Andrés Santos jamás imaginó que sus clientes sentirían tanto su partida.
Ayer fue su último día de trabajo vendiendo elotes en la concurrida esquina de Figueroa y la 57, en Highland Park. En 1997 empezó a vender allí, frente a un almacén de ropa, el esquite (elote en vaso). El sábado, con casi 60 años, tomará el avión.
Jubilado por amor
Luego de 23 años decidió jubilarse por varias razones; entre ella el amor. De modo que empezará una nueva vida en Toluca, Mexico, donde el vendedor de elotes ya compró una casa con parte de sus ahorros por la venta del maíz tierno cocinado, mezclado con queso y mayonesa.
– “Me siento muy triste, no sé qué voy hacer sin mis elotes…”, dijo Shana Reyes, que lo conoce desde que se asentó ahí hace más de dos décadas. Como ella decenas hicieron fila para saborear el delicioso maíz por ultima vez.
Parecía una fila para entrar al cine a ver una película de estreno. Esa es la popularidad con la que se despidió don Santos, su mirada complaciente y sus nervios controlados. Le daban halagos, mientras él, impávido, preguntaba:
– ¿Cuántos va a llevar? ¿Cuántas cucharadas de queso le pongo en este plato?
Un consejo para los jóvenes
– Le fue bien, don Andrés, ¿a que se debe?, le pregunto.
– Bueno, hay cosas que se hacen con pasión y con amor; y si además uno está recibiendo la capacidad económica, ahí se compensa todo – contesta este vendedor de elotes y vuelve a atender a sus clientes. Luego agrega un consejo para los jóvenes millenials: – que se enamoren de una sola cosa, la constancia.
– Y usted, ¿qué piensa de su partida? – pregunto a Martha García, clienta.
– Se va por el amor el señor, a casarse en Toluca, ¡eso me alegra tanto! – respondió. – Pero lo vamos a extrañar bastante.
Es que Don Andrés se reencontró con un amor antiguo, alguien con quien tuvo un romance hace 33 años. Esta historia que parece sacada de un cuento, le ayudó a tomar una decisión final este año, la de partir a la tierra que lo vio nacer. Para empezar otra vez de cero.
Con los ahorros de sus ventas de elotes, compró una casa en Toluca, donde empezará este nuevo capítulo de su historia.
– «Además», dice, «las ganancias, ya no eran como en años pasados».
[bctt tweet=» La historia de don Manuel Santos, el vendedor de elotes de Highland Park, una inspiración para quienes buscan su propósito en la vida. Una crónica de María Leonor Inca» username=»hispanicla»]
Se irán sin probarlo
Se interrumpe para advertir a la gente que espera que solo le quedan quince elotes, no más. Muchos de los que esperaban se quedaron sin probar esta delicia por ultima vez. Vuelve a nuestra conversación:
– Después de 23 años haciendo esto ¿qué siente al irse?
Le brotan las lágrimas:
– “Me voy más que agradecido con este país; este gran país me lo ha dado todo; y les aconsejo al resto, que sean agradecidos con este Estados Unidos, no reneguemos.
Paso de cliente en cliente, me hablan:
– Están super riquísimos, le echa como que los ingredientes del amor, se podría decir – dijo Shana Reyes.
Reconocimiento de la Ciudad
Quizás por eso este hombre hizo una carrera exitosa de la venta de elotes en esta esquina popular de Los Ángeles. Al verlo abrazar a la gente, comprendo que lo quieren por su calidez humana. Como prueba, le traen un reconocimiento de la alcaldía de Los Angeles por ser un ciudadano ejemplar. Su orgullo es evidente.
No podía despedirme de él sin que me compartiera la receta secreta de los esquites.
Don Andrés Santos, el más popular vendedor de elotes, sonríe y dice: – El secreto del sabor es el epazote y el caldo de pollo que le pongo al elote; pero hay que hacerlo con amor.
Y se señala el pecho.
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Texto, fotos y video: ©María Leonor Inca
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