Muchos migrantes que vienen hacia Estados Unidos tienen que pasar la Selva de Darién, lidiar con policías corruptos, evitar carteles violentos, viajar peligrosamente en el techo de trenes. Y si logran vencer tantos obstáculos, cuando finalmente arriban a la frontera entre México y Estados Unidos, todavía falta lo que tal vez sea el mayor desafío: cruzar el desierto.
Con temperaturas que pasan los 114 grados F, el desierto de Arizona es implacable, especialmente para los que se pierden. Para ellos, la única esperanza es ser rescatado por organizaciones como los Capellanes del Desierto.
Oscar Andrade, director de la Brigada Especial Búsqueda, Rescate y Recuperación Capellanes del Desierto, detalla las experiencias de su organización en el rescate de migrantes y revela las difíciles realidades que enfrentan en su camino.
“El trayecto que hacen ellos desde que salen de su país hasta la frontera de Estados Unidos es un riesgo constante”, explica Andrade.
El martes pasado se recibió una llamada desde México en la que una mujer le pedía ayuda para asistir a su padre y esposo que estaban perdidos en el desierto. Se organizó un grupo y, como explica Andrade, los dos hombres finalmente fueron localizados y “rescatamos a dos personas que eran suegro y yerno… el suegro estaba muy grave”.
Después del rescate, los dos migrantes fueron retenidos por la Patrulla de Aduanas y Frontera (CBP, siglas en inglés). En una comunicación posterior, la hija les informó que, si bien su padre continuaba detenido, el esposo había sido deportado a México en donde apenas cruzó la frontera terminó siendo secuestrado por la ´maña´ y “hasta ahora no saben nada de él.”
«No me ha dicho en dónde,» dijo Andrade. «Solo sabe que salió para Sonora, pero no me ha dicho por cuál de las puertas fronterizas. Al salir, él se comunicó diciéndoles que ya lo habían soltado”.
«Muchos son deportados y cuando están en las casetas de inmigración mexicana llega la mafia y los levanta,» relata Andrade. «Y piden rescate … (pero)muchas veces, ya no se vuelve a saber de ellos. Ese es el riesgo que corren nuestros hermanos migrantes”.
Ahora se teme que si deportan al papá de la muchacha también termine secuestrado.
Una llamada telefónica
Los Capellanes del Desierto comenzaron por casualidad. Más específicamente por la casualidad de una llamada telefónica.
“El 30 de diciembre del 2020 tuve un infarto”, cuenta Andrade. “Estuve en coma tres semanas. Al despertar y recuperarme, recibimos una llamada de dos hermanos de Guatemala que querían que los sacáramos del desierto, que los ayudáramos”.
La llamada lo sorprendió porque hasta ese momento Andrade nunca había estado involucrado en un rescate. Y cuando, por curiosidad, preguntó quién les había dado su número, la respuesta fue: ‘No, es que marcamos al azar’”.
Esa llamada fortuita despertó el interés de Andrade quien como capellán tiene profundas convicciones humanitarias.
“A las dos semanas recibimos otra llamada de una señora que nos pedía que ayudáramos a su hijo a salir del desierto porque lo habían abandonado. Y lo logramos, lo rescatamos”, explicó Andrade.
“Y de ahí empezó esa espinita de querer ayudar, de cómo podíamos ayudar a los que quedan en el desierto, porque yo desconocía esto. Yo soy inmigrante… pero no crucé el desierto, entonces ignoraba todo esto.”
Pero el desconocimiento inicial no lo frenó. Andrade compartió su experiencia con otros de su iglesia quienes inmediatamente lo apoyaron y juntos “empezamos a estudiar y a averiguar cómo podíamos ayudar.»
Salvar vidas
La labor de los Capellanes del Desierto, que comenzaron su trabajo humanitario en abril de 2021, no se limita a rescatar a los migrantes de las arenas inhóspitas del desierto. También buscan proporcionarles apoyo integral y ayudarles a encontrar seguridad y esperanza. “Nuestro objetivo es salvar vidas y ofrecer un poco de esperanza a quienes lo han perdido todo en su camino hacia una vida mejor,” afirma Andrade.
Cada rescate es una mezcla de angustia y alivio. “Hace poco rescatamos a una familia que había sido abandonada por los ´coyotes´ en el desierto. El padre estaba gravemente deshidratado y su esposa estaba en pánico, temiendo por la vida de sus hijos. Logramos encontrarlos a tiempo y proporcionarles la ayuda médica que necesitaban.”
“El trabajo que hacemos es vital. No solo rescatamos a las personas del desierto, sino que también les devolvemos la esperanza. Muchos de ellos han sufrido lo indecible y necesitan saber que no están solos.”
Los Capellanes del Desierto continúan su misión a pesar de los desafíos. Su compromiso y valentía son un faro de esperanza para los migrantes que enfrentan peligros incalculables en su búsqueda de una vida mejor. “Seguiremos aquí, haciendo lo que sea necesario para ayudar a nuestros hermanos migrantes. Cada vida que salvamos es una victoria contra la injusticia y el sufrimiento,” concluye Andrade.
En un mundo donde las cifras de los migrantes que arriban a la frontera a menudo eclipsan las historias de hombres y mujeres que buscan una vida mejor, el trabajo de los Capellanes del Desierto destaca la humanidad detrás de cada número. Sus esfuerzos nos recuerdan que detrás de cada migrante hay una historia de esperanza, desesperación y, a veces, rescate.
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Este recurso cuenta con el apoyo total o parcial de fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la California State Library en asociación con el California Department of Social Services y la California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs como parte del programa Stop the Hate . Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener ayuda, visite CA vs Hate.