Una vez más el régimen cubano juega la carta del desprestigio. Ahora acusan al disidente Zapata de delincuente común. Los nazis, maestros de la mentira, desarrollaron la propaganda moderna que tan bien se practicaba en los medios de la Internacional Comunista como réplica de una práctica quemucho antes la Inquisición había instaurado, al calificar de criminales y diabólicos a aquellos que se oponían al poder de la Iglesia.
Esa práctica de repetir mentiras para hacer creer a las masas y a la opinión pública que algo falso puede ser asimilado como verdad ha sido bien aprendida y ejercitada por el gobierno de La Habana.
Hace más de dos décadas, Armando Valladares, un poeta sentenciado a una interminable condena fue ridiculizado en la prensa oficial que inventó una historia de falsedades. Por primera vez desde los tiempos de los fusilamientos ocurridos en la época de mi niñez, observé cómo el gobierno se ensañaba con un oponente que se había ganado el respeto de la Francia socialista de Francois Miterrand y quien fue luego nombrado como embajador estadounidense en la Comisión de Derechos Humanos.
La primera vez que conocí de un activista del Comité Cubano de Derechos Humanos, la televisión cubana totalmente controlada por el estado presentó al antiguo profesor de filosofía de la Universidad de La Habana Ricardo Boffil como un simple oportunista y violador de la ley. ¿Qué casualidad más cruel? Todos los que se oponían al régimen terminan siendo acusados de crímenes comunes.
En época cercana al encarcelamiento de 75 opositores en la primavera de 2003, otro famoso dirigente opositor fue acusado de colaborar con el régimen en un acto público de desprestigio. Los hombres que yacen en las cárceles por los crímenes de conciencia son acusados de traidores, agentes del extranjero y otros delitos.
Personalmente, fui a prisión y los actos de repudio contra mí incluyeron mis supuestas intenciones de envenenar las aguas del pueblo. Terminé siendo juzgado por Asociación, Reunión y Manifestación Ilícita. Menos de un año. ¿Cuál fue el objetivo de esos ataques públicos? Sembrar la duda acerca de la verdadera actividad de los opositores al descalificarnos como simples criminales.
Ahora el régimen cubano lamenta la muerte de Zapata. Luego la arremete contra su memoria calificándolo de vulgar delincuente para así disminuir su figura y colocar a los detractores del sistema como una banda de injuriosos. Lágrimas de cocodrilo son las declaraciones del dictador Raúl Castro. Pero aún más denigrante es la ofensa inmerecida.
Recuerdo a Martí cuando dijo que honrar honra. Por eso pienso que debemos estar alertas porque deshonrar con mentiras deshonra a estos miserables discípulos de la maquinaria nazi. Evitemos que la insidia prevalezca. No olvidemos nuestros mártires por la libertad y la democracia. Los únicos delincuentes comunes son la caterva de represores que desgobierna a Cuba.