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Las misteriosas mutaciones que hacen de Delta la variante del virus más contagiosa hasta ahora

Imagen del nuevo coronavirus capturada, ampliada y coloreada en el Rocky Mountain laboratories, en Hamilton, Montana. FOTO: NIAID / FLICKR

A primera vista, las mutaciones de la variante delta de covid, altamente contagiosa, no parecen tan preocupantes.

Para empezar, delta tiene menos cambios genéticos que las versiones anteriores del coronavirus.

“Cuando se supo que la epidemia en la India estaba impulsada por delta, nadie imaginó que sería tan mala o que superaría a otras variantes”, dijo Trevor Bedford, biólogo del Centro Fred Hutchinson para la Investigación del Cáncer.

Se equivocaron.

Delta ha mantenido algunas de las mutaciones más exitosas encontradas en variantes anteriores, pero también contiene nuevos cambios genéticos que le permiten propagarse dos veces más rápido.

Delta es más peligrosa en muchos aspectos. Tiene un período de incubación de cuatro días, en lugar de seis, lo que hace que la gente se contagie antes. Cuando comenzó la pandemia, las personas contagiaban el coronavirus original a un promedio de dos o tres personas. Hoy, los infectados por delta contagian, en promedio, a seis.

Hasta hoy, la variante delta había causado al menos el 92% de las nuevas infecciones en los Estados Unidos, según covariants.org, una empresa de investigación en Berna, Suiza.

Aunque la variante delta no es necesariamente más letal que otras, puede matar a un gran número de personas simplemente porque infecta a muchas más, señaló el doctor Eric Topol, fundador y director del Scripps Research Translational Institute.

Los científicos han secuenciado las mutaciones de delta, pero todavía están tratando de entender su relevancia, afirmó Angela Rasmussen, viróloga de la Organización de Vacunas y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Saskatchewan. “Cuando vemos que las mismas mutaciones aparecen de forma repetida e independiente, eso sugiere que son importantes”, dijo Rasmussen.

Los científicos son los que mejor conocen las mutaciones de la llamada proteína pico (o espiga), que sobresale de la superficie del virus como un garrote, y que se han estudiado con mayor intensidad por sus graves ramificaciones, explicó Rasmussen. El coronavirus utiliza la proteína pico para entrar en las células humanas, y sus cambios pueden ayudar al virus a evadir los anticuerpos.

Los científicos creen que una de las zonas más importantes de este pico es la región de unión al receptor (RBD), la parte específica de la proteína que permite al virus engancharse a un receptor en la superficie de nuestras células, dijo Vaughn Cooper, profesor de microbiología y genética molecular de la Universidad de Pittsburgh.

Los receptores son como enchufes o estaciones de acoplamiento que permiten a las proteínas interactuar con la célula. Una vez que el virus consigue entrar en la célula puede causar estragos, secuestrando la maquinaria genética y convirtiéndola en una fábrica de virus.

La preocupante mezcla de delta

La rápida propagación de delta resulta sorprendente, ya que carece de las dos mutaciones que volvieron tan temibles a las variantes anteriores.

Delta no tiene la mutación N501Y que se encuentra en las variantes alfa, beta y gamma, que les permitía invadir las células con más éxito que el virus original. Esa mutación cambió un aminoácido —un bloque de construcción de proteínas— en el RBD, el receptor del virus que lo ayuda a penetrar la célula.

Delta también carece de la mutación E484K, que ha hecho que la variante gamma sea tan preocupante. Este cambio genético, a veces llamado “Eek”, permite que el virus se propague incluso entre personas vacunadas.

(Los científicos utilizan el alfabeto griego para nombrar las variantes que más preocupan).

“La ‘D’ de delta significa ‘diferente’ y un ‘desvío’ hacia una ruta de mutación genómica distinta”, indicó Topol. “Pero no significa ‘destrucción’”, agregó, señalando que las vacunas existentes contra covid siguen siendo eficaces contra la variante delta.

Las vacunas protegen a las personas de covid, proporcionándoles anticuerpos que se adhieren a la proteína pico, impidiendo que el virus entre en las células. Al reducir drásticamente el número de virus que entran en las células, las vacunas pueden evitar que las personas desarrollen una enfermedad grave, y también hace que sean menos infecciosas para los demás.

Delta comparte mutaciones con otras variantes exitosas. Al igual que todas las cepas identificadas, delta contiene una mutación pico llamada D614G, a veces conocida como “Doug”, que se volvió omnipresente el año pasado.

Los científicos creen que Doug aumenta la densidad de la proteína pico en la superficie de las partículas víricas y facilita la entrada del virus en las células.

Delta también tiene una mutación espiga llamada P681R, que se parece mucho a una mutación de la variante alfa que produciría cargas virales más altas en los pacientes, según Cooper. Las personas infectadas con delta tienen 1,000 veces más virus en sus vías respiratorias, lo que las hace más propensas a propagar el virus cuando estornudan, tosen o hablan.

La mutación P681R, que también se encuentra en la variante kappa, está situada al inicio de una parte del genoma llamada sitio de escisión de la furina, explicó Cooper.

La furina es una enzima humana natural a la que el coronavirus secuestra: la usa para cortar la proteína pico en una forma óptima para entrar en la célula, dijo Rasmussen, apuntando que la nueva mutación hace que esa obra sea más eficiente.

