¿Se puede teletransportar un actor maya a una clase que acaba de leer una reseña sobre él? ¿O un joven director mexicoamericano ante los que ven el cortometraje que filmó para el Sundance? Es lo que hacemos en nuestra clase de “college” junto a las montañas de Pasadena. Spanish for Native Speakers.
Al fin y al cabo estamos a un trecho de autopista de Los Angeles, cuna del cine y meca de la inmigración mundial, cuyo pulso vital son los hispanohablantes desde el tiempo en que Ramón Novaro y Lupe Vélez salieran de Durango y San Luis Potosí dejando atrás un país conmocionado por la Revolución.
Hoy muchos siguen escapando de la guerra contra el narco, el desempleo y la pobreza, mexicanos y centroamericanos. Hace un mes ocurrió la masacre de Tamaulipas y mis estudiantes leyeron el artículo que publicó en HispanicLA Miguel Olmedo Valle “desde la vergüenza”. Fue un momento tenso porque la mitad de mis estudiantes son centroamericanos y la otra mexicanos.
Aún se oyó algún que otro “si no te metes con los narcos no te hacen nada”, tan consabido, pero ante la imagen en la pantalla, de los 70 muertos indocumentados tirados al suelo boca abajo con las manos atadas y la mordaza puesta, ni los Youtube de narcocorridos ni Machete podían con el recuerdo de sus propios abuelos o padres. Es una forma de que vean, escuchen y sientan la relatividad del tiempo y el espacio en la ciudad de Los Angeles.
A las dos semanas llegaron a hablarnos dos jóvenes: un ejecutivo mexicano de Univision, Luis Sandoval, teatrero del Frida Kahlo, y un director y productor oriundo de Texas, Oscar Arvizo, ex-estudiante mío, que nos mostró su cortometraje inédito sobre dos hermanos indocumentados, Dreamig in a Time of Hate, antes de enviarlo al Sundance.
De nuevo se desdibujaban las fronteras ante mis estudiantes. Ya no les parece tan difícil abrirse camino en estos tiempos. Bilíngües, biculturales, formados e informados, al día sobre Latinoamérica y L.A., habituados a los medios de comunicación hispanos.
Esta semana le tocó el turno a Guatemala y a un kakchiquel de nombre Manuel Chitay Cos.
Es un actor maduro a sus venticinco años, trajo a cuestas la historia maya y nos las hizo sentir entretejida en sus palabras, su flauta, su actuación hipnotizante en “Sentado sobre un árbol caído”, escrito por su paisano Emanuel Loarca, premio nacional guatemalteco de dramaturgia.
Manuel es parte del grupo de teatro que dirige el dramaturgo Rubén Amavizca Morúa en el Frida Kahlo de Los Angeles. ¿Y ahora qué?
Gael García Bernal está en L.A. para inaugurar “También la lluvia”, y quiero que mis estudiantes vayan a verla como parte del capítulo sobre Bolivia. Porque dudo que se le pueda teletransportar a clase.
[In memoriam del periodista argentino
Alejandro Balotta,
de su trágico fin
y el de su esposa Alejandra]
Pasadena City College/Grupo Sinergia, teatro Frida Kahlo, Los Angeles