Hay algo que los emporios estadounidenses Google, Intel, eBay, Yahoo y Sun Microsystems tienen en común: fueron fundadas por inmigrantes. Lo asevera la investigación “America’s New Immigrant Entrepreneurs”. Gracias a sus contribuciones Estados Unidos es líder en las nuevas tecnologías. Incluso cuando aún no existe un mecanismo para otorgarles una residencia permanente a estos intelectuales.
El estudio realizado en 2007 por las universidades de Duke y Berkeley detalla que el 25 por ciento de las empresas de alta tecnología creadas de 1995 a 2005 en Silicon Valley, California, fueron fundadas por inmigrantes.
El liderazgo de los estudiantes extranjeros también se refleja en el informe del Instituto de Política Migratoria denominado “La inmigración y el futuro de los Estados Unidos: Un nuevo capítulo”. Alli se afirma que el 50 por ciento de los estudiantes matriculados en los programas de postgrado en ingeniería del sistema de educación estadounidense han nacido en el extranjero.
Estas estadísticas que muestran la contribución de los inmigrantes en las áreas de ingenierías y otras ciencias exactas, pareciera no importarles a los políticos que toman decisiones en materia de inmigración.
Una muestra es la negativa del Congreso para aprobar el Dream Act y convertirlo en ley. Este mecanismo permitiría que estudiantes extranjeros menores de 35 años que llegaron antes de los 16 años de edad obtengan una residencia permanente.
La iniciativa que beneficiaría a alrededor de 825,000 estudiantes inmigrantes, entre los cuales sin lugar a duda se encuentran “cerebros brillantes”, aseguraba su permanencia legal en Estados Unidos y abría las puertas para que jóvenes que tengan un título universitario o estén por graduarse se quedaran e implementaran sus conocimientos.
La Fundación Nacional para la Política Americana considera de alta prioridad que el país tenga un mecanismo para que a los estudiantes internacionales destacados se les garantice un empleo que les permita a aspirar a una green card.
En la actualidad la mayoría de los extranjeros graduados en institutos y universidades estadounidenses hacen sus maletas y regresan a sus países de origen, porque ven una serie de obstáculos para quedarse a vivir en Estados Unidos. Por ejemplo, para obtener una residencia permanente el tiempo de espera es de 6 a 20 años, un documento indispensable para trabajar.Esta “mano de obra” formada en la nación del norte vuelve a sus respectivas naciones con muchas ganas de implementar novedosos proyectos, donde hasta cuentan con el tiempo de sobra para montar un negocio. Los más beneficiados con su regreso son Asia y Europa.
Cuesta arriba
Quienes deciden quedarse como “inmigrantes ilegales” batallan con muchos escollos para conseguir empleo, porque la falta de documentos que acrediten su estancia legal les condena en la práctica a una vida clandestina.
Incluso las cosas no son fáciles para aquellos que están protegidos por un salvoconducto como un asilo político o un Estatus de Protección Temporal (TPS). Ese es el caso del salvadoreño Abner Rivera Romero que se graduó en julio de este año de ingeniero civil en la Universidad Estatal de California (California State University).
En este año, él ha solicitado empleo en diversas empresas, donde luego de varias entrevistas los encargados de recursos humanos le han dicho que no pueden otorgarle el trabajo porque solo cuenta con el TPS.
Lograr terminar su carrera en menos de cinco años y contar con una trayectoria de estudiante destacado no son motivos suficientes para que pueda tener un espacio en el mercado laboral. Lo único que importa es que tenga documentos.
El joven ingeniero, que llegó a California cuando tenía ocho años, ha pensado en emigrar a Alemania, donde el Gobierno a partir de este año ha fortalecido un programa para facilitar a las empresas la contratación de mano de obra calificada en las áreas de tecnología e investigación.
Necesidad de personal calificado
La negativa a implementar el DreamAct se suma a la ceguera e ignorancia de imponer desde 1990 un límite de visas H-1B, que permiten el ingreso de trabajadores extranjeros con conocimientos especializados.
Diversas investigaciones han determinado que estas 65 mil visas, otorgadas cada año, son insuficientes para las necesidades de las empresas estadounidenses que requieren cada vez más mano de obra calificada que no encuentran entre los ciudadanos y residentes de Estados Unidos.
El Instituto de Política Migratoria resume la problemática en la siguiente frase: “Es una relación a ciegas entre la política de inmigración y las prioridades económicas y sociales de Estados Unidos”.
La falta de un mecanismo para reclutar a los extranjeros con “mentes brillantes” que se forman en sus instituciones educativas, revela una miopía presente y una falta de visión para el futuro porque el papel de líder económico y de innovación del gigante norteamericano está en juego. Lo ideal sería que junto al diploma de graduación se les otorgue la green card a los estudiantes.