El lunes 26 de febrero de 2001, en la noche, y a los 94 años de edad, falleció en Caracas el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri (nacido en 1906), ganador del Premio Príncipe de Asturias y de numerosas distinciones nacionales e internacionales y uno de los intelectuales más importantes de su país en el siglo XX.
Arturo Uslar Pietri fue, sin duda, un renovador de la narrativa venezolana contemporánea. En realidad, su figura se sitúa entre los escritores relevantes que abogaban por una visión más universal e irreverente, en oposición a la línea intelectual conservadora de la primera mitad del siglo pasado en Venezuela.
De gran significación fue el papel que desempeñó como fundador de Válvula, revista vanguardista de la cual tan sólo se pudo imprimir un número, y cuyo manifiesto editorial, redactado por él, constituyó una trascendente declaración de iconoclastia ante los obsoletos cánones del modernismo y el criollismo.
Con la publicación de su primer libro, Barrabás y otros relatos (1928), expresó las tendencias estéticas de vanguardia que se movían entre los escritores y artistas jóvenes de ese momento. Tres años más tarde, su novela Las lanzas coloradas confirmó la validez renovadora que había proyectado el autor de Barrabás… y lo convirtió, de hecho, en uno de los narradores más destacados de su país y de América Latina.
Junto a esta importante posición dentro de la historiografía literaria de la narrativa de su país es imprescindible reconocerlo asimismo como un humanista que, con una obra amplia y una actividad pública muy destacada, rebasó la frontera de lo nacional; un pensador que fue al conocimiento de la diversidad en la búsqueda de una mejor interpretación del hombre latinoamericano en medio de sus conflictos existenciales. Este escritor se sintió sumido así en un mundo tan nuevo como viejo; un mundo noble, violento y mítico, protagonizado por seres humanos tan mestizos como él.
Una vasta formación intelectual le permitó abordar diferentes géneros literarios, y especialidades tales como la historia, la economía y el periodismo, además de su labor en el campo de la televisión como una de las voces más constantes y profundas del quehacer cultural. Hay un universo de temas con que el ojo de este pensador fundió en su espíritu la realidad de la América Latina. Todo estudiante, investigador, profesor, crítico o, simplemente, lector ávido de conocimientos que incursione en su ingente producción quedará satisfecho —si no sorprendido— del rigor e interés polémico que despierta el mundo subjetivo de este creador venezolano.
Arturo Uslar Pietri resaltó, igualmente, como profesor y hombre público que ocupó cargos y cátedras en distintas universidades e instituciones de su país y del extranjero. Fue director del diario El Nacional, de Caracas, profesor de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y embajador de Venezuela en la UNESCO. En dos ocasiones (1954 y 1982) obtuvo el Premio Nacional de Literatura y en 1980 se le otorgó la Gran Cruz de Alfonso X, “El Sabio”. En 1990 su novela La visita en el tiempo, que trata sobre la figura de don Juan de Austria, recibió el Premio Príncipe de Asturias. Este premio se le concedió también por la valiosa contribución de toda su obra al enriquecimiento del idioma común de nuestros pueblos hispanos y asimismo por su condición de creador de la novela histórica moderna en Hispanoamérica. Al año siguiente la misma novela fue galardonada con el Premio Rómulo Gallegos, de Caracas.
Numerosos libros suyos se han traducido a varios idiomas, y ponen de relieve el hecho de que fue un respetable polígrafo que hizo patente su constante pasión por Venezuela y el ser americano. Con razón se ha expresado que Arturo Uslar Pietri no ha sido sólo “uno de los escritores más lúcidos y alertas, de mayores recursos conceptuales y expresivos” de la literatura venezolana, sino también “el de mayor audiencia continental”.
Finalmente, significamos que el consenso siempre ha sido el de ver a Uslar Pietri como un elemento actuante de la conciencia nacional venezolana, a quien ha habido (y hay aún) necesidad de escuchar y consultar. La mayor parte de los críticos reconoce el significado que sus libros han tenido para la literatura latinoamericana, sobre todo para la narrativa de su país, y reconoce además el convencimiento que profesó el humanista en lo que atañe a la urgencia de encontrar nuevos caminos y su voluntad de diálogo permanente entre nuestros pueblos.