Maravillas de la política: durante 18 meses, el exgobernador Arnold Schwarzenegger propuso infructuosamente, para reducir el déficit presupuestario, recortes sociales muy similares a las que ahora impulsa el nuevo gobernador, Jerry Brown.
Así, Schwarzenegger instituyó temporalmente aumentos de impuestos a las ventas, la licencia vehicular y el ingreso. Brown quiere extenderlos por cinco años.
Schwarzenegger propuso eliminar CalWorks, agencia que saca gente de las filas de la asistencia social y los integra en el mundo laboral. No pudo, tocarlo, por la oposición demócrata. Ahora Brown propone recortar el programa en al menos 50%.
Hubo oposición férrea cuando recortes bajo el nombre de Schwarzenegger generaron aumentos en las colegiaturas. Brown propone subir el costo de los estudios en los colegios comunitarios en 38% y reducir en mil millones los presupuestos de las universidades públicas.
El envío de presos estatales a cárceles condales obligará a liberar más reos convictos antes de cumplir sus penas. Hondo rechazo hasta ahora; Brown lo devuelve por la puerta trasera.
Y así con IHSS, los servicios de apoyo doméstico a ancianos, y cobertura médica para inválidos y un programa tras otro. Nada, exceptuando la educación pública hasta el grado 12, se salva.
Pero mientras que ideas similares, propuestas por Schwarzenegger, causaron rechazo, las de Brown son consideradas serias, balanceadas y especialmente, inevitables.
Ni la eliminación de las zonas y corporaciones de desarrollo local, que benefician a nuevos pequeños negocios, genera protestas comparables.
¿Cuál es la diferencia? Para el presidente del Senado Darrell Steinberg la propuesta de Brown es diferente a la de Schwarzenegger porque incluye la restructuración del gobierno estatal.
Específicamente, Brown está devolviendo a los gobiernos locales — municipios y condados — la responsabilidad sobre algunos programas de ayuda social. Asimismo, les entregará decenas de miles de presos que no son violentos ni depredadores sexuales y que son actualmente enviados a cárceles estatales, que están llenas.
Pero la razón por la cual en California el estado controla muchos asuntos locales es la Proposición 13, que en 1978 privó a municipios y condados de ingresos que hubiesen devengado por el impuesto a la propiedad y obligó al gobierno estatal a hacerse cargo de esos asuntos. Responsabilizar a los gobiernos locales antes de que tengan soluciones para incrementar ingresos es al menos, riesgoso. Pero reformar la Proposición 13 ha demostrado siempre ser casi un suicidio político.
¿Qué nos dice ésto sobre la primacía del juego político, partidario, por encima de las necesidades reales?
En las postrimerías de su carrera política, Schwarzenegger presidió sobre cambios en la camisa de fuerza política de California: se abrieron las primarias partidarias a todos los votantes, lo que podría llevar a candidatos más moderados. Se quitó a la Legislatura el privilegio de dibujar sus propios mapas electorales con los que sus miembros se entronizan en el poder y evitan cambios.
Surge la pregunta: ¿quiere Jerry Brown continuar con esta tendencia?
Si los recortes sociales en el presupuesto de Schwarzenegger no eran aceptables — porque atentaban contra la obligación de los gobiernos de velar por los residentes— por lógica tampoco lo son los de Brown.
Y si los recortes de Brown son aceptables, balanceados, necesarios y positivos, se debían haber aprobado hace años y así solucionado más rápido y con menos gastos la crisis estatal.
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