Jorge Campos: de vendedor de casa en casa a empresario inmobiliario

Historias de inmigrantes exitosos

Cuando a los 18 años, Jorge Campos emigró de México a Los Ángeles, tenía el sueño de ser el “Schwarzenegger mexicano”, pero cuando vio los vicios que rondaban el fisicoculturismo, se decidió por las ventas, sin imaginar que un día tendría su propia empresa inmobiliaria.

“A mi siempre me ha gustado el fisicoculturismo. Terminé la high school en México y viné a Los Ángeles, porque aquí está lo mejor cuando uno se quiere dedicar a esa actividad deportiva”, dice.

Sin embargo, el joven inmigrante de la ciudad de Acuña en el estado fronterizo de Coahuila, México, se encontró con que si quería triunfar como fisicoculturista, tenía que entrarle al consumo de los esteroides anabólicos usados por muchos atletas para aumentar rápidamente la musculatura, a cambio de riesgos para la salud.

“Yo quería ser fisicoculturista para mantenerme saludable, pero no quería tomar esteroides que tarde que temprano me iban a pasar la factura”, dice.

Contento por su familia y su negocio inmobiliario. (Araceli Martínez).

Además se desanimó mucho cuando descubrió que como culturista no iba a ganar dinero. “No hay mucho de donde mantenerse”, explica.

Así que abandonó su sueño, pero no se regresó a México como hubieran querido sus padres para que estudiara en la universidad una carrera tradicional de médico, abogado o ingeniero.

“La ciudad de Los Ángeles me encantó. Me di cuenta que aquí había muchas oportunidades, y decidí quedarme y dedicarme a las ventas”, cuenta.

Y empezó desde abajo, a principios de la década de los 90. “Me puse a vender calzado en abonos, puerta por puerta en el Valle de San Fernando. Yo vendía y cobraba”, dice.

A sus padres no les quedó otra más que aceptar la decisión del hijo. “Mi padre es maestro, fundador del Cebatis – una preparatoria (secundaria) de gobierno en México. Él como padre se preocupaba porque sus hijos fuéramos sobre algo seguro con estudios universitarios, y lo entiendo ahora que soy padre. En esa época ser emprendedor no era algo apreciado en México”, dice.

Pero Jorge se resistió a seguir los deseos de su progenitor. Él ganaba más con la venta de calzado de casa en casa que sus amigos ingenieros en México. Así que le siguió y le fue bien.

Jorge Campos, empresario inmobiliario de Los Ángeles. (Araceli Martínez).

Tanto que años después abrió su propia mueblería en Arleta, un barrio del Valle de San Fernando en Los Ángeles. Así pasaron varios años hasta que una clienta que apareció en su negocio, lo hizo cambiar de giro comercial.

“Un día fue una señora a comprarme muebles. La cuenta fue por 4,000 dólares. Le advertí que no le podía vender en abonos. Ella me dijo que me iba a pagar en efectivo”, recuerda.

Sorprendido, el inmigrante le preguntó en qué trabajaba. “Ella me respondió que se dedicaba al área de préstamos para la compra de casas”.

Aún más lleno de curiosidad, volvió al ataque con más preguntas. «Dónde puedo aprender esa carrera. Yo te enseño, me dijo”.

De la mano de la desconocida clienta, Jorge comenzó la carrera en Bienes Raíces. Vendió la mueblería y se metió de lleno. “Me convertí en un broker para préstamos de casas”, dice.

Hace 14 años creó su propia empresa inmobiliaria a través de una franquicia Century 21 Plaza, y se estableció en la ciudad de Granada Hills, una comunidad residencial del Valle de San Fernando en Los Ángeles.

Invitó a sus hermanos Óscar y Enrique, quienes vivían en otros estados de la Unión Americana para que participaran.

“Unimos fuerzas y nos asociamos”, dice.

En la actualidad, entre agentes de Bienes Raíces y personal de oficina, tienen 112 empleados.

Al hacer un recuento de sus más de tres décadas de inmigrante, Jorge considera que su éxito, se lo debe a la disciplina, constancia y motivación.

Claro que ha habido días malos en los que le han dado ganas de tirar la toalla. “Lo que hago esos días es no echarle mucha cabeza porque hay veces que la mente nos juega trucos muy feos para desmoralizarnos. Trabajo como robot, sin pensar mucho hasta que los malos pensamientos se van”, comenta.

Y reconoce que le ha ayudado mucho leer sobre las vidas de personas que han alcanzado éxito en los negocios. “Cuando uno lee, se da cuenta que ellos pasaron por lo mismo, y que es normal tener esos momentos de duda o pesimismo. Ellos comenzaron y han pasado por lo mismo”, dice.

Jorge obtuvo la residencia de Estados Unidos en 1993 y la ciudadanía en el 2012. “Yo entré con una visa de turista, y sí fue incómodo estar sin papeles porque no puedes conseguir los trabajos que quieres, pero siempre tuve claro que quería sobresalir y no quedarme donde estaba. La residencia y la ciudadanía me hicieron sentirme más seguro”, dice.

Al grado que hace cinco años, fundó una cadena de establecimientos de jugos saludables por varios sitios de Los Ángeles. “Le pusimos Movita Juice Bar. Tenemos diez tiendas, y vendemos jugos, smoothies de frutas y acai-bowls. Todo es con fruta fresca y orgánica porque queremos contribuir a la salud de los angelinos. Ese negocio va a crecer mucho”, pronostica.

Y crear este negocio de jugos saludable es una respuesta a su pasión por la salud que no ha olvidado a pesar de no haber sido fisicoculturista.

Jorge Campos empezó desde abajo hasta tener su propia empresa. (Araceli Martínez).

Para triunfar, este inmigrante mexicano recomienda a otros inmigrantes que se junten con personas que ya han salido adelante y sigan su camino. “Son gente que les puede dar dirección hacia donde vayan”, dice.

Comenta que en ocasiones la gente se desanima de un negocio porque ya hay muchos, pero si se le hacen cambios pueden tener éxito. “Muchas veces, uno tiene en la mente irse por cierta dirección, pero en el trayecto te das cuenta que hay que hacer ajustes a tu proyecto inicial, y ahí está el negocio”, expone.

Jorge confía que su mayor felicidad ha sido lograr un balance entre su vida familiar y el trabajo.

“De nada me serviría tener éxito en mi negocio, si mis hijos, mi esposa, mis hermanos y mis papás no estuvieran bien. Así que la clave que me hace sentir muy satisfecho y contento, es ese balance, porque lo económico no lo es todo”, dice.

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Araceli Martínez Ortega tiene más de 20 años de experiencia como periodista en California. Trabaja para La Opinión desde 2006, fue corresponsal de este diario en el capitolio estatal de Sacramento; y desde 2013, está en Los Ángeles, cubriendo temas de la política local y estatal, además de asuntos comunitarios. Antes de unirse a La Opinión, trabajó para Univision San Francisco, y ha sido colaboradora constante de Radio Bilingüe.

En México, trabajó para el diario El Universal, y diferentes medios impresos y de radio en Sonora, México como el diario El Imparcial, Radio S.A. y Radio Mujer, entre otros. Ha recibido una variedad de reconocimientos. Los más recientes son los dos premios que se llevó este año, otorgados Ethnic Media Services.

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