¿Vendrá un cambio de Era después del Corona Virus 19 (COVID-19)? No hay duda de que las relaciones humanas están siendo profundamente afectadas por las incidencias económicas y sociales del detestado virus.
Un mundo perturbado
El planeta que es nuestro hogar está perturbado por las desafortunadas y perversas acciones de sus habitantes. Hombres y mujeres de todo origen social han dañado el ambiente en algún momento, algunos con rasguños superficiales y otros con daño crítico.
También, y no menos desastrosa, ha sido la malvada y deliberada conducta de los seres humanos entre sí. Recordemos detalles de tantas guerras ocurridas y su millonaria lista de fatalidades. Evoquemos los bombardeos preventivos con sus daños colaterales materiales y personales. O los extensivos experimentos para probar medicinas en hombres y mujeres de países subdesarrollados que en lugar de resultar ilesos contraen una enfermedad que muchas veces es terminal.
Refiramos el tema de la inmensa cantidad de gente que sufre de hambre en la Tierra a consecuencia de la injusta división internacional del trabajo que genera a un grupo ínfimo de humanos desmesuradamente rico y mantiene a la inmensa mayoría paupérrimamente pobre. De manera que el mundo no es maravilloso, como nos dice Samtcho en su hermosa canción.
Nuestra civilización evolucionó desde la solidaridad primitiva hasta el complejo individualismo, mas ambas inclinaciones humanas aun se encuentran presentes. La segunda fue arropada por la primera, pero no la borró.
Solidaridad e individualismo
Pensamos que la sociedad del siglo pasado se organizó sobre la base de un individualismo que tornó en egoísmo. No obstante, las sociedades necesitan de ambas inherencias para prosperar sanamente. Deben contar con buenas porciones de solidaridad e individualismo.
La riqueza es un producto social, pero nadie por sí mismo puede hacerse inmensamente rico. Se requiere la ayuda de quienes proveen mano de obra y capacidad intelectual pero éstos no pueden ser tratados como mercancía. En lugar de ello, el empresario debe ver a sus empleados como seres humanos que tienen familia.
Deben recibir un salario que cubra sus necesidades. Porque –y esto es importante para el empresario- ellos son parte de la demanda general de bienes y servicios que estimula la vida del sistema económico y ayuda a mantenerlo en funcionamiento.
La primera acción emana de la tendencia a la solidaridad y la segunda de la inclinación por el individualismo.
El exagerado crecimiento del individualismo también puede observarse en los servicios profesionales. Tomemos de modelo a un profesional de la medicina que debe ser la típica dedicación de una persona que aprecia a la humanidad y tiene mucha solidaridad para ofrecer, hecho esto procedamos a comparar el médico de nuestros padres y abuelos con el que conocemos actualmente.
Médicos que trabajan para hacerse ricos
El tema va más allá de la diferencia en los honorarios –lo que por supuesto no es de menor importancia- pero donde hay que poner el foco es en la manera con la que los médicos atienden al paciente. Si asistimos a la consulta de un médico internista, en lugar de ser interrogados sobre los síntomas mientras nos examina (como se hacía en los años sesenta), permanecemos sentados frente a un escritorio respondiendo preguntas cuyas respuestas el médico introduce en su computadora. Luego nos extiende un récipe de indicaciones y medicinas y nos manda a casa.
Es muy poco probable que haga un completo examen físico porque es su computadora la que diagnostica. Si vamos a la consulta de un cirujano, la rutina será más o menos la misma, sólo que seguramente al final nos dirá que necesitamos de una operación, y si le preguntamos por una alternativa, responderá que no la hay.
No es difícil observar cómo se evolucionó desde la solidaridad al individualismo en el ejercicio de los servicios médicos. Sólo piensen en la cantidad de cirujanos reconstructivos y plásticos que atienden a “consumidores” en lugar de a pacientes en conexión con comerciales de TV, la industria fílmica y otros sectores.
No asentamos que se trate de algo moralmente cuestionable. Lo que deseamos enfatizar es que hasta ahora ha sucedido una evolución de esta profesión que pasó de la prevalencia de la gestión solidaria para ayudar a que la gente recuperase la salud, al predominio del individualismo en la manera con la cual los médicos procuran solventar problemas de salud. Pero también quieren alcanzar metas que van más allá de ello, como hacerse rico, por ejemplo.
