Contra el antisemitismo: el odio mata

El ataque del asesino que invadió una sinagoga en Pittsburgh y mató a once judíos durante un acto religioso reveló terribles fallas en nuestra sociedad. Más allá de que es el peor ataque contra esta comunidad estadounidense en toda la historia. Fallas que si no las atendemos lamentaremos la recurrencia de la violencia y el odio.

Porque el ataque no vino de la nada. Porque sucedió en un ambiente político donde el odio es permisible. Porque podría no ser el último.

El asesino, sin historial criminal, expresaba su odio por los medios sociales. Legalmente. Que los inmigrantes son “invasores” y los judíos, “los enemigos del pueblo blanco”.

Prevención política

Es por eso que la prevención no es policial sino educativa, política, social.

Un día antes toda la atención del país estaba centrada en un terrorista que envió paquetes explosivos a opositores políticos del actual gobierno.

Y ante la cercanía de las cruciales elecciones de medio término se caldean los ánimos al punto que el otro se convierte en enemigo mortal.

En el ataque en Pittsburgh confluyeron meses de incitación.

La reacción oficial del Presidente – cuando llegó a un evento proselitista en Indianápolis – fue correcta. Ojalá hubiera hecho esas declaraciones al subir al avión, sin nadie que se lo escribiese, cuando se limitó a afirmar que si hubiera habido un guardia armado en la sinagoga esto no hubiese sucedido, y repitió una serie de incoherencias donde hacía piruetas para enmascarar la naturaleza del ataque.

Pero la solución no puede ser, como expresó el Presidente,  que los congregantes contraten en cada iglesia, cada sinagoga, cada mezquita, a uno o más guardias armados.

Decir lo contrario es lavarse las manos.

Uso de la tragedia

Trump utiliza la tragedia de Pittsburgh para repetir consignas de los armamentistas de que más armas -y no menos- traerán seguridad. Que no hubiera sucedido con guardias armados. El asesino llevaba consigo un rifle de asalto y al menos tres pistolas. El problema fue la facilidad con que las adquirió. 

Por supuesto, en una situación de indefensión, que la congregación coloque guardias armados tiene su lógica y justificación.

Pero más allá de ello, lo absurdo de la declaración es evidente. Trump no mencionó que el ataque fue contra la minoría judía, y condenó los ataques contra “templos e iglesias”.

Sí, porque en noviembre pasado un asesino mató a 26 personas que rezaban en una iglesia de Sutherland Spring, Texas, y en 2015, un supremacista blanco mató a nueve congregantes en una iglesia en Charleston, Carolina del Sur.

La solución empieza por condenar rápidamente las manifestaciones antisemitas. Luego, urgentemente, disipar el clima de incitación y odio.

El derecho a la vida

Pero que quede claro: el estado es el responsable, ante todo, por nuestra seguridad y supervivencia. Por garantizar el derecho a la vida. Para eso elegimos a nuestros representantes y pagamos nuestros impuestos.

Este sábado, se puso en evidencia su fracaso.

El odio antisemita está floreciendo en Estados Unidos, en Europa, en países musulmanes. El atacante gritaba durante la matanza que “todos los judíos deben morir”. Y los incidentes antisemitas violentos y acoso en línea aumentaron en 2017 en 57%. Los grupos nazis están creciendo. El clima de confrontación que prefiere el presidente es para ellos caldo de cultivo.

En estos momentos el presidente y sus acólitos siguen organizando rallies multitudinarios en donde se repiten consignas de odio, como el tristemente famoso “lock her up” que Trump usó durante su campaña electoral contra Hillary Clinton y ahora la multitud enardecida aplica a otras mujeres que osan oponerse a su líder.

La comunidad latina tiene que prestar mucha atención al atentado de Pittsburgh. Saber que históricamente, los judíos han sido el blanco preferido de quienes, felices por no encontrar resistencia, siguieron atacando a otras minorías de la misma manera. Solidarizarse con las víctimas y oponerse al ataque no es solamente nuestro deber humano. Es nuestra obligación como latinos porque la violencia, si no se la extingue de raíz, es letal. El odio mata.

Porque esto podría tener secuelas. Seguir.

El odio como veneno

Rápidamente el odio está envenenando nuestra vida pública. Nuevamente, el fin a la incitación debe venir de nuestros gobernantes. Ahora; no esperar hasta después de las elecciones. Ahora, mientras escuchan. Mientras les creen, al menos mínimamente.

El antisemitismo – el odio contra los judíos – en Estados Unidos ha levantado su fea cabeza. Debemos pasar a la acción. Como siempre, es “hoy ellos; mañana nosotros”.

 

Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito.
Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio.
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Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then.
Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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