ICE bajo Trump se pone a su servicio, y para juntar puntos de cara a las elecciones, el gobierno federal ha estado activando al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. (ICE) y acelera sus acciones contra inmigrantes indocumentados, allí donde estén.
Ataque a las ciudades santuario
Especialmente en las ciudades santuario, esto es, aquellas jurisdicciones – también hay estados o condados – que para proteger a su población inmigrante de los excesos y persecución de las agencias federales, han decidido limitar la cooperación de sus propios departamentos de policía, sheriff o cárceles con «la Migra».
El ataque contra las ciudades santuario es uno de los más estridentes gritos de batalla del presidente Donald Trump, incluyendo intentos ilegales de recortarles fondos federales, además de demonizarlos a los ojos de sus propios e incondicionales simpatizantes.
Esta semana, expertos médicos denunciaron que al menos 19 mujeres adicionales detenidas en un centro de inmigración en Georgia sufrieron cirugía ginecológica innecesaria sin su consentimiento.
Esto se agrega a las listas de decenas de mujeres que salieron a la luz pública después de que una enfermera que trabajó en el centro asistiendo a los médicos denunció la cruenta práctica.
Un grupo de congresistas demandaron del director de ICE Tony Pham el cierre de las instalaciones y la puesta en libertad condicional de los allí confinados. No obtuvieron hasta ahora respuesta a su misiva y han publicado su contenido en los medios sociales.
Multas punitivas en iglesias
Además, abogados y activistas están denunciando que ICE está imponiendo multas de hasta medio millón de dólares a personas que se refugiaron en iglesias que les han dado refugio y no salen por temor a la deportación, en una obvia represalia para silenciarlos.
Esto, más la intensificación de anuncios de redadas antiinmigrantes en todo el país confirman nuna vez más que ICE ha sobrepasado su misión inicial para convertirse en una fuerza militarizada centrada en el encarcelamiento prolongado y expulsión de inmigrantes a quienes considera en su totalidad, criminales.
Una idea que tiene el apoyo irrestricto del Presidente.
Este proceso comenzó después de los ataques de 9/11, pero experimentó una aceleración en 2003, cuando bajo el presidente Bush hijo, el Servicio de Nturalización e Inmigración INS fue reemplazado por las tres nuevas agencias del departamento de Seguridad Interna:, Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), ICE y los Servicios de Ciudadanía e Inmigración.
Las culpas de Obama
El encarcelamiento masivo de indocumentados inició en 2003. Pero fuerza es reconocer que se amplió bajo la presidencia de Barack Obama.
Quien firma entrevistó a Obama en la Casa Blanca en 2012 e inquirió el porqué, en lugar de promover una reforma migratoria como había prometido en su campaña electoral, había roto los récords de aprehensiones en la frontera, detenciones y creación de espacios de encierro para inmigrantes.
Obama, encolerizado como lo define el Washington Post, me respondió que había dedicado todos sus esfuerzos a la aprobación de la reforma de salud hoy bautizada como Obamacare porque era lo que su capital político permitía, y que no era posible emprender ambas reformas simultáneamente.
Empresas privadas participan en el negocio operando enormes cárceles para inmigrantes y cabildean constantemente por su ampliación, un negocio que se catapultó a un valor de más de cinco mil millones de dólares en aquel entonces, lo que también detallé en un artículo de investigación en el Huffington Post.
Sin embargo, todo lo que criticábamos de Obama en aquel entonces parece remoto, algo como el «Allá lejos y hace tiempo», porque empeoró completamente con ICE bajo Trump. El actual presidente, como se sabe, desde el primer día de su campaña electoral en 2015 caracterizó a los migrantes mexicanos como narcotraficantes, violadores y criminales, y basó su campaña electoral en la hostilidad hacia el extranjero.
ICE bajo Trump, una aberración
El resto es historia conocida y miserable. Sobrevino la detención de madres con sus hijos, la separación de miles de familias y el encierro en jaulas de niños arrancados de los brazos de sus padres.
Hace una semana, un grupo de abogados y activistas a quienes un juez federal encargó localizar a los niños arrancados de sus padres informó que según el gobierno, 545 de ellos no han sido localizados. Se le perdieron.
¿Dónde están los niños arrancados a sus padres? ¿Quién los tiene? ¿Quién sabe su paradero? ¿Están todos vivos, sanos? Cada pregunta es como un cuchillo en el alma y no hay respuesta, porque la política de Trump ha ensordecido a los gobiernos y permitido una vorágine hacia la crueldad que es cada vez más espantosa y que no tiene límites conocidos.
Ahora, ICE bajo Trump se plegó virtualmente a la campaña electoral de Trump desplegando enormes carteles de “Buscados” en Pennsylvania, demonizando aún más a los inmigrantes en ciudades santuario.
En ellos presentan semblantes – verdaderos o ficticios – de inmigrantes criminales (los hay) a quienes supuestamente las ciudades santuario pusieron en libertad. No hay nombres, por lo que no se puede verificar lo que alegan, pero vale una correción. Todos los que fueron puestos en libertad, si fueron criminales, ha sido después de cumplir su pena carcelaria por delitos que habrán cometido y por los que fueron hallados culpables en corte.
Cuidado con el futuro
Pese a que el crimen en las ciudades santuario bajó y no subió como consecuencia de la medida de protección a los inmigrantes, ICE aspira a ampliar las fronteras geográficas de su alcance y la violencia que utiliza para conseguir sus objetivos.
La desgracia aún está en ciernes. Si Trump gana un segundo período de gobierno, o se queda en el poder ilegalmente, o incluso si entregase la Casa Blanca, antes del 20 de enero, más actos extremistas serían causados por ICE bajo Trump.
Pero seguiremos denunciando estas aberraciones, que apuntan al carácter peligroso y represivo de una institución que requiere un cambio significativo.