Crónicas desde el Hipódromo | Entre AMLO y el PRD

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En algún punto del Valle de Anáhuac

Moverse por la izquierda en este país cuesta mucho trabajo para alguien que se considera liberal y alimenta su ideología desde la calle, de la mano de la sociedad civil; esa que vive apartada de los políticos y los medios.

En la elección de 2006 voté por Andrés Manuel López Obrador porque representaba mucho de lo que quería como ciudadano, a pesar de sus defectos políticos y la campaña mediática en su contra.

Al final tanto los vencedores como los vencidos nos demostraron que sus intereses personales estaban más allá de las necesidades de la población que los apoyó, distorsionando aún más el panorama político mexicano.Mucho se ha analizado sobre lo que sucedió en aquel proceso electoral y cada quien ha sacado sus propias conclusiones al respecto.

Si hoy fueran las elecciones y López Obrador el abanderado de la izquierda, dudaría en repetir mi sufragio.

Lo más lamentable es observar como el movimiento que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 y que representaba una verdadera salida a las inquietudes de la izquierda nacional, se fue diluyendo con el paso del tiempo para convertirse en todo aquello que criticaban.

Si los socialistas y comunistas de antaño encontraron un punto de encuentro, los ex priístas contrarios a las políticas económicas implementadas desde el gobierno de Miguel de la Madrid, descubrieron que podían lograr sus objetivos desde otro frente, encauzando las insatisfacciones de un pueblo que estaba llegando al límite.

A través de varios puestos de elección fueron escalando posiciones, hasta lograr el control de la entidad más deseada, la capital del país, que desde sus primeras elecciones democráticas para la jefatura de gobierno, se convirtió en el trampolín ideal para la Presidencia de la República.

¿Pero qué ha sucedido con el paso del tiempo desde el bastión más importante del PRD?

Con sus virtudes y defectos, el Distrito Federal, ese monstruo de mil cabezas que se observa con recelo desde el resto de la nación, ha implementado una serie de políticas públicas que si aún no han logrado satisfacer las demandas de su población, siempre se convierten en referente para otras entidades federativas.

Como alguien me decía hace poco, es un hecho de que tenemos una mejor ciudad comparada a la que les tocó vivir a nuestros padres, pero la velocidad de las necesidades es otra y por ende la capacidad de respuesta de las autoridades debe ser aún mayor.

Andrés Manuel, un ex priísta tabasqueño, supo aprovechar las oportunidades que se le presentaron en su vida política desde que decidió dejar al PRI y afiliarse al PRD.

Como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, después del paso de Cuauhtémoc Cárdenas y la accidentada Rosario Robles, gestó uno de los movimientos que más han despertado pasiones en el ámbito político.

Pero el punto de inflexión y hasta cierto punto error fue después de la derrota, cuando decide proclamarse Presidente Legítimo al mismo tiempo que reinicia la búsqueda por la Presidencia para el 2012.

En este país donde el respeto y la tolerancia son palabras muertas, el aspecto o la forma de hablar se pueden convertir en el peor de los defectos.

No importan los logros o la capacidad de convocatoria que tenga Andrés Manuel. Es como si México sólo fuera lo que se alcanza a ver a simple vista, como si la mayoría de la población que está más allá de nuestro círculo de seguridad no existiera.

Si un mérito tiene Andrés Manuel es ser coherente con lo que piensa y hace, por más errático, contraproducente, terco y aferrado en sus actos, sin medir las consecuencias de los mismos.

Se podrá estar o no de acuerdo con él, pero siempre marca la agenda política del país y se convierte en contrapeso de las acciones de gobierno.

Es por eso que no nos debe extrañar que en estos días de alianzas bizarras entre los antes enemigos, ahora grandes amigos del PAN y el PRD, con la elección del Estado de México en puerta, Andrés Manuel pida licencia para separarse del PRD aunque esa figura no exista dentro del partido, después de que la mayoría de los perredistas decidiera ir por una consulta para decidir si hay alianza o no para pelear por la gubernatura.

El tabasqueño dice que no está de acuerdo con la consulta porque eso conlleva a considerar la posibilidad de una alianza y el nunca ha estado de acuerdo con eso.

Voces a favor y en contra van y vienen. El líder perredista Jesús Ortega se contradice diciendo que sí van por la consulta pero lo favorable para él es que la alianza la encabece el perredista Alejandro Encinas, que es apoyado por López Obrador.

Al final, ¿quién los entiende? Solo demuestran estar cada día más divididos y supeditados a lo que hagan o dejen de hacer unos y otros dentro de su partido.

Ya les cobrarán factura los electores y sobre todo aquellos que siguen sin encontrar un verdadero partido de izquierda que los represente, porque para nuestra mala fortuna, los actuales del color que sea se parecen demasiado entre sí y eso de la ideología quedo guardado en algún momento de la historia.

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Arquitecto por vocación y destino, escritor por convicción. Desde muy joven emprendí el viaje por la libertad. En mi camino he visto, percibido y palpado tanto, que un día decidí plasmarlo de la mejor forma que entendía. Las letras que han sido mis entrañables compañeras, cada día me acercan un poco más a la libertad, la cual aún no he encontrado pero que ya siento cerca. Creatura hombre, mexicano y sibarita en entrenamiento.

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