El 15 de septiembre, el estado de California ocupó una vez más su lugar en la historia como pionero entre quienes enfrentan a los poderosos. Lo hizo respaldado por su propio poderío, con una economía que lo coloca quinto en el mundo si fuese un país independiente.
Una vez más.
A través de su fiscal general Rob Bonta, California demandó el viernes en el tribunal superior de San Francisco a Exxon Mobil, Shell, BP, ConocoPhillips y Chevron.
Se trata de las cinco mayores empresas petroleras del mundo.
La demanda es histórica por su envergadura, pero además, porque los acusa de una campaña de engaño que se remonta a décadas de incesante, despiadada, sistemática y destructiva negación de las realidades del cambio climático y del daño que los combustibles fósiles han causado y siguen causando a la humanidad.
Aquí se puede leer el texto completo de la acción judicial californiana.
Como si eso no bastara, el estado también demanda a la asociación que los representa en público, la American Petroleum Institute.
El juicio que se viene llamará la atención pública del mundo a las catástrofes que sufrimos como consecuencias de las acciones, o mejor dicho, las inacciones de los responsables, y los mostrará desde el banquillo de los acusados. Pero también se justifica la demanda porque California sufre más que otros estados de esas consecuencias.
¿Por qué ahora? Quizás porque esas consecuencias del cambio climático hoy están a la vista, y quien las niegue queda desenmascarado como cómplice.
Quizás porque esperábamos, porque nos dijeron que esperábamos, estos resultados en un futuro más distante. No ahora. No hoy. Lo dijo el gobernador Newsom al anunciar la demanda sobre los daños al medio ambiente: “Estas son cosas que imaginamos que podríamos estar experimentando en 2040 y 2050, pero que se han llevado al momento presente”.
“Y ahora”, agregó, “es el momento de rendir cuentas”.
“California ya está experimentando los impactos de un clima cambiante, incluidos cambios observables en la frecuencia y gravedad de eventos climáticos extremos, como olas de calor abrasador e incendios forestales más frecuentes y severos, precipitaciones más variables y una sucesión de sequías que han aumentado a medida que las temperaturas aumentan”. También menciona las inundaciones, el aumento del nivel del mar, y ahora, el ciclón tropical Hilary, el primero en la costa del Pacífico desde que se registran, que causó pérdidas de 500 millones de dólares y el cierre del inundado Parque Nacional Death Valley, hasta ahora el lugar más seco del mundo.
Otras consecuencias fueron daños a los cultivos, escasez de agua producto de las sequías y la pérdida de la biodiversidad, esto es, la variedad de seres vivos que habitan el planeta.
También el costo, los decenas de miles de millones de dólares que el estado pagó hasta ahora para reparar los daños, que son solo un mero adelanto de lo que se viene. Enormes sumas que significan el desvío de recursos que se podrían dedicar al bienestar de la población. En lugar de ello, se usaron para satisfacer la sed de lucro de las petroleras.
Una sed de lucro que las hace responsables.
Una sed de lucro que fue exitosa. Porque en 2022 las empresas anotaron ganancias récord.
Así, Exxon Mobil anunció 59,100 millones de dólares, suma jamás alcanzada por ninguna empresa privada. Shell, 39,900 millones, más que en cualquier otro de sus 115 años; Chevron, 36,500 millones, BP (antiguamente British Petroleum) 27,700 millones y Conoco Phillips 17,700 millones de dólares.
Una de las fuentes de sus ganancias es la guerra Rusia-Ucrania, que les permitió dictar precios sin precedentes. Los conductores en nuestro país, para llegar a sus puestos laborales, pagaron en 2022 un promedio de 5 dólares por galón de gasolina. Lucran de la guerra. Pagan los trabajadores.
Llenos de efectivo, usan las ganancias para recompensar a los accionistas con mayores dividendos y recompras de acciones, para un total de 110,000 millones en 2022. En lugar de aprovechar estas sumas fantasiosas para desarrollar alternativas a sus productos dañiinos, restaron importancia a los peligros, promovieron los combustibles fósiles como si fuesen seguros y se llevaron casi todo el dinero a casa.
