Casi 20 años atrás en Europa se iniciaba una etapa de integración económica con la creación de la Zona Euro, que integran 19 países tan diversos como Finlandia, Alemania, Grecia e Italia. Precisamente en estas dos últimas naciones es que pudimos, en junio pasado, experimentar como visitantes curiosos algunos resultados acerca de la implementación de un sistema de moneda única controlado por el Banco Central Europeo y mayor libertad en la circulación de bienes y personas.
Turismo y crisis
Esto no es novedad alguna: Italia y Grecia son dos de los mayores paraísos turísticos que el mundo ofrece, por la diversidad de sus atractivos y la aceitada organización logística hotelera, gastronómica, transportes, playas y vida nocturna. Italia recibe más de 50 millones de visitantes extranjeros por año, 40 de los cuales pasan por su capital, Roma. A Grecia, el año pasado llegaron casi 30 millones de turistas, la mitad de ellos provenientes de la Eurozona.
El turismo es en consecuencia para ambos países una de las industrias más rentables que, año a año, sigue creciendo. Principalmente debido al aporte inmenso que llega de Oriente, en especial de China, el coloso que vive hoy una revolución económica que incorpora crecientes masas de población rural a la vida urbana industrial. Un proceso que ya abarca a más de un tercio de su población. Lo hemos visto en cada ciudad que visitamos: chinos en cantidades en el Coliseo romano, el Foro, o la Acrópolis griega, además del ya tradicional y abundante aporte de japoneses, estadounidenses, canadienses y australianos.
Pero, en paralelo al placer de contemplar sus tesoros históricos y sus playas ideales para el descanso y la contemplación y el disfrute de sus platos frescos y originales, hay un colectivo social que se nos presenta como un reclamo sordo; que nos estalla en la frente con el sonido de un llamado. Es la crisis del desajuste social que sufren quienes entraron en un sistema único económico donde han prevalecido las naciones más dinámicas, frente a la relativa debilidad de las zonas menos desarrolladas. Y tanto Italia como Grecia integran con otros países esta segunda zona, frente al predominio evidente de las poderosas Alemania y Francia.
La gran recesión griega
Grecia fue uno de los primeros países de la Eurozona en sufrir la crisis mundial del 2008. Era ya entonces uno de los P.I.G.S, sigla infamante que designaba a economías que rápidamente cayeron bajo los efectos de la gran recesión mundial: Portugal, Irlanda, Grecia y España. En los últimos 10 años, la economía griega sufrió una gran recesión con crisis bancaria, aumento de la deuda y creciente desocupación que llegó a superar el 25% y hoy todavía está en un muy alto 19%.
Lo vemos a cada paso en Atenas. Seres humanos durmiendo en las calles, plazas, debajo de aleros de edificios. Un taxista que nos lleva de Plaza Syntagma a nuestro hotel de Solomou Street, nos cuenta que recién en este 2019 se nota un pequeño repunte. Tras 10 años de caída, Grecia es hoy más pequeña que antes del Euro. Y es menos griega –¿Cómo? –Sí, es menos griega porque muchas empresas terminaron en manos alemanas o francesas, ya no son ni serán nuestras, nos dice, y hoy es para nosotros un país muy caro porque los salarios han bajado y además los inmigrantes trabajan por lo que les paguen.
Se refiere a la multitud silenciosa pero no menos notoria que, en las últimas cuatro décadas, ha ido llegando a la Europa Occidental, desde Sudamérica primero, la ex Unión Soviética después, y en estos años desde el Magreb, África subsahariana, Cercano y Medio Oriente asiático. Mozos indonesios y pakistaníes, conserjes peruanos y ecuatorianos, obreros albaneses y kosovares, vendedores ambulantes de Senegal e Indochina. Reciben no más de 500 o 600 euros mensuales, lo que contribuye a un creciente achatamiento de los salarios en general, afectando a los nacionales griegos e italianos y al consumo en general.
Los mismos síntomas en Italia
Siendo un país mucho más desarrollado, Italia sufre una situación similar, aunque no sea tan profunda la recesión como la griega. Nuestro primer día en Cagliari, capital de la Sardegna, tuvo los ingredientes que un turista puede mezclar con placer: descubrir sus callecitas curvas, repletas de restaurantes y tiendas, el puerto y la playa de Poetto, amigable y tranquila, pero también el drama de los trabajadores sardos que protestan en un hospital público, en pleno centro, por el cierre y privatización de varios servicios y especialidades. “La salute ´e un diritto, chiudere l´ ospedale ´e un delitto”, proclaman indignados. Hablamos con algunos de ellos y resulta que los cierres son en varias ciudades sardas.
Tiziana
Días después, en un hotel familiar de Piazza Dei Martiri donde nos alojamos en la siciliana Catania, su dueña Tiziana, de unos 50 años, refiere sus ajetreados esfuerzos por sobrellevar las dificultades económicas de su país. –Residíamos en Turín de donde soy oriunda, con Carlo, mi marido catanés y mi hija Sara. Él trabajaba desde hacía 17 años en una fábrica de carta (papel)que cerró en los años de la crisis de Fiat (2010-2011 y su posterior fusión con la Chrysler americana, proceso que concluyó en 2014) y fue despedido;entonces nos vinimos a Catania y alquilamos estepiso para el hotel. Pero solo trabajamos bien en verano y durante un par de fiestas muy importantes, como la de la Virgen de Sant´Agata, pero el resto del año se hace muy difícil pagar el alquiler.
Antonello
Salerno, en el sur de la península, fue nuestro siguiente destino, ya que nos quedaba equidistante de la Costa Amalfitana y de Paestum, dos sitios indispensables en el viaje. Allí nos recibió, en su pequeño hotel boutique, Antonello (52 años, salernitano). Él solo administra, limpia, sirve el desayuno y mantiene impecables las 5 habitaciones de uno de los establecimientos mejor calificados en los portales de empresas turísticas globales.
En las mañanas, mientras sirve café y cornetos exquisitos, se presta amable para conversar sobre el transcurrir de la bella Italia. –Hace años estamos parados, como en suspenso, crecemos muy poco, no hay el movimiento de antaño, no se construye y de a poco han ido cerrando algunas empresas y comercios. La industria ha reducido sus horarios de trabajo. Yo mismo no puedo tener empleados porque no podría pagarles y tener a la vez una ganancia. El euro nos ha perjudicado y no podemos competir con la tecnología, la eficiencia y el tamaño de Alemania, ni con los chinos, que copian los modelos europeos de productos y los venden aquí mucho más baratos.
Neoliberalismo
La Comisión Europea, organismo supranacional que rige la economía de la Unión Europea, ha tenido encontronazos frecuentes con Italia en relación con el déficit del estado y la deuda, que hoy representa más del 130% del PBI de la península y debe ser reducido al 60% en 20 años.
-En Italia quieren hacer lo mismo que en Grecia y en Argentina, concluye Antonello y vaya si sabemos lo que semejante afirmación significa en términos de achicamiento de la economía, primarización y decadencia.
El neoliberalismo es como una tribu de jíbaros financieros que avanza sin pudores reduciéndolo todo, tanto en América Hispana como en Europa Mediterránea.