Esta es una historia de la vida real:
Cuentan que por allá por los años sesenta, un inmigrante compró unas tierras en un sitio inhóspito, al cual sólo se alcanzaba llegar por caminos polvorientos y prácticamente intransitables.
Dicen también que cuando llovía los lodazales hacían imposible el acceso al terreno. Se escucha, además, que de noche era peligroso aventurarse por aquellos angostos senderos rodeados de pantanos y frecuentados por desamparados, ladrones y animales salvajes.
Algunos dijeron que el hombre estaba loco. Que la lejanía de la Tierra Madre, sus costumbres, la familia y los amigos le habían trastornado, convirtiéndolo en un ser huraño. Hubo hasta quienes afirmaron que aquel hombre se había vuelto ermitaño, o que se había convertido a una nueva religión que así lo exigía.
Lo cierto es que aquel inmigrante era un hombre de negocios, el cual había abierto una “guarapera” (establecimiento donde se vende jugo de caña), en Miami, aprovechando la avalancha de cubanos a la ciudad. Y como la caña de azúcar se le hacía un poco costosa, decidió pedir un préstamo y comprar un pedazo de tierra, en las afueras de la ciudad, para sembrar sus propios cañaverales.
Con el andar del tiempo, alrededor de aquellas tierras inhóspitas, los caminos intransitables se convirtieron en calles pavimentadas y en anchas avenidas. Aparecieron vías de tránsito rápido, semáforos, modernos centros comerciales y elevados edificios de oficinas.
Los constructores, en pleno frenesí, construían almacenes, edificios de vivienda múltiple, pequeños centros comerciales y erigían repartos de casas modernas y funcionales, incesantemente, alrededor de las nuevas escuelas, el nuevo hospital y los centros comunales que demarcaban el área.
Y pasó lo que tenía que pasar. Un buen día, aquel hombre incomprendido, vendió en millones las tierras por las que había pagado unos pocos miles.
A muchos lectores les parecerá ésta, una historia de ficción. Otros encontrarán en ella un pedazo de la historia de lo que hoy en día es el Condado Miami-Dade, en La Florida.
Pero no todos aquellos que han invertido sus dineros en tierras han tenido tanta suerte.
Cuando se invierte en tierras hay que tener en consideración: su enclave, posibilidades de desarrollo, economía circundante, restricciones y posibilidad de reventa, entre otras cosas. Generalmente, realizando una investigación previa, la compra de tierras es un negocio lucrativo que demanda poco esfuerzo en su mantenimiento, y promete grandes recompensas..
En la compra de tierras la asistencia de un agente de bienes raíces, un topógrafo y un abogado especializado en propiedades inmobiliarias son, prácticamente, necesarias. Recuerde además que, por lo general, la compra de tierras es una inversión a largo plazo.
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