La Roja se redime pero sigue sin convencer
Torrelavega (España). – Esta vez no hubo sorpresas desagradables. La Roja cumplió el guión previsto pero sigue sin convencer. Sin menosprecio alguno, un 2 a cero contra Honduras no presagia grandes cosas. Tal vez no convenga olvidar, otra vez, el tópico de “Así es el fútbol”.
España hizo un fútbol cómodo gracias a la debilidad de un rival, Honduras, que parece predestinado a ser la oveja negra latinoamericana. Las selecciones nacionales de Uruguay, México, Argentina, Paraguay, Brasil y Chile, figuran a la cabeza de sus respectivos grupos; Honduras es el farolillo rojo del grupo H (donde juegan Chile, Suiza y España).
“Así es fácil ganar, jugando contra los más flojos y fallando goles que ningún equipo latinoamericano va a perdonar”, decía Khalid, un inmigrante marroquí que en la barra del bar apuraba cafés respetando lo que aún le queda de fe islámica después de varios años en esta España pagana para tantas cosas que no tengan que ver con el fútbol. Es cierto. Un excesivo perdón de clarísimas ocasiones de gol es ingrediente necesario para perder partidos contra enemigos de enjundia.
El partido empezó con un público nervioso, bares y domicilios llenos de gente pegada a la televisión, calles por una vez silenciosas, celulares mudos, y banderas, muchas banderas rojigualdas colgando de las ventanas y balcones de los apartamentos y paredes de los bares. Los comentarios ambientales reflejaban un cierto sentimiento mezcla de temor y fe, ambos resultado de la mediática fiebre mundialista que muchos ciudadanos prefieren digerir en lugar de la tan temida (y sabiamente en vías de camuflaje – todo hay que decirlo – por parte del gobierno socialista, sindicatos y la oposición) reforma laboral que hará posible que algún día España empiece a rebajar un desempleo crónico del 20%… y creciendo.
Pero eso es política.
Anoche todo era fútbol y pocos serán quienes nieguen que con el pitido inicial del partido a las 8:30 p.m. hora local, el temor y la fe sobrevolaban en el ambiente. Temor por la insólita derrota inaugural contra los suizos; fe porque nadie piensa que jugando tan bien se puede perder antes rivales sin caché. Ayer España no jugó bien, perdonó goles cantados, pero ganó el partido a base de mucho correr.
No es ese el estilo de juego de la Roja.
A poco de empezar la segunda parte, con un cómodo 2 a cero a favor, “Los españoles parece que están cansados” decía Mauricio, un ecuatoriano que apoyaba a los hondureños sin mucho entusiasmo. Villa y Torres, arietes de la armada española, erraban estrepitosamente remates a bocajarro, incluso un penalti el primero. El cansancio era palpable en las postrimerías de un partido que llevaba casi media hora “dormido” más por impotencia propia que por otra cosa.
Ese, tampoco es el estilo de juego de la Roja.
En esta primera fase mundialista a España le queda un partido contra Chile el viernes, y en el grupo H todo está por decidir. Lo lógico sería que Chile y España pasasen a la segunda fase, pero al socorrido “Así es el fútbol” se le une ahora la poca lógica habitual en el universo del cuero esférico. Hay varias combinaciones posibles y anoche, mucho antes de que acabase el partido, los analistas peloteros ya estaban elucubrando hipótesis para todos gustos y colores. Lo cierto es que con el pitido final del partido, muy pocos fueron los que se fueron del bar contentos a casa.
Ni el ensordecedor ruido de las babéeselas, ni lo cuestionable de algunos arbitrajes, ni la mediocridad de algunos equipos, ni el frío invernal en el hemisferio sur, ni la ligereza de un balón impredecible en su trayectoria, sirven para justificar la pobreza general del fútbol europeo en general y del español en particular.
La acostumbrada prepotencia europea empieza a quedar en entredicho por la contundencia latinoamericana (la Tricolor mexicana es un magnífico ejemplo). Ni siquiera el rotundo 7 a cero de Portugal a Corea del Norte sirvió ayer para que los lusitanos (con el semidios Cristiano Ronaldo al frente que por fin marcó) se situasen a la cabeza del grupo G, hegemonía que impone – ¿cómo no? – Brasil. Y sin hacer [Brasil] su mejor fútbol tampoco.
Inglaterra se diluye entre aburridos empates, lo mismo que Italia (aunque estos acostumbran a empezar así los Mundiales cosechando después réditos extraordinarios). Alemania da una de cal y otra de arena, igual que España, con la diferencia de que la Roja es favorita, mientras que la idolatría teutónica yace en los anales de la FIFA.
¡Y los franceses! Bueno, mejor ni hablar. El caos del equipo pronostica una próxima intervención del pequeño Napoleón, Nicholas Zarkozy, el hiperactivo presidente galo poco dado a ridículos y desplantes hoy de moda entre “Les Blues”. La facilidad con que México les hizo dos goles – que pudieron ser más – revela circunstancias que los otrora prepotentes franceses sólo concebían en los demás. La Tricolor no les derrotó, les humilló.
Así se va escribiendo el Mundial desde esta orilla. Poco a poco, partido a partido empieza a cundir la idea de que será un equipo latinoamericano quien se lleve el Mundial africano. ¿Favoritos? Los de siempre, Brasil y Argentina. Solo que esta vez Brasil no asusta y Argentina empieza a hacerlo.
Eso se sabe aquí creo que bien, especialmente los hinchas del Atlético de Madrid, Real Madrid y Barcelona, clubes donde tres puntas letales – el Kun Agüero, el Pipita Higuaín y Lionel Messi – rubrican con goles y malabarismos balompédicos sin igual por otros lares, eso que bautizaron en Brasil como “O jogo bonito”. Eran otros los tiempos en los que el pibe de Oro maravillaba las masas allá donde jugaba (estadios europeos por lo general); ahora Maradona tiene que dirigir, cosa muy distinta.
Así es el fútbol. ¿Alguien da más?