Competitividad Productiva en América Latina: Retos y Oportunidades

En general, la inserción de los países latinoamericanos en las actuales condiciones de globalización ha chocado con el deterioro de los términos de intercambio. Es decir que, aunque han existido períodos excepcionales como el de 2003 a 2014, los precios de las exportaciones de la región tienden a la baja y los precios de las importaciones se han comportado al alza.
A esas condiciones internacionales, muy relacionadas con el planteamiento del teorema Singer-Prebisch, se deben agregar factores más bien internos, subsistémicos, de las condicionantes de los diferentes países.
No obstante, desde una óptica más bien integradora, afectan factores relacionados con niveles de baja productividad en el trabajo y de uso de los componentes productivos. Se puede mejorar en el sentido de la preparación e inserción del talento humano, así como del aprovechamiento de aspectos tecnológicos.
Esto no sólo se evidencia en los sectores primarios, como la agricultura, sino especialmente en la industria y en las iniciativas de incursionar en uso de procesos de tecnología de punta. Es decir, en nichos operativos donde se produce el valor agregado que tanto requieren las exportaciones de la región.
Otros obstáculos, para citarlos brevemente, se ubican también en la perspectiva de una débil integración de las cadenas de valor tanto regional como internacional. Esta condición se ve agravada más recientemente por las distópicas decisiones que el gobierno Trump toma desde Washington en estos primeros 4 meses de gestión en 2025.
Por supuesto también influyen condiciones de débil institucionalidad, marcos regulatorios inestables, la apertura de procesos recurrentes de corrupción en varios niveles de la constitución del Estado, tanto en las ramas del Ejecutivo, como del Legislativo y Judicial.
Ante estas dinámicas – cuyas condicionantes involucran más factores de los ya señalados – se impone la necesidad de establecer nuevos contratos sociopolíticos dirigidos a la actualización de políticas en pro de la competitividad y de la productividad de los diferentes países en Latinoamérica y el Caribe.
Inicialmente se hace evidente la implementación de políticas en esferas económicas y sociales estratégicas tales como: (i) apoyo a disposiciones de largo alcance – políticas de Estado más que de gobiernos en particular – en pro de una inserción internacional mediante exportaciones con mayor valor agregado; (ii) consolidación de ambientes libres de corrupción y donde prevalezcan condiciones de seguridad; (iii) fortalecimiento de estados de derecho, de certeza jurídica; además de (iv) modernización institucional.
Muchos de los gobiernos de la región, en particular en los países menos funcionales –tales los casos de Haití, Venezuela, Nicaragua, Honduras, Guatemala y hasta cierto punto El Salvador, Guyana y Bolivia- parecen ignorar de manera integral los grandes adelantos tecnológicos. El mundo cambió y lo ha hecho de manera dramática. Recuérdese las fechas del 30 de noviembre de 2022, del 15 de mayo de 2024, con la irrupción y expansión de la Inteligencia Artificial.
Promover una efectiva y consolidada matriz de factores a favor de la competitividad y la productividad –como medios para un integral desarrollo humano social- demanda también de dos condiciones vitales.
Por una parte, los esfuerzos de competitividad se verían altamente beneficiados por la integración económica regional. Sería deseable la referida integración, especialmente ahora que Estados Unidos demuestra ser un socio poco confiable, dada la volatilidad de sus disposiciones.
Efectivos y actualizados procesos de integración regional posibilitarían con mayor grado, por ejemplo, la ampliación de los mercados. Las empresas mediante economías de escala podrían vender a una población más amplia, se reducirían en general los costos unitarios utilizando adicionalmente, nichos de especialización regional.
Todo ello con base, por supuesto, en que los acuerdos de los tratados se cumplirían.
Tómese en cuenta que la integración requiere de etapas – tal y como lo diseñó desde su obra clásica “Teoría de la Integración Económica” (Eds. 1961, 1971, 1986) Bela Balassa (1928-1991) – acuerdos preferenciales de comercio, luego áreas de libre comercio, seguidas de uniones aduaneras, mercados comunes, unión-coordinación económica y la posibilidad de tratados federativos y confederativos en lo político.
Por otra parte, no menos importante, efectivamente es ir logrando disminuir las inequidades en los diferentes países. Se ha hecho evidente que esas inequidades en cuanto a oportunidades de educación, capacitación técnica, inversión productiva y empleo; las mismas, afectan negativamente el crecimiento económico que se hace indispensable. Se requieren en muchos países reformas educativas y en sistemas de salud.
Mejorar la competitividad en Latinoamérica y el Caribe requiere de implementar políticas integrales que incluyen reformas institucionales, de inversión, tecnología, salud y educación. Se requiere la ampliación productiva de la demanda de los países, de esfuerzos dirigidos a lo sostenible de las medidas en pro de condiciones que incluyen mayores dinamismos regionales complementarios. Es de afrontar los desafíos de la corrupción, de asignación de recursos y de condiciones de seguridad en la mayor parte de los países.