas de fuego en manos del público y los asesinatos en masa constituyen uno de los problemas más graves y urgentes en nuestra sociedad.
Cada año, alrededor de 50,000 personas mueren en Estados Unidos por heridas causadas por armas de fuego, una cifra que más corresponde a un país en guerra que al nuestro.
Quienes se niegan a cualquier mejora son identificados con la extrema derecha y en última instancia con los rebeldes que causaron la Guerra Civil en 1860.
En 2008, la Corte Suprema decidió que la Segunda Enmienda a la Constitución afirma el derecho individual a tener armas de fuego para la autodefensa. Legislaturas estatales expandieron ese derecho. Los fabricantes a través de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), establecieron un lobby que parecía invencible.
Más de 400 millones de armas están en manos del 32% de los estadounidenses. Somos el país con el mayor número de armas per cápita del mundo.
La realidad es que el objetivo de retirar las armas del dominio público es imposible y es hora de que quienes aún abrigan la esperanza de lograrlo despierten a la cruda realidad.
Pero como demuestran sondeos, elecciones y el cambio de opiniones por parte de legisladores estatales y federales, algún progreso es posible.
La NRA parece estar en crisis. Pierde dinero y apoyo. En cambio, las organizaciones que luchan por cambios de sentido común están haciendo avances a nivel nacional.
Para ello, han empezado por cambiar su objetivo, que era “control de armas” (gun control) a “seguridad de armas” (gun safety), lo que implica que circunscriben su actividad a la limitación de las más perniciosas consecuencias de la tenencia de armas y no a la tenencia misma.
En estos momentos, en todo el país avanzan propuestas de ley enfocadas en los aspectos parciales que en conjunto, si se aprueban, aliviarían el problema.
Son, entre otros, la verificación de antecedentes; la prohibición de tenencia de armas para enfermos mentales y abusadores domésticos; el castigo a quien no mantenga armas de fuego fuera del alcance de niños; la necesidad de permisos especiales para quienes porten armas ocultas y un énfasis en desescalar situaciones de violencia.
Un aspecto más que está en la mira de los activistas es la eliminación de las leyes llamadas “Stand your ground” o “defiende tu posición” que reemplazan la obligación de retirarse ante la amenaza de armas por el permiso de usar fuerza letal en defensa propia a todo aquel que crea que su vida corre peligro. Estas leyes han causado múltiples muertes a manos de civiles, repetidamente contra inocentes pero también contra intrusos, sin que tengan que rendir cuentas.
En junio el Congreso aprobó y el presidente Biden firmó la ley Safer Community Act que logra varios de estos objetivos aunque llevará años en implementarse plenamente.
Por primera vez en años, la ley pasó gracias al apoyo de 15 republicanos en el Senado.
Esta legislación establece también premisas de financiamiento para la seguridad en las escuelas, y limita el tráfico interestatal de armas.
Apoyamos cualquier avance tanto en el ámbito estatal como nacional que disminuya los peligros de la tenencia de armas, haga responsable a quienes usen su derecho para limitar el del prójimo, las mantenga fuera del alcance de niños, enfermos mentales y criminales.
Pero lo más importante en este cambio es lograr disipar el enojo y fanatismo.
Con el advenimiento de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes el 3 de enero probablemente se detendrá el avance legislativo nacional. Pero el cambio de opiniones es palpable, las opiniones extremistas ya no prevalecen y la esperanza prevalece de que en un futuro no tan lejano baje la fiebre armamentista y la razón vuelva a imperar, para salvar las vidas de miles de inocentes.