Salvando las distancias y las circunstancias: Los orígenes del actual partido de izquierda, FMLN, se remontan al quiebre que se dio en el seno del Partido Comunista (PCS), que se negaba a la lucha armada antidictatorial; el desafío fue inmenso para un grupo de 7 personas, encabezadas por Salvador Cayetano Carpio, que fundaron en abril de 1970 las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) “Farabundo Martí”. Los adversarios de la vía armada no daban un centavo partido por la mitad (como se dice en Cuba) por aquel proyecto y pronosticaban su fracaso en poco tiempo. “Ni montañas hay en El Salvador…”, eran sus argumentos; a los que Carpio respondió: “Nuestras montañas serán el pueblo”. El posterior desarrollo de la lucha popular y la guerra civil terminó demostrando con exactitud que Carpio tenía razón.
En la actualidad no se está ante el desafío de una lucha armada ni mucho menos de una posible guerra civil; nadie la quiere. La confrontación armada requiere de actitudes heroicas y, cuanto menos, estoicismo. El desafío en el tablero de ajedrez es la democracia, que implica menos audacia y voluntarismo, pero más constancia, aplomo e inteligencia. La democracia es el arte de los equilibrios en busca de las correlaciones de fuerzas que permita avanzar en beneficio de la sociedad en su conjunto.
La dirigencia del FMLN, que estuvo en los últimos tres quinquenios en el poder partidario, en menos de dos años ha tenido tres grandes fracasos: las elecciones para diputados y alcaldes de 2018, las presidenciales de 2019 y en las internas de junio del presente año. Óscar Ortíz llega a ponerse al frente de un partido con estocada de muerte. ¿Cuál es su apuesta? ¿Podrá con la pesada herencia del fracaso? ¿Quiénes le acompañan en esta perestroika guanaca que pretende impulsar?
Sus respuestas
“Todos, de hecho, hemos asumido la situación de crisis en la que caímos como Partido después de las elecciones presidenciales (marzo de 2019). Hubo varias señales que nos envió la población y no fueron correctamente captadas en su momento. Esto dio pie al desarrollo de un proceso interno adelantado y que no estaba previsto. Se desarrolló a escala nacional para poder elegir a la nueva dirección estratégica que iría a enfrentar este nuevo momento, que es de grandes desafíos para la izquierda y para el FMLN; sobre todo porque caímos en una situación que no habíamos tenido en los últimos 27 años, de ser siempre de las fuerzas políticas más influyentes en el plano municipal, legislativo y nacional, al final la población nos puso en una tercera posición”.
¿Qué más cree que se perdió?
“Nunca habíamos perdido un millón de votos (de un padrón nacional de un poco más de cinco millones de inscritos). Lógicamente tampoco habíamos perdido tanta influencia en política territorial y política sectorial. De un partido con grandes influencias territoriales y sectoriales nos convertimos en partido-aparato, que se veía más hacia adentro que leyendo la situación y los acontecimientos político-sociales hacia afuera. Algo más grave: se debilitó el contacto permanente con la comunidad, con los liderazgos naturales, con la base y la militancia”.
Existen sectores intelectuales y profesionales, de izquierda, que consideran que aún el FMLN no ha hecho una autocrítica a fondo de sus errores que los llevaron al fracaso. ¿Qué dice ante eso?
“Creo que se actuó de manera muy superficial… Sobretodo faltó mucho coraje y firmeza para aceptar autocríticamente las equivocaciones que fuimos cometiendo en los últimos años, más allá de los aciertos que también tuvimos. Está claro que esta falta de reconocimiento a profundidad de estos errores nos llevaron al resultado que se ha tenido”.
Y entonces…
“Consideramos es el momento de replantear a la izquierda y de manera especial al FMLN como un instrumento más importante de la izquierda. Ello requiere de un análisis muy autocrítico, de profundidad, sobre la nueva situación que el país vive. Hay que ver la nueva dinámica en que se mueve la demanda de los ciudadanos. Como FMLN nos quedamos muy por debajo de esas nuevas dinámicas y demandas en el marco de la democracia de la cual hemos sido parte fundamental”.
¿Cuáles crees y podrías enumerar los errores más graves que el FMLN cometió estando en los dos gobiernos?
“Cometimos el error de generar muchas obras y muchos proyectos sin que la gente los hiciera suyos. En los últimos 10 años, pero sobre todo en los últimos 5 años, ha sido el gobierno que más inversión ha hecho en la Historia, en un quinquenio. Está claro que en un proyecto como del FMLN, no basta sólo hacer cosas materiales o sólo llevarle ciertas soluciones a segmentos poblacionales. El otro gran componente es que la gente haga suyas esas obras”.
