Los Castro abortan su última chance

El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) pasará a la historia como la última oportunidad que tuvieron los hermanos Castro y demás “históricos de la Sierra” de enfrentