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El Museo de la Melancolía

El Museo de la Melancolía

En la ciudad de Palo Alto, dentro de los campos de la Universidad de Stanford, existe un museo. Se llama el Museo Cantor y su acceso es gratuito. Los domingos cierra a las cinco de la tarde y cuando no hace mucho calor, la brisa de la sequía pasa por las estatuas de Rodin que están dispersas en el jardín que lo rodea. Bajo la sombra de esos olivos, no se ven los pastos amarillos, ni se siente la escasez del agua. Cada dos o tres meses, traen diferentes exposiciones.

Museo de la Melancolía

Ayer encontré el proyecto de Mark Dion, titulado «El Museo de la Melancolía». Su nombre me recuerda al Museo de La Inocencia, en el barrio de Çukurcuma del distrito de Beyoğlu en Estambul, Turquía. Allí se encuentran los objetos que habitaron la historia de amor de Kemal por su lejana pariente Füsun escrita por Orham Pamuk, también creador de este particular museo.

El desafío a la pérdida desde los objetos

Leland Junior Stanford era el único hijo del matrimonio Stanford y murió a los 15 años, en Italia, al contraer fiebre tifoidea.
Un coleccionador amoroso de los objetos que impresionaban su mirada. «Hay golpes en la vida, tan fuertes, ¡yo no sé!”.. hubiera recitado Jane Stanford, quizás, si la contemporaneidad le hubiese permitido conocer los versos de César Vallejos.
Diez años después de ésta pérdida irreparable, en 1894, fundó junto a su marido Leland Stanford, el Leland Stanford Junior Museum. El terremoto de Loma Prieta de 1906, destruyó el edificio en su casi totalidad y también parte de la colección que allí residía.
Los Stanford una vez más fueron arrasados por la pérdida, como si la vida de ese hijo se les escapara siempre por entre las manos, y lo material estuviera destinado a ser una nube interior hecha de lágrimas y memoria.
En 1999, Iris y B. Gerald Cantor reabrieron el Cantor Center de Artes Visuales.

La voz de los elementos

La instalación de Mark Dion,»amor, muerte y duelo en Stanford», está amorosamente cuidada. De un inmenso mueble, con estantes de luz, se abren en la parte inferior, ante el desliz de las manos de los visitantes de la muestra, cajoncitos iluminados. Dion llamó a este mueble,»el gabinete de luto». Silenciosos, surgen los elementos de colección seleccionados en vida por el joven Leland. Papeles con membretes de otras tierras, rocas, huevos de pájaros, plumas, flechas, abanicos.
Leland practicaba el arte de observar y entre todos los elementos está este objeto único.

Museo de la Melancolía

Como si Leland hubiera reconocido el rumbo de su alma y lo hubiese guardado, para que nosotros en un domingo de sol, pudiéramos ir a charlar con él sobre la vida.
Lo sorpresivo de los destinos ante los finales mañeros y subrepticios, eso que llamamos «muerte».
A veces la finitud se apiada de nuestra pequeñez y aparece en forma de objetos, para besarnos el desconsuelo.

Autor

  • Adriana es educadora en el Distrito de San Carlos, California.Tiene una licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Políticas, de la Universidad Nacional de Rosario. Madre de Dante, un joven autista de 23 años, Adriana disfruta en escribir crónicas diarias, que ella ha titulado "Fotos con palabras". Sus textos pueden verse en Facebook. También ha publicado en las revistas Urbanave y en Brando, del Diario Nación y Página 12 Rosario.

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