Me invitaron a un evento aquí en Los Ángeles en el que iba a estar nada menos que la candidata presidencial Kamala Harris.
Pero aclaremos que no era un evento en el que los simpatizantes se congregan en un estadio y vociferan su apoyo con carteles y banderas en el aire (como los que me gustan a mí). Este era un evento privado en el Hotel J.D. Marriott de Los Angeles.
Stevie Wonder, Jessica Alba, Demi Lovato, Alanis Morissettee y Lily Tomlin fueron algunas de las celebridades presentes que animaron la reunión, en esa tarde del 29 de septiembre, previo a la aparición de la vicepresidenta Harris.
Finalmente, con la canción Freedom como fondo y una audiencia que estalló entusiasmada, se anunció que, por favor, se diera la bienvenida «a la nueva presidenta de los Estados Unidos”.
“¡Qué lindo es estar en casa!”, dijo Kamala Harris quien tiene una residencia en Brentwood.
Recaudación de fondos
El objetivo de la reunión no era para convencer a nadie ya que California está claramente alineada con el partido demócrata, sino que para era recaudar fondos. En definitiva, para ver cuán generosos son los angelinos en este año de elecciones presidenciales. Una generosidad que es crucial ya que en el sofisticado mercado de la política contemporánea no se ganan elecciones con buenos deseos sino que con personal, oficinas, propaganda y toda una serie de logística que implican ´money´. Mucha ´money´.
La invitación venía acompañada con un pedido de donación mínimo de $500 dólares e iba in crescendo hasta $1,000,000. Al final se estima que se recaudó alrededor de $28 millones de dólares.
Yo doné… bueno, yo doné una pequeña cifra (una cifrita) que no voy a revelar, pero que fue más que lo que jamás haya donado para causa alguna. Y la verdad, espero nunca tener que hacerlo de nuevo. Después de todo, no soy una persona de muchos recursos. Por el contrario, la mayoría de mi vida estuve en el sector educativo y, de acuerdo a mis ingresos, se puede decir que soy clase media. O sea, la casa, el autito y de vez en cuando el viaje de vacaciones.
Entonces, ¿por qué diablos (perdón, pero todavía me duele el bolsillo)… por qué diablos aporté a la campaña de Kamala Harris lo que, se podría decir, no tengo?
¿Por qué? Bueno, simplemente dicho, porque hay una emergencia. Una e-mer-gen-cia. Nunca antes en la historia contemporánea de esta nación sus instituciones democráticas confrontaron tal amenaza existencial.
Y que quede claro que yo vengo de un país de dictaduras, censura, violación de derechos humanos, así que creo que sé un poco de qué hablo.
“Esta es probablemente la elección más importante de nuestras vidas y es probablemente la más importante en la vida de nuestro país”, dijo la vicepresidenta Kamala Harris en su discurso que duró aproximadamente media hora.
Dos opciones diferentes
Y no es que últimamente haya mucho para festejar en “la vida” de nuestra democracia capitalista. Ahí están en la vidriera las imperfecciones: las tremendas desigualdades económicas, el racismo, la xenofobia, los ataques de odio contra la comunidad LGBTQ, la brutalidad policial, los límites a los derechos de la mujer a controlar su cuerpo… y la lista es larga.
Pero es lo que hay. Y lo que hay, en mi opinión, es mucho mejor que lo que se presenta como alternativa. Mucho, mucho mejor. Porque no cabe la menor duda que si retorna Donald Trump a la Casa Blanca arribaría un tiempo tenebroso.
“Esta elección se trata sobre dos visiones muy diferentes de nuestra nación…” dijo Harris.
La vicepresidenta habló de una “economía de oportunidades”, de una sociedad tolerante, de restaurar el derecho al aborto, de la importancia de sindicatos, e hizo especial referencia al Proyecto 2025 que los aliados políticos de Trump han presentado como una agenda ultraconservadora para reformar a nuestras instituciones.
“¿Pueden creer que pusieron esa cosa (el Proyecto 2025) por escrito?”, dijo la vicepresidenta.
Un proyecto totalitario
De verdad, no se puede creer que los conservadores trumpistas hayan publicitado un documento tan incendiario que, de implementarse, implicaría dejar atrás reformas y conquistas sociales y retroceder más de cien años.
El Proyecto 2025, para quien todavía no haya tenido la oportunidad de espantarse con su lectura, se trata de un trabajo elaborado por la ultraconservadora Heritage Foundation en el que se delinea lo que sería una Administración Trump II.
En el Proyecto se sugiere que, desde el primer día de la Administración Trump, se nombre aliados en puestos políticos claves que garanticen la reconfiguración de la estructura política, económica y social de la nación. Una reconfiguración que, por supuesto, reflejaría el extremismo ideológico de los autores del documento.
Implicaría abrirle las puertas a un Trump que ya afirmó públicamente que quiere ser dictador, que usaría al Departamento de Justicia para perseguir políticamente a sus oponentes, que iniciaría una operación masiva para detener y deportar a 11 millones de inmigrantes, que limitaría los derechos civiles, políticos y laborales. En otras palabras, un Trump que transformaría a los Estados Unidos en el país totalitario que Orwell imaginó en su libro 1984.
A votar
Faltan unas cinco semanas para la elección del 5 de noviembre. Y no sé lo que cada uno piensa, lo que sí sé es que los errores cuestan caro.
Ya no se puede jugar la carta del ´independiente´, del ´moderado´, cuando hay fuerzas totalitarias que acechan. En este momento histórico existe la obligación cívica, la obligación moral, de tomar partido. Eso significa educarnos sobre el peligro que acecha y denunciar ante nuestros familiares y amigos, nuestros compañeros de trabajo y vecinos, el peligro que Donald Trump representa. No podemos seguir ciegos ante la amenaza de este hombre que miente, discrimina, amenaza.
El 5 de noviembre es fundamental salir a votar y asegurarse que otros voten. En persona, por correo, lo que sea, pero votar.
La opción es más que clara.