Casi todo, menos unas sumas irrisorias para hacer publicidad falsa y simular que esto les importa y que desarrollan productos más seguros.
Al mismo tiempo, financiaron estudios falsos, echaron por tierra legislación que hubiese protegido a la población en múltiples estados.
Así, a lo largo de décadas dijeron: “La incertidumbre científica y la evolución de los sistemas energéticos indican que las políticas para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero más allá de medidas ‘sin arrepentimientos’ podrían ser prematuras”.
“No es necesario tomar medidas drásticas de inmediato, ya que muchos científicos coinciden en que hay tiempo suficiente para comprender mejor el sistema climático”.
Y “no existe evidencia científica concluyente, ni siquiera fuertemente sugerente, de que las actividades humanas estén afectando significativamente el nivel del mar”.
Las empresas petroleras no fueron los primeros. De hecho, han estado siguiendo el modelo de las tabacaleras, que durante décadas exitosamente suprimieron las evidencias de que el tabaco mata.
Pero sabemos cómo terminaron las tabacaleras: en 1998, 46 estados les impusieron un acuerdo por el cual deben pagar 246,000 millones de dólares durante 25 años.
Con razón dijo el gobernador Newsom:
“Durante más de 50 años, las grandes petroleras nos han estado mintiendo, encubriendo el hecho de que saben desde hace mucho tiempo lo peligrosos que son los combustibles fósiles que producen para nuestro planeta. Han sido décadas de daño y engaño”.
¿Qué dice exactamente la demanda de Rob Bonta? Como muestra, estos son los títulos de los capítulos en la acusación:
- Los demandados son sustancialmente responsables de causar y acelerar el cambio climático
- Los acusados hicieron todo lo posible para comprender los peligros asociados con productos de combustibles fósiles, y sabían o deberían conocer estos peligros.
- Los demandados no revelaron los daños conocidos asociados con el uso previsto de productos de combustibles fósiles y, en cambio, activamente ocultaron esos daños en una campaña de engaño para aumentar el uso de esos productos
- Los demandados podrían haber elegido facilitar y ser parte de un futuro de bajas emisiones de carbono, pero en su lugar optaron por las ganancias corporativas y el engaño continuo
- Las acciones internas de los demandados demuestran su conocimiento de los impactos del cambio climático y su intención de seguir obteniendo ganancias con el uso incesante de productos de combustibles fósiles
- Las acciones de los demandados han retardado el desarrollo de fuentes alternativas de energía y aumentaron los costos de adaptación y mitigación de los impactos adversos de la crisis climática
- Los demandados continúan engañando a los consumidores de California mediante anuncios engañosos que retratan a los acusados como empresas energéticas respetuosas del clima y oscurecen su rol en causar el cambio climático. Promovieron los productos de combustibles fósiles como “verdes”, “limpios” o bueno para el medio ambiente.
- Finalmente, los efectos del engaño de los demandados continúan; el estado ha sufrido, sufre y sufrirá daños por la conducta ilícita de los demandados.
De ganar la demanda y aceptarse sus requerimientos, estas serían las principales exigencias del estado.
Obligar a los demandados a reducir las acciones dañinas públicas actuales que su conducta ha causado en California, “incluyendo el establecimiento y contribución a un fondo para pagar sus costos”. Obligarlos a “proteger y/o prevenir una mayor contaminación, deterioro y destrucción de los recursos naturales de California”.
Prohibirles tomar “cualquier acción falsa o hacer declaraciones engañosas, así como cualquier acto o práctica que constituya competencia desleal
Lo dicho. Era hora. Otros estados y jurisdicciones locales ya habían demandado a las petroleras, sin mayor eco público. Esto incluye en California los condados Santa Cruz, San Mateo y Marin y las ciudades San Francisco, Santa Cruz y Oakland.
Pero este es el paso más significativo que jamás se haya tomado contra las compañías petroleras, por el tamaño de la economía californiana y el peso de sus 40 millones de habitantes.
Así prometió el fiscal general Bonta: “Afrontaremos el momento y lucharemos incansablemente en nombre de todos los californianos, en particular aquellos que viven en comunidades de justicia ambiental”.
California es líder y el resto de los estados lo seguirán eventualmente. Si es que gana.