Devoción y entrega de los médicos
Antes de continuar, reconocemos que un número importante de médicos se diferencia de la reseñada conducta y entregan mucha satisfacción a sus pacientes porque acompañan al conocimiento profesional con humana solidaridad.
Ahora bien, esta inercia de pronto se ve alterada porque con motivo de la pandemia del Covid-19 un nuevo hecho del sector salud nos confronta, y es que médicos, enfermeras y asistentes de salud han demostrado una sobresaliente actitud de devoción en el servicio que prestan a sus congéneres humanos enfermos por el virus.
La inmensa mayoría se ha dedicado a salvar vidas y mejorar la salud de la gente. Sin importar la exposición al contagio ni la muerte de compañeros que han sucumbido a la infección viral, ninguno ha retrocedido una sola pulgada. Ocurrió un cambio cualitativo importante.
Alrededor del mundo la gente viene tomando nota de esta transformación. Vemos en las noticias de TV como en muchas ciudades, a determinada hora, multitud de ciudadanos aplauden con entusiasmo a los equipos de salud que día y noche atienden a pacientes infectados con ejemplar dedicación.
Par nosotros esta es una clara señal de más cambios por venir en el mundo después del COVID-19. Suponemos que la economía también se ajustará a nuevas preferencias y metas de los seres humanos (y no sólo como consumidores) que darán sostén al mercado.
La Renta universal
¿Pasada la crisis, cómo la industria y el comercio darán estabilidad al mercado en el mundo después del COVID-19? ¿El concepto de Renta universal servirá a esos propósitos? Tenemos la positiva expectativa que con una Renta Universal el mercado tendrá un piso más abajo del cual no caerá, y esto proporciona seguridad a todos los miembros de la sociedad.
Estamos seguros de que llegarán más innovaciones. Como, por ejemplo, el caso de los políticos. Esta actividad responde más a una vocación de servicio social que a una profesión para hacer dinero aunque sea por una causa noble.
Lo que deseamos decir es que esperamos que un político no actúe como un abogado que presta servicios a un cliente y cobra sus honorarios. Por supuesto que el político tiene el derecho a ganar lo suficiente para brindar una vida decente a su familia. Pero no puede apuntar a conseguir toda suerte de lujos con avión privado incluido. Observamos que hasta los tempranos días del siglo pasado los políticos vivían con humildad, aunque conscientes estamos que existirían indecentes excepciones.
Sin embargo, hoy es al revés porque cantidad de políticos, muchos tal vez, llevan un flamante estilo de vida que no resiste una investigación relativa al origen de su dinero. Probablemente esto es algo que también cambiará, porque los votantes estarán pendientes de seleccionar los buenos entre los malos. Creemos que la ciudadanía, después de percibir la importancia de tener un poderoso sistema público de salud actuando frente a la pandemia, estará acicateada para actuar de esa precisa manera.
Cambio de valores en Wall Street
También es bastante probable que después de la paliza que el Covid-19 le proporciona a nuestra decadente sociedad vendrá un proceso de eliminación del exceso de bisutería. Como son los falsos valores que exhibe el actual Wall Street. Hace tiempo perdió la ruta, porque su actividad fundamental es la de ubicar los capitales necesarios para la expansión de la producción mediante la colocación de acciones de sociedades industriales o comerciales en el mercado abierto.
En lugar de ello los grandes brokers de Wall Street entusiasman un mercado de fantasía para la continua compra y venta de acciones en una suerte de oferta de “casino” para hacer fortunas. En realidad apuntan al cobro de comisiones y honorarios que drenan del dinero estancado en depósitos bancarios y otras instituciones financieras.
Todo ello sin importarles los conocidos problemas que vienen con el paquete y más temprano que tarde se presentan de manera explosiva. ¿Recuerdan la quiebra de 1929 y la crisis del 2008? Tal vez, después del Covid-19, veremos la inversión de esos capitales en negocios con propósitos sociales, algo que seguramente resultará del factible reajuste que ocurrirá en el mundo.
Al final de la pandemia, en el mundo después del Covid-19 que ahora castiga a los habitantes del planeta Tierra, creemos ver en el horizonte que se asoma una oportunidad para todos. Mientras la actividad del coronavirus se debilita y desaparece esperamos ser testigos del comienzo de una Nueva Era para la humanidad.
Ccs, 15 de abril de 2020
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