El mundo árabe está en plena ebullición, los reyes, presidentes, lideres, o como quieran llamarse están cayendo al abismo empujados por un pueblo cansado y hambriento. En Túnez y en Egipto están hablando de separar la religión de la política, de formar partidos políticos laicos, de democratizar el gobierno, ¿Ocurrirá lo mismo en Libia, Yemen, Irán o Arabia Saudita?
Los musulmanes moderados se cansaron de seguir hundidos en su tragedia, nadie les prestaba atención, ni siquiera los millones que en el mundo se manifiestan a favor de los musulmanes, es tan grande la confusión y han calado tan hondo las mentiras, que gente de buena conciencia no advierte que apoyan a los sectores violentos que sólo quieren barrer al mundo occidental del mapa, no a los que de veras desean vivir en paz, en estados prósperos y pacíficos.
Hasta ahora la prensa internacional jamás tuvo en cuenta a los musulmanes moderados, no les preguntaba qué piensan. En cambio, se solidarizaban con los fundamentalistas, a quienes llaman «militantes», sin comprender que ese apoyo a los fundamentalistas, no ayudaba a edificar un clima positivo, solamente saboteaba a los islámicos moderados, que son vigilados y perseguidos, y al menor desliz en contra del terrorismo, acaban muertos.
Musulmanes moderados
Ahora comprendemos que hay dos tipos de musulmanes, de un lado los “moderados”, “liberales”, “laicos” y del otro, los “fundamentalistas”, “extremistas”, “islamistas”.
Pero, ¿cuál es la diferencia? ¿Hay prácticas religiosas moderadas? ¿Hay posiciones políticas moderadas? ¿Es posible moderar la relación con Occidente? ¿Cuáles son las tendencias moderadas que se manifiestan en el islam? Cuáles son las posiciones políticas de los unos y de los otros?
En la religión, realmente la moderación es parte de la literatura islámica desde su origen. En el Corán dice: “Al-iláh (Dios) quiere para ustedes la facilidad y no la dificultad” y Muhammad afirma “Faciliten las cosas, no opten por los extremos”, y es por eso que la formula coránica califica a los musulmanes como la “comunidad del medio justo”.
Pero, siempre hay un pero, existen dos tendencias en la práctica: los que aplican las enseñanzas al pie de la letra sin tomar en cuenta la evolución (ahl al-`azîma) y los (ah lar-rukhas) que asumen la flexibilidad de la practica según el contexto social, la época y en la situación.
La inmensa mayoría de sabios (ulamâ) musulmanes a través del mundo (de tradiciones chiitas o sunitas), promueven y siguen la vía de la moderación y de la flexibilidad en la práctica, siguen estrictos sobre los principios fundamentales pero proponen adaptaciones según el medio y la época, los musulmanes moderados serian entonces aquellos que no manifiestan una distinción en la vestimenta, pero que rezan, ayunan, y continúan sus obligaciones morales en la intimidad de su hogar o de su iglesia, al igual que las otras religiones.
Frente a “los moderados” existen los grupos “fundamentalistas” que exigen a los musulmanes prácticas culturales, en relación con las mujeres o con los “no musulmanes”, que los aísla del entorno, y les prohíbe establecer relaciones con cristianos, judíos o ateos, inclusive les exige afirmar posiciones de rechazo o de hostilidad en su contra.
Occidente y los Moderados
Ben Ali, ex-dictador de Túnez, Mubarak ex-dictador de Egipto y Kadafi autotitulado Líder de Libia, eran ejemplos de dirigentes musulmanes modernos y moderados, igual que Abdallah, rey de Jordania y a Mohammed, rey de Marruecos. Pero si miramos los informes de Amnesty International sobre esos países, y otros apoyados por Occidente, revelan que esa moderación no tiene que ver con el modo en que tratan a sus ciudadanos. Los dirigentes que consideramos como moderados son, por lo general, observados por sus ciudadanos –y con razón– como servidores corruptos y dictatoriales de la política exterior de occidente, y que a pesar de dirigir sus consignas revolucionarias contra los Estados Unidos, es realmente la Unión Europea, Rusia y China quienes explotan su riqueza natural, principalmente el petróleo.
