Hugo Chávez, el comediante solitario

Mario Vargas Llosa parece un energúmeno cuando se refiere al presidente venezolano Hugo Chávez. Su animadversión hacia este personaje suele enturbiar sus normalmente lúcidos análisis políticos. Ciertamente que no parece estarnos hablando un casi casi premio Nobel de Literatura

Mario Vargas Llosa parece un energúmeno cuando se refiere al presidente venezolano Hugo Chávez. Su animadversión hacia este personaje suele enturbiar sus normalmente lúcidos análisis políticos. Ciertamente que no parece estarnos hablando un casi casi premio Nobel de Literatura.

Hugo Chávez encarna hoy a ese personaje cuasi legendario que grandes escritores hubiesen deseado que existiera hasta no hace más de dos décadas.

Al no existir, se inventaba, originando notables novelas como Yo, el Supremo, de Roa Bastos, o El otoño del patriarca, de García Márquez. Sin duda, que muchos anhelábamos ese personaje huracanado que pudiera contrapesar el casi incontrarrestable poder que yanquilandia ejercía a través de sus militarcillos mestizos repartidos por el continente. Pero hoy, que lo tenemos, que existe realmente, junto a evos, correas, alanes, lulas, ortegas, kirchneres y bacheletes, parecemos no estarlo apreciando en su justa dimensión histórica. Más bien nos dejamos envolver por la poderosa prensa derechista americana que demoniza el intento redistributivo del jerarca. Sabemos que Chávez es un comediante solitario, un artista de la improvisación política, un voluntarioso histrión que tarde o temprano morirá o será derrocado junto con su desprolija revolución y quizás por eso mismo no parece tan peligroso y hasta reímos con él.

Será bravucón, atarantado, simplón, fanfarrón, abrutado, ladino y payaso, pero creo que Chávez es un personaje que le hace bien a la literatura, tanto como a las clases más pobres de Venezuela, que por primera vez reciben asignaciones directas de la enorme riqueza llanera que siempre les fue tan esquiva.

Es además de un Robin Hood, también un Nat King Cole, un Lucho Gatica, un Fred Astaire, un Jerry Lewis, un Cantinflas, pero por sobre todo, un tipo que nos alegra y nos sorprende cotidianamente, y nos despeja, cada tanto, el espesor grisáseo del horizonte.

Estoy casi convencido que si Chávez no hubiera existido, muy probablemente el mismo Vargas Llosa lo habría inventado.

Escritor chileno. Licenciado en Historia en la Universidad de Chile. Nació en San Fabián de Alico en 1972. Ha publicado ensayos, crónicas y relatos en diversos medios americanos y europeos. Es autor de las novelas Ameba y El odio, y de los libros de relatos La vida continúa y El insomnio de la carne. Todas sus obras han sido publicadas por Sanfabistán Editores. Columnista en HuffPost Voces (EEUU) e HispanicLA (EEUU) y controvertido bloguero político cuya voz independiente se ha expandido a todo el mundo hispanohablante. Se le ha descrito como un autor de pluma corrosiva, provocadora y amarga.

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