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Crónicas desde el Hipódromo | Obesidad, epidemia nacional

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Desde un punto del Valle de Anáhuac

Recuerdo cuando era niño y vivía dentro de una economía nacional mexicana cerrada donde comía sin restricciones todo lo que tenía al alcance en la tienda de la esquina o de la escuela.

Eran tiempos en que las medidas sanitarias en México no eran tan estrictas y los contenidos calóricos al igual que el código de barras brillaban por su ausencia. El plomo y las grasas saturadas aparecerían después.

No sé que tanto habíamos avanzado como país, pero seguíamos igual que hoy hablando de pobres, ricos, desnutridos y obesos.

Tal vez los niños de aquella época éramos menos sedentarios y comíamos diferente, pero en el entorno y el ambiente no se respiraba el miedo que hoy representan los alimentos.

Y uso la palabra miedo, porque ahora resulta que en México la obesidad es una epidemia nacional que debemos combatir desde la niñez.

Desde que me enteré de la campaña nacional para combatir la obesidad infantil emprendida desde el gobierno federal, me he dado a la tarea de observar cuando tengo oportunidad, a los niños de todas las edades y estratos sociales en diferentes partes de la República, para hacer un sondeo sobre la complexión física de nuestros infantes.

Tal vez mi observación es demasiado limitada, pero invito a todos mis compatriotas que realicen un pequeño análisis para demostrar como nuestros niños, que viven en un país con pobreza extrema y recursos limitados para alimentar a su población, son en su mayoría delgados o están en un peso aceptable para su edad.

Que si aplicamos la misma observación a los adultos y ésta resulta contraria a la de los chamacos, es una cuestión que merece un análisis aparte.

Porque en primera instancia nuestra población infantil merece respeto y no una especie de castigo que devalúa su inteligencia, la cual con creces nos ha puesto el ejemplo en más de una metedura de pata de nuestra parte.

Lo más curioso es que se quiera restringir la dieta desde las tienditas de la escuela, como si fuera el foco principal de la supuesta obesidad.

Pero lo risible es que los productores de comida chatarra han terminado por ofrecer los mismos productos pero en presentaciones pequeñas, como una especie de broma pesada.

Ahora que si todo esto es resultado de tomar medidas que van más acordes con otros países o tendencias y completamente ajenas a nuestra cultura, todas estas campañas terminarán por ser contraproducentes.

Porque al final no se comprende qué hay detrás de toda esta campaña mediática que ha hecho mucho ruido, pero que no se sustenta en un verdadero plan a largo plazo.

A los que deberíamos de educar es a los padres, que con el ejemplo determinan muchos de los patrones alimenticios de sus hijos, pero creo que los niños son tan inteligentes, que terminarán por hacer las cosas mejor que uno, mientras se ríen de los adultos y más de sus ocurrentes gobernantes.

Autor

  • Ricardo Trapero

    Arquitecto por vocación y destino, escritor por convicción. Desde muy joven emprendí el viaje por la libertad. En mi camino he visto, percibido y palpado tanto, que un día decidí plasmarlo de la mejor forma que entendía. Las letras que han sido mis entrañables compañeras, cada día me acercan un poco más a la libertad, la cual aún no he encontrado pero que ya siento cerca. Creatura hombre, mexicano y sibarita en entrenamiento.

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