Otra mutación delta, que también se encuentra en kappa y épsilon, se llama L452R. Los experimentos sugieren que esta mutación, que también afecta al RBD, actúa impidiendo que los anticuerpos neutralicen el virus, explicó Cooper.

Estas mutaciones parecen ser más formidables en equipo que por separado.

Los cambios genéticos “ciertamente hacen algo, pero no es del todo evidente por qué esa combinación hace que la variante delta sea más apta”, dijo Bedford. “Que se junten parece ser la clave”.

Delta también ha desarrollado cambios genéticos que no se ven en otras variantes.

Una de esas mutaciones pico es D950N. “Esto puede ser diferente”, apuntó Cooper. “No lo vemos en ningún otro sitio”.

Cooper explicó que la mutación D950N es diferente porque está situada fuera de la región de unión al receptor (RBD), en una zona del genoma del coronavirus que lo ayuda a fusionarse con las células humanas. Esta fusión permite al coronavirus verter su material genético en esas células.

Esta mutación podría afectar a los tipos de células que infecta el virus, lo que le permitiría dañar diferentes órganos y tejidos. Las mutaciones en esta región también se asocian a una mayor carga viral, dijo Cooper.

Delta también contiene mutaciones en una parte de la proteína espiga denominada dominio N-terminal, que proporciona un “supersitio” para que los anticuerpos se adhieran al virus e impidan su entrada en las células, apuntó la doctora Hana Akselrod, especialista en enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad George Washington.

Las mutaciones en esta región hacen que los anticuerpos monoclonales sean menos eficaces en el tratamiento de covid, y aumentan la capacidad de la variante delta para escapar de los anticuerpos generados por la vacuna, señaló Akselrod. Esto podría explicar por qué las personas vacunadas son ligeramente más propensas a infectarse con delta, lo que les causa una enfermedad leve, pero les permite contagiar el virus.

El comportamiento futuro de delta

Los científicos dicen que es imposible predecir exactamente cómo se comportará delta en el futuro, aunque Topol aseguró: “Va a empeorar”.

Topol señaló que los brotes de delta suelen durar entre 10 y 12 semanas, ya que el virus “arrasa” entre las poblaciones susceptibles.

Si Estados Unidos sigue el patrón observado en el Reino Unido y los Países Bajos, los contagios podrían pasar del actual promedio móvil de siete días de 42,000 casos a 250,000 al día. Sin embargo, Topol indicó que es poco probable que Estados Unidos sufra las elevadas tasas de mortalidad observadas en India, Túnez e Indonesia porque casi la mitad de la población está totalmente vacunada.

Mientras algunos estudios han concluido que la vacuna de Johnson & Johnson estimula anticuerpos fuertes y persistentes contra delta, un nuevo informe encontró que los anticuerpos provocados por una sola inyección pueden no ser suficientes para neutralizarla. Los autores de ese estudio, de la Escuela de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, sugirieron que podría ser necesaria una segunda dosis.

Dos dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech protegen al 94% de las personas de cualquier infección sintomática por la variante alfa, en comparación con el 88% contra la variante delta, según un nuevo estudio publicado en el New England Journal of Medicine. Dos dosis de la vacuna de AstraZeneca protegen al 75% de las personas de la variante alfa y al 67% de delta.

Cooper dijo que las vacunas contra covid ofrecen una protección notable. “Siempre celebraré estas vacunas como uno de los logros científicos de mi tiempo”, remarcó.

La mejor manera de frenar la evolución de las variantes es compartir las vacunas con el mundo, vacunando al mayor número de personas posible, enfatizó Bedford. Como los virus sólo sufren cambios genéticos cuando se propagan de un huésped a otro, detener la transmisión les niega la oportunidad de mutar.

Que el coronavirus desarrolle variantes más mortíferas “está totalmente en nuestras manos”, afirmó Cooper. “Si el número de infecciones sigue siendo alto, va a seguir evolucionando”.

Al no contener el virus mediante la vacunación, el uso de mascarillas y evitando las multitudes, se está permitiendo que el coronavirus se transforme en formas cada vez más peligrosas, advirtió el doctor William Haseltine, ex profesor de la Escuela de Medicina de Harvard que ayudó a diseñar tratamientos para el VIH/SIDA.

“Está mejorando, y lo estamos haciendo mejor”, dijo. “Tener a la mitad de la población vacunada y a la otra mitad sin vacunar y desprotegida: ése es el experimento que yo haría si fuera un demonio y tratara de diseñar un virus destructor de vacunas”.

Este artículo fue originalmente publicado por Kaiser Health News.

Autor

  • Liz Szabo

    Liz Szabo, Senior Correspondent for Kaiser Health News, is an enterprise reporter focusing on acute care and end-of-life issues. She has an extensive background in medical reporting, including 12 years as a health writer at USA TODAY, where she led a yearlong series on the neglect of people with mental illness. Her work for USA TODAY won the prestigious Victor Cohn Prize for Excellence in Medical Science Reporting. Her investigation of dangerous doctors, written while working at The Virginian-Pilot in Norfolk, Va. in 2002, won two National Press Club awards and led Virginia lawmakers to toughen state laws for disciplining physicians.

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