Cortes: ¿trampas para migrantes?
Agentes federales de migración esperan -con los rostros cubiertos, sin identificación visible y con ropa de civiles- en los pasillos de la corte para detener y expulsar a todos aquellos cuyo caso fue “desestimado”

Son las 7:30 de la mañana y ya hay una fila afuera de la corte de migración en Phoenix. Todos los días es lo mismo: uno a uno, los solicitantes de asilo se forman para ver un juez que determinará si su caso procede o si se le da carpetazo. Hay quienes tienen años esperando ese encuentro y traen en sus manos sudadas todos los papeles que han recabado para comprobar si cumplen con los requisitos legales de un miedo creíble.
Hasta hace poco, los migrantes esperaban con ansias que llegara la fecha, pero ahora les provoca un desasosiego que es difícil de explicar. Desde hace un par de semanas, los agentes federales de migración esperan -con los rostros cubiertos, sin identificación visible y con ropa de civiles- en los pasillos de la corte para detener y expulsar a todos aquellos cuyo caso fue “desestimado”. Si no tienen un proceso abierto, los extranjeros pueden ser deportados. Todo pasa en cuestión de minutos.
En Arizona, hay padres de familia que fueron arrestados frente a sus hijos en la corte; hijos separados de sus familiares. Los oficiales los detienen de manera inmediata y los llevan a unas camionetas blancas para ser procesados. A veces, no hay explicación: solo les dicen que se cerró el caso y que sus garantías en este país han terminaron. No hay vuelta atrás. Es el despertar del adormilamiento migratorio porque nunca fue en sí un verdadero sueño americano.
Los abogados aprietan los puños por la impotencia. ¿Qué le ha pasado a este sistema migratorio que, además de obsoleto, se ha convertido en un verdugo? ¿Se han convertido los tribunales en unas trampas de migrantes?
Al principio, los abogados y los migrantes fueron sorprendidos por el actuar de las autoridades migratorias; ahora, buscan cómo pelear. Activistas a favor de los derechos humanos acuden a las cortes todos los días para recordarles a todos sus opciones: “Si el juez quiere cancelar su caso, ustedes digan que no, que pelearán, que buscarán otra representación legal; díganlo fuerte y que quede en récord”, les aconsejan.
Durante esas audiencias, el juez puede continuar con el caso o de manera inmediata cerrarlo o cancelarlo. Si es así, y si el migrante tiene menos de dos años en Estados Unidos, es muy posible que los agentes de migración puedan llevárselo e iniciar el proceso de una deportación expedita, según los abogados. Esto sucede a pesar de que los migrantes pueden apelar en tribunales federales o pedir una fianza, dependiendo de su situación y el tiempo que llevan en el país. Pero lo que se estipula en papel y lo que sucede en la vida real no siempre coincide. Cada día hay algo nuevo, ¿qué otro golpe bajo sigue para la comunidad irregular migrante?
La incertidumbre se traduce en una pregunta: ¿Me presento o no? Los migrantes nos la hacen a nosotros… y nosotros a los abogados expertos en la materia, quienes suspiran y encogen los hombros en señal de incomodidad. No hay respuesta correcta, dicen. Lo que funciona hoy, puede no ser suficiente mañana.