Tal y como lo documentan investigadores que se han ocupado del papel de los mercados emergentes en la economía mundial, incluyendo los BRICS –acrónimo de la asociación formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, en 2001- una de las conclusiones es que estos países están llamados a desarrollar una importante influencia en la actual globalización. En especial en lo referente a circuitos financieros, monetarios, flujos comerciales y de migración.
Las economías emergentes y sus ejes de acción
Entre los investigadores respecto al papel de esas economías emergentes, se tiene a Jim O´Neill economista de Goldman Sachs quien fue quien originalmente acuño el término BRICS, Lant Pritchett, José Rivera, Dani Rodrik de Harvard y Ha-Joon Chang desde el Reino Unido. Este último autor ha ganado fama mundial por libros de divulgación de la ciencia y condicionantes económicas actuales tales como “Economía para el 99% de la Población” (2015, Debate).
El peso de los BRICS en la economía mundial puede ilustrarse tomando en cuenta que constituyen el 43% de la población planetaria, el 25% del total de producción (producto interno bruto, PIB) del orbe, captando cerca del 22% del total de inversión en los flujos internacionales. El total de países que lo integran son ahora, en 2024, 11, incluyendo desde la Cumbre XV de los BRICS de agosto de 2023, a Etiopía, Argentina, Egipto, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Se estima a agosto de 2024, que al menos unos 23 países han solicitado su incorporación al grupo.
Los principales ejes de acción que les confieren importancia a los BRICS en cuanto a su participación en la economía mundial se fundamentarían en: el poder económico creciente, en particular en función de atracción de inversiones, peso en los mercados bursátiles y flujos comerciales, la diversificación económica, implementando procesos muy competitivos en bienes de valor agregado, el fortalecimiento de la cooperación sur-sur, muestra de ello el Nuevo Banco de Desarrollo y la influencia geopolítica, en cuanto al papel a desempeñar en los conflictos regionales y globales.
Los logros y promesas en la senda del desarrollo de los países emergentes que han llegado a promover los BRICS incluyen ser el mecanismo más general de coordinación –con atención a América Latina y el Caribe. Esto es particularmente evidente en los casos de nexos comerciales, financieros y tecnológicos con Brasil, Perú, Bolivia, Argentina, Chile y Venezuela en América del Sur.
Se están gestando mecanismos de relación en el sentido de ir superando las inequidades entre los países que se adhieren a los BRICS originales. En esto se incluirían medidas como las pertenecientes, en su momento, a la “Europa de las dos velocidades”, que permitió, con mucho, superación de atrasos recurrentes en Grecia, España y Portugal.
Una alternativa a la organización tradicional de occidente
Para efectos de formulación e implementación de estas políticas se reconocen dos fenómenos complementarios: (i) procesos de “reprimarización” productiva, desindustrialización; y (ii) existencia de “heterogeneidades estructurales”. Es de tener presente que la población de la cual tienen cobertura los BRICS, asciende a casi 3,100 millones de personas.
En un sentido más bien socio-político, los BRICS constituyen una alternativa organizativa global, a los tradicionales grupos occidentales –OTAN, Unión Europea, G-7, G-20, FMI, Banco Mundial o bien la Organización Mundial de Comercio.
De esta alternativa está surgiendo el establecimiento de un sistema bancario de desarrollo sur-sur, así como –y esto navega entre ser amenaza y promesa- una moneda regional o internacional de referencia en inversiones e intercambios comerciales, el yuan, posiblemente. O bien una divisa que se respalde en una “canasta de monedas” de países de los BRICS. Con esta perspectiva, nos encontraríamos con un desafío monetario incluso en las tradicionales áreas de influencias del dólar, el euro y el yen japonés.
Se tiene evidencia bastante sustentada de la importancia de las economías emergentes y el papel que pueden desempeñar como locomotoras de crecimiento global. Uno de estos últimos casos, ocurrió con motivo de la crisis sistémica financiera iniciada el 13 de septiembre de 2008. Es de recordar que, con esta situación adversa para los circuitos de la economía real mundial, se presentaron desafíos complejos de recuperación, y los países emergentes, encabezados por China, tenían fortalezas que podían impulsar, como efectivamente ocurrió, la recuperación económica internacional.
¿Una amenaza o una esperanza para construir equidad ?
No obstante, se sostendría, dado su peso en la economía global y la incidencia que tuvieron en los primeros años luego de la crisis, los BRICS solicitaban cambios dentro del sistema financiero internacional, fundamentalmente en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el Banco Mundial (BM). En general, las peticiones están direccionadas a modificar estructura de cuotas y de gobierno en FMI y BM, son exigencias reiteradas de parte de los miembros del bloque (véase “Comercio entre los BRICS” de CEPAL, investigaciones de Raúl Bernal, además de “¿Por qué los BRICS son una Amenaza?”).
Nuevos amaneceres traerán novedades. De momento, al menos, los BRICS como parte de un desarrollo conjunto en el concierto de las naciones emergentes deberán hacer frente a notables desafíos en su consolidación.
Entre ellos, las desigualdades económicas como parte de factores adversos y subsistémicos dentro de los países, enfrentar con medidas sostenibles y sustentables, el ya referido proceso de “reprimarización” en cuanto a la dependencia de materias primas; ir amortiguando como mínimo, el peso de la deuda externa. No menos importante es encarar las lacerantes realidades de los crecimientos económicos excluyentes, los climas sangrientos de inseguridad y de corrupción rampante en varios países