En todo el país, las mentiras y obsesiones que llevaron al ataque al Congreso se consolidan, se solidifican, adoptan forma de una ideología extremista y se están convirtiendo en leyes estatales.
Es otro mundo
Mientras el gobierno se ocupa del Covid, la crisis económica, los desafíos de la política exterior, etc., en el mundo aislado de la realidad que es la oposición republicana ni siquiera se molestan por esos problemas.
En cambio, dedican su indignación a sus pequeñas mentiras, y las digieren hasta que se magnifican y se convierten en pequeños gritos de batalla, todo en un intento – quizás sin esperanzas – de unificar el partido Republicano de la crisis que le creó y le crea Donald Trump. O mejor dicho: para no mirar que el partido ya no existe.
Entre las pequeñas mentiras: que el presidente Biden va a prohibir las hamburguesas de carne: que los niños inmigrantes reciben un libro escrito por Kamala Harris, a cuenta del contribuyente; que se van a prohibir los libros de Doctor Seuss, que le van a cambiar o esconde el sexo a Mr. Potato Head, y muchas otras, producto de una imaginación afiebrada.
Pero ninguna mentira se compara a la histórica del fraude electoral. 65% de los republicanos creen que Biden es ilegítimo. La idea del fraude encabeza la lista de mentiras de Trump. En ese mundo se le da primeras planas al expresidente Trump quien a comienzos de abril dijo que los participantes del ataque de enero al Capitolio tan solo “abrazaban y besaban a los policías y los guardias”, cuando en realidad casi 150 de ellos fueron heridos.
Leyes contra el derecho al voto
Bajo el manto de ese mundo imaginario, donde las elecciones fueron supuestamente robadas, surgen centenares de leyes restrictivas de la libertad de expresión y el derecho al voto en 35 estados. La BBC recientemente publicó la lista de 361 proyectos de ley, a cual más restrictivo, y que se encuentran en diferentes etapas de legislación, votación e implementación.
El estado de Georgia – donde los republicanos perdieron en noviembre a sus dos senadores a los demócratas pero dominan la Legislatura y la gobernación – ya ha promulgado una serie de leyes draconianas que limitan el derecho a votar. Y como lo reconocen todos, esta fue solamente la primera salva, y se vienen más: Michigan, Texas y otros corren a aprobar sus propias disposiciones racistas y clasistas.
Corren, para hacerlo antes de que despertemos; antes de que se monte la oposición, antes de que el gobierno federal los trate de detener.
Para efectivamente detener esta gravísima erosión de nuestra democracia, la Cámara de Representantes aprobó la ley HR-1, un compendio de decenas de medidas protectoras de los ciudadanos. Originalmente presentada en 2019, cuando los demócratas recuperaron la mayoría en la Cámara Baja, cobra impulso.
Ahora, está en manos del Senado la decisión.
Qué hará la HR-1
La HR-1 o Ley Para el Pueblo, entre otros protegerá el voto por correo, establecerá el Día de las Elecciones como feriado nacional, requerirá que los estados ofrezcan registro de votantes hasta el mismo día de los comicios y que se pueda votar anticipadamente durante dos semanas o más.
Otra propuesta de ley, la HR-4 o ley de John Lewis por el recientemente fallecido congresista y líder de los derechos civiles, busca restaurar la histórica ley de Derecho al Voto que en 1965 amplió el caudal electoral a las minorías étnicas y que fue parcialmente anulada por una Suprema Corte conservadora.
La verdad es que estamos en una carrera contra el tiempo para detener la ola de legislación antidemocrática y antiminorías en los estados republicanos.
Sin embargo, pasó casi un mes desde la aprobación en la Cámara Baja y aún no ha habido debate en el Senado.
El presidente Biden en su discurso del 27 de abril ante el poder Legislativo pidió acelerar la votación: “El Congreso debe aprobar la Ley HR-1 y la Ley John Lewis de derecho al voto y enviarlas de inmediato a mi escritorio”.
El liderazgo demócrata está buscando consenso interno y el posible apoyo de uno o dos republicanos moderados, sin encontrarlo.
No hay tiempo
Mientras, los gobernadores republicanos firman leyes restrictivas. Y cínicamente, se presentan como paladines de la justicia, esgrimiento algo que nunca existió: el fraude.
Si se permite que se promulguen y divulguen, y si la ley HR 1 no es aprobada por el Congreso, los demócratas perderán los gobiernos y legislaturas en esos estados y sus increíblemente endebles mayorías en ambas cámaras.
Todo ello, con base en una avalancha de mentiras y una ideología extremista.