Desde Metepec, México, conviviendo con la amenaza del COVID-19

Una joven universitaria comparte las precauciones, dilemas y consecuencias que vive una familia mexicana en este tiempo de crisis

Mi nombre es Sofía Mota Montero. Vivo en Metepec, Estado de México, y les quiero platicar sobre cómo mi familia y yo estamos viviendo esta cuarentena del COVID-19.

Cuarentena

Para nosotros, aquí todo comenzó el 14 de marzo cuando en México se anunció la cuarentena. Las escuelas cerraron oficialmente a partir del 23 de marzo. Desde entonces, se nos ha solicitado quedarnos en nuestras viviendas, salir lo mínimo posible, mantener medidas de cuidado e higiene y, en los casos que se pueda, trabajar y estudiar desde casa.

Según las autoridades se ha logrado aplanar la curva de contagios. Sin embargo, tres  meses después, nos encontramos en semáforo rojo: etapa de máximo contagio, con la capacidad hospitalaria al tope.

Una nueva vida

Les cuento que yo soy estudiante de la carrera de ingeniería biomédica y desde el pasado 17 de marzo se suspendieron las clases presenciales en mi universidad. Por este motivo tuve que terminar el semestre de forma virtual. Desde el 1 de junio, me encuentro de vacaciones.

Prácticamente no he salido de mi casa. Solo he ido a dar una vuelta en coche, a la farmacia y a algún mandado rápido. Estoy ocupada trabajando y tratando de vender artículos de cuidado personal. No he tenido tiempo de aburrirme y sigo en contacto con todos mis amigos.

Mi familia

Tanto mi mamá como mi hermana son maestras, por lo que han estado con más trabajo que lo normal ya que también lo hacen de forma virtual. Sus horarios empiezan a las 9 am y terminan a las 11 pm. Mi papá se quedó sin trabajo formal, por lo que está tratando de moverse de forma virtual, vendiendo productos de cuidado e higiene personal. También está tomando cursos para ver la posibilidad de vender seguros.

Mi familia prácticamente no sale y no recibimos visitas, usamos el tapete sanitizante, gel antibacterial y alcohol. Pedimos que nos traigan el super a domicilio y, cuando este llega, todo se lava y desinfecta. Si tenemos que salir, lo hacemos siempre con cubrebocas y caretas, manteniendo la distancia con cualquier persona que no vive en casa. Tanto mi mamá como mi papá, por su condición de salud, son personas de alto riesgo, por lo que todos nos cuidamos, por nosotros y por ellos.

En cuanto a las tareas de la casa, todos colaboramos y nos repartimos las actividades, tenemos asignado un día a la semana para hacer limpieza profunda. El apoyo que teníamos para las actividades del aseo no está viniendo y esto hace que todos tengamos que participar y cuidar las condiciones de la casa.

Sinceramente, pienso que el estado anímico de todos en mi familia es estable. Aunque, cada uno de nosotros en alguna ocasión ha tenido una crisis. El resto de la familia siempre está presente para apoyarnos unos a otros. Estamos conscientes que esto es una enseñanza para todos y que en algún momento pasará. Solo tenemos que ser pacientes y tolerantes.

Toda mi familia nuclear y extendida hemos estado quedándonos en casa y con todos los cuidados preventivos, estamos bien de salud. Sin embargo, ya hay casos de contagiados y muertes de gente conocida.

Tomar conciencia

Por otra parte, a veces parece no existir tanta conciencia en la gente de que debe de cuidarse, ya que, cada vez hay mas gente en la calle y con pocos cuidados. Aún estando en el peor momento. Entiendo que muchos viven al día y deben salir a trabajar para poder comer. Sin embargo, es fundamental tomar conciencia de cuidarnos para poder parar la propagación del virus. También hay muchos hombres y mujeres que por su trabajo no pueden quedarse en casa y han tenido que tomar medidas, como aislarse, para proteger a sus familias.

Esto parece cosa de nunca acabar, según las autoridades cada semana es la peor semana y pronto empezará a mejorar la situación. Sin embargo, ya hace 3 meses que estamos encerrados y no se ve claro cuándo se va a poder activar la economía y, poco a poco, regresar a la llamada “nueva normalidad”.

Estudiante de ingeniería biomédica en la Universidad Del Valle de México, con un perfil humanitario y orientada a la labor social en apoyo a la comunidad en general y personas vulnerables. Instructor en cursos para niños, adolescentes y adultos en áreas de protección a la salud, prevención y valores, con particular interés en comunidades con extrema pobreza. Trabajó en la Cruz Roja, en el programa nacional de TECHO y participó en actividades organizadas por Knovva Academy en Beijing y en la Ciudad de México.

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