Del Parque MacArthur de la hermosa canción surrealista sobre amores y lluvia y pasteles quedó sólo la leyenda. La realidad la reemplazó, primero con un foco para trueque de documentos migratorios falsos y de noche meca de homeless o de drogadictos – hasta la limpieza de 2005.
En 2006, el MacArthur Park, con su auditorio, área de juegos y picnic y centro para familias, con su prado y su fuente natural, se convirtió en el nuevo símbolo de la violencia policial en Los Angeles.
Aquí unos policías acabaron, con su lluvia de palos y 240 balazos de goma –¡pero ningún arresto de los provocadores!- con una marcha pro inmigrante del 1 de Mayo de 2007. Malamente, se llamó May Day Melée, la riña del Primero de Mayo.
Desconfianza e intimidación
Golpear a niños, mujeres y hombres pacíficos y ensañarse con periodistas escaló las tensiones, aumentó la desconfianza e intimidó a los latinos.
Y añadió un factor de urgencia al debate migratorio.
Los Ángeles nunca estuvo separada del resto del país. Las manifestaciones de 2006, cuando centenares de miles pidieron aquí reforma migratoria en un acto histórico sin precedentes, la pusieron en el epicentro del acontecer político nacional.
Pero las marchas de aquel entonces no tuvieron continuidad, y creció la incitación anti-inmigrante y racista en radios y emisoras. Se popularizaron los Minutemen como figuras míticas nacionalistas. Multiplicaron leyes y ordenanzas contra inmigrantes en todas partes. Pulularon redadas migratorias, deportaciones y separación de familias. Y dos nuevas demandas judiciales pretendieron, sin éxito, abolir la orden especial 40 por la que la policía de LA se abstiene de cazar indocumentados.
Mientras, languidecía la última iniciativa en un cuarto de siglo para la reforma migratoria.
Y al año siguiente, en la conmemoración de aquella marcha de 2006, mucho menor que la primera, atacó la policía.
La acción no fue espontánea o accidental, de unos cuantos agentes desobedientes, ni una extralimitación de funciones, sino todo lo contrario. Participó en ella una unidad de elite especialmente entrenada para hacer lo que hizo. Se emplazaron en perfecto orden y avanzaron como en las maniobras. Vestían uniforme y casco oficial y lo último en tecnología antimotines. ¿Quién dio la orden?
En cierta medida, las protestas y la exhortaciones a un cambio del LAPD – el Los Angeles Police Department – dieron lugar a unos cambios. No radicales, no desde afuera, pero concretos. Sigue siendo urgente. Porque LAPD es el dueño del monopolio de la violencia en Los Ángeles. Y la ejerció impunemente contra la población indefensa.
Porque en una unidad pequeña y militarizada como ésta, la línea de comando sabe –o debe saber- qué unidades participan y quién las conforma.
Hostilidad contra el pueblo
Así como el ataque en el Parque MacArthur en 2007 fue sólo una expresión de la hostilidad general contra el pueblo inmigrante, las soluciones son también generales. Pasaron 11 años y lo siguen siendo.
Cambio este artículo, originalmente escrito después del incidente, en 2018. Recuerdo que el jefe de Policía de aquel entonces, Bratton, pidió disculpas por la brutalidad policial. Quizás el entonces alcalde Antonio Villarraigosa así le pidió. Finalmente, leo en el Los Angeles Times, el comandante del operativo paramilitar fue depuesto de su cargo y la policía pagó indemnizaciones por 13 millones de dólares. Parte de ellas a los periodistas que fueron allí salvajemente agredidos.
Obviamente, el dinero salió de las arcas de la Municipalidad de Los Angeles, empleador de la policía. Es decir, del dinero público. Y el acuerdo monetario fue promovido por quien entonces era presidente del concejo municipal y hoy se encuentra en la etapa final de su ejercicio como alcalde, Eric Garcetti.