Ahí, un poema de Elsa Frausto
Me gusta cómo el párpado izquierdo
se desliza ligeramente sobre el ojo
y ahí se queda como esperando.
La conocía cuando era joven.
Ya tenía algo de eso.
La manera en que el cuerpo le decía-
así te van a entrar los años.
No importa cuántas cirugías te hagas.
Mi otro apellido es la terquedad.
Cuerpo, cuerpo…
No conoces toda la historia.
Así es cómo el ojo se invierte.
Empieza a ver lo que estaba ahí
desde siempre. Se guiña.