Entre 1909 y 1969, a la hora de decidir cuándo una situación de emergencia ameritaba la limitación de las libertades individuales contenidas en el Congreso, Estados Unidos se manejó según la doctrina del «peligro claro y presente», Clear And Present Danger.
Si la nación experimentaba un peligro claro e inmediato, determinó una resolución de aquel entonces de la Corte Suprema, podían contemplarse medidas que restringiesen la libertad de expresión.
El término formalmente ya no existe. En 1969 fue reemplazado por el mismo tribunal por otro más preciso: «Acción ilegal inminente», o Imminent Lawless Action.
Pero el término caló en la población e incluso fue el nombre de una película contemporánea sobre un presidente corrupto con Harrison Ford como primer actor.
Peligro claro y presente, y también acción ilegal inminente, describen correctamente lo que sucede en estos días en Estados Unidos, donde se sigue desarrollando un intento de golpe propiciado por el mismo presidente Trump luego de que perdió las elecciones en noviembre y con el propósito de mantenerse en el cargo.
Mirado desde aquí el cuadro es diferente. Estamos a menos de una semana después del ataque al Capitolio por hordas al servicio de Trump, yel país reacciona con energía al intento de insurrección.
Momentos terribles
Más detalles se descubren, a medida que los testigos – entre ellos congresistas de ambos partidos – narran los terribles momentos que vivieron. Muchos de ellos, temiendo por sus vidas se parapetaron en sus oficinas hasta que lograron huir.
Agentes federales armados resistieron embates en las puertas que llevan a la sala de deliberaciones del Senado.
Entre los asaltantes había diferentes grupos armados y organizados listos para efectuar secuestros e iban munidos de esposas plásticas.
Dos bombas incendiarias se hallaron cerca de las sedes partidarias, y según infieren las autoridades, eran reales; tenían la intención de llamar la atención y distraer a los defensores mientras se desarrollaba el ataque central.
Cinco personas murieron. Decenas de defensores están heridos.
Se derrumba Trump
Es masiva la condena a la intentona de los fanáticos. Twitter y Facebook han privado a Trump de su principal amplificador y desde entonces, oh milagro, parece que perdió la voz, porque no se atreve a presentarse a una conferencia de prensa en donde deba responder – o no – preguntas. Sin su cuenta de internet es como un niño sin juguetes.
Al medio alternativo Parlor que permitía el mensaje subversivo lo quitaron de internet por el momento. Hay decenas de arrestos de participantes en varios estados. En el Congreso se considera otro juicio político contra Trump, que amerita un comentario aparte. Los senadores Ted Cruz y Josh Hawley que lideraron la farsa del fraude electoral pierden donantes y apoyo partidario.
Ahora sí, muchos republicanos comprenden la real naturaleza del Trumpismo y sacuden la cabeza con tristeza pensando en lo que ya pasó. Se preguntan qué será del GOP – Good Old Party, como les gusta llamarse – después de esta crisis. Y nada más.
Todo esto no es suficiente.
Ataque a la toma de posesión
Porque el 20 de enero, la toma de posesión de Joe Biden será por fuerza un evento multitudinario. Y los rebeldes, inspirados por Trump, se disponen a ejercer la violencia. Lo dicen abiertamente, aunque desde el anonimato. Es un peligro claro y presente.
Ahora mismo están coordinando estrategias, eligiendo armas, municiones y explosivos.
Hablando de matar.
No hay que desdeñar su capacidad. Entre ellos hay soldados capaces, condecorados en acción e incluso altos oficiales como un teniente coronel de Texas, ya arrestado. Gente con experiencia en la inteligencia militar y la CIA.
No pocos policías y ex soldados tomaron parte del crimen. Creen que cuentan con el apoyo implícito de policías en servicio y de los miembros de la Guardia Nacional, que son civiles reservistas.
Células terroristas
Sí, se teme una repetición de lo ya sucedido, con miles de participantes armados, y en 50 estados. Pero peor, que pequeñas células o individuos intenten ataques terroristas en cualquier parte del país. Sus blancos podrían ser sus respectivas Legislaturas y gobernaciones, los medios de comunicación y las sedes de Twitter o Facebook.
Políticos demócratas e incluso republicanos que hasta ahora fueron un espejo de Trump como el vicepresidente Mike Pence podrían ser, ellos mismos, blancos de atentados porque perdieron el favor del aspirante a dictador.
Por todo esto, lo correcto en este momento es dejar de mirar lo pasado y enfocarse en el peligro claro e inminente a la toma de posesión de Biden, en poquísimos días.
Precisamente porque Trump no habla no significa que no esté tramando más destrucción. Al contrario. Trama más destrucción. Su imaginación malévola no acepta límites.
Gobierno, manos a la obra
Tenemos que tomar conciencia del peligro que nos acecha, propiciar una movilización general capaz de ahogar toda intentona de rebelión y prevenir más víctimas.
Ante el peligro claro y presente, las agencias de gobierno federal y estatales deben coordinar entre sí la prevención de más violencia y propiciar la transferencia pacífica del poder.
La ciudadanía debe cooperar: alejándose de los focos de protesta, enviando a las autoridades información sobre los sediciosos si la tienen, evitar exacerbar la situación con provocaciones. Y buscar siempre la comprensión y solidaridad entre los hombres y mujeres de buena voluntad de este país, para que podamos seguir adelante nuestra vida en democracia.