Tomemos el ejemplo de la Libia de Kadafi, que gracias a sus ricas reservas de petróleo y gas natural, tiene una balanza comercial positiva de 27.000 millones de dólares al año y un ingreso per cápita medianamente elevado de 12.000 dólares, seis veces mayor que Egipto. A pesar de fuertes diferencias en los ingresos bajos y altos, el nivel de vida promedio de la población de Libia (sólo 6,5 millones de habitantes en comparación con los casi 85 millones de Egipto) es por lo tanto mayor que el de Egipto y otros países del norte de África. Incluso en Libia el nivel de desocupación es cero, y hasta deben importar casi un millón y medio de inmigrantes, sobre todo de Túnez y Egipto, para trabajar en Libia. Es importante tomar en cuenta que el 85% de las exportaciones libias de energía van a Europa: Italia tiene el primer lugar con un 37%, seguida por Alemania, Francia y China, y también Italia ocupa el primer lugar en importaciones de Libia, seguida por China, Turquía y Alemania.
Existen multinacionales europeas que trabajan y exportan desde Libia, en particular, BP (ex British Petroleum), Royal Dutch Shell, Total, BASF, Statoil y Repsol, que cuentan con miles de empleados que se vieron obligados a abandonar Libia, junto a más de 30.000 trabajadores chinos, que son empleados en las industrias del petróleo y la construcción.
Por esta razón las Naciones Unidas y la OTAN le piden apoyo a los Estados Unidos por el caso Libia, y nadie se preocupo por los muertos en Egipto o Túnez y otros países musulmanes, porque en estos últimos países era una revuelta de masas empobrecidas, y en Libia es una guerra por el poder económico. Hasta Moscú y Pekín han dicho que están extremadamente preocupados por los sucesos de Libia, (nada dijeron de Egipto o Túnez), y llamarón a “un rápido retorno a la estabilidad y la normalidad”, el motivo es obvio, el comercio chino-libio y ruso-libio ha crecido considerablemente (cerca de un 30% sólo en 2010), pero ahora China y Rusia ven que toda la estructura de las relaciones económicas con Libia, de donde importa cantidades crecientes de petróleo, se ha puesto en juego. Esta es la mejor imagen de la globalización económica, y como las multinacionales europeas, chinas y rusas están interconectadas con la economía de Libia.
Y desde Washington, el Presidente de Estados Unidos, continua dando señales erradas al mundo occidental, enviando la flota a combatir en un país que casi no comercia ni tiene relación con Estados Unidos, en lugar de dejar que los rusos, los europeos o los chinos jueguen el papel de malos de la película.
Estamos de acuerdo en que Kadafi es un dictador sanguinario, que debe dejar el poder y ser juzgado por crímenes de “lesa humanidad”, igual que Mubarak y Ben Alí, pero, ¿por qué lo debe detener el ejército estadounidense? ¿Por qué con nuestros impuestos?
Felicito a Barack Obama, por haber condenado rápidamente y rotundamente al gobierno libio, aunque debería hacer lo mismo ante la crisis egipcia, y la represión desencadenada por Mubarak, que minimizó. Pero considero una barbaridad su anuncio de “analizar toda la gama de opciones que tenemos a nuestra disposición para responder a esta crisis, incluidas acciones que podemos emprender solos y otras que podemos coordinar con nuestros aliados a través de instituciones multilaterales”.
El mensaje es evidente, existe la posibilidad de una intervención militar de Estados Unidos en Libia, oficialmente para detener el derramamiento de sangre, pero como vimos las verdaderas razones son obvias.
Barak Obama (Premio Nobel de la Paz 2009), es el presidente americano con menor experiencia internacional que ocupa la Casa Blanca, y presionado por las ambiciones de Hillary Clinton, está llevando al país a una nueva guerra, poniendo en peligro a los soldados, no respondiendo a un ataque terrorista, no buscando armas de destrucción masiva, no tras un enemigo extremista y peligroso, sino en defensa de las multinacionales europeas, chinas y rusas, con el dinero de las empobrecidas arcas norteamericanas, utilizando las reservas que le niega a las educación y a los desocupados.
Hasta la próxima semana