¿Pero cuál fue el error?
“Trabajamos duro, pero la gente nos sintió lejanos, distantes. No se logró articular una dinámica que la gente hiciera suya el desempeño del Gobierno, con nuevas formas de organización y cercanía por parte del Frente. La gente nos sintió absorbidos por el aparato público, por la burocracia institucional, dejó de percibirnos que éramos el partido que estábamos siempre con el pueblo en sus distintas etapas”.
¿Pero qué pasó con las demandas que el FMLN impulsaba con tanta beligerancia: el No a la dolarización, el No a la exclusión social, contra la injusticia, en contra del exceso de ganancia del empresariado?
“Hubo cambios importantes, quizás no todos fundamentales. Pero tuvimos una muy poca o muy débil capacidad de comunicar. Eso fue creciendo y generando un componente en el que a pesar de haber tenido capacidad de resolver temas importantes en un momento de construcción económica y social, la gente no logró percibir el buen nivel de comunicación. Por ejemplo: todos los sistemas de protección escolar… no tuvimos comunicación efectiva. Lo que hicimos en los sistemas de protección universal; los salarios mínimos son los más altos que se han logrado en el último quinquenio; cerramos con la inversión pública más alta en toda la historia del país. Entonces, el tema de la comunicación fue un tema totalmente débil y no se dio de manera transversal. Y también, sin duda alguna la gente –por la historia y por la costumbre tenía la percepción de presidentes anteriores con estilos muy distintos y altamente mediáticos-, pero el ex presidente Salvador Sánchez Cerén, fue de trabajar en equipo, pero en términos de personalizar la comunicación fue muy débil. La gente fue asumiendo un concepto de ausencia”.
He escuchado y leído dos conceptos de cómo se definen en el seno de la población los gobiernos del FMLN: corrupción e inutilidad…
“Si… Cometimos el error de no saber separar adecuada y firmemente aspectos que tenían relación con nuestra gestión. Por ejemplo, en el tema de corrupción pesó mucho el tema del expresidente Mauricio Funes, porque la gente lo asumía como que era parte inherente de toda tu dinámica y aun cuando él terminó el período –que lo terminó bien evaluado- se crea la situación que conocemos y la gente asume la percepción de que el FMLN era parte de eso; como que si el Frente lo apoyaba y lo respaldaba”.
Altas autoridades dijeron que lo respaldaban…
“Si, por eso digo… La forma de explicar, la forma de comunicar y de enfrentar el tema no terminó de convencer, sino que estableció la percepción de que eras parte de eso y que se estaba encubriendo algo grande. Y en el tema del segundo aspecto que se plantea, era básicamente que nuestra gente consolidó la percepción de ausencia, cuando lo que necesitábamos era más presencia. Al no lograr conectar un presidente que estaba delegando y con un estilo diferente, se terminó consolidando la percepción de que el FMLN a pesar que tenía todos los instrumentos para poder actuar, enfrentar y resolver temas, simplemente no hizo uso de ese mandato que le habían dado los electores”.
Quiero hacer una simbología. Le toca hacer una gran reestructuración del partido… Lo asemejo, por el símbolo, por su magnitud –salvando las distancias y circunstancias-, a lo que fue la perestroika de Gorbachov. ¿Cómo se aprecia Ud en el seno de estas circunstancias?
“Cuando me decidí a dar este paso mucha gente me decía: Oscar, no te van a dejar ganar… Me decían que el formato vigente estaba hecho para que se imponga la institucionalidad de la anterior dirección, con un enfoque de aparato. Sin embargo, participamos y ganamos. Estaba convencido de que si íbamos a hablarles a todos los militantes, a las bases y les hacíamos un planteamiento de futuro, iban a captar. Y ganamos, no sin antes enfrentar una serie de situaciones que hizo más compleja la situación. Hoy enfrentamos una situación histórica porque teníamos años de que no se generaban cambios de estas características. Y digo: o el Frente cambia o el Frente muere”.
¿Cuál es el cambio?
“Es recuperar la capacidad que tuvo el FMLN para enfrentarse a distintas situaciones adversas, pero partiendo de un factor: el poder de la gente, el poder de la comunidad, la cercanía y sobre todo, el acompañamiento en todo lo que la gente quiere y demanda”.
En síntesis: ¿Tu perestroika está en tu relación con las bases?
“¡Si! ¡Totalmente! … Este cambio que te estoy planteando sólo es posible para que tenga éxito para la izquierda y para el Frente del futuro si somos capaces de hacer participar activamente a todas las bases, a la militancia y a los simpatizantes… No hay otra manera”.
Este artículo fue originalmente publicado en Contrapunto: http://www.contrapunto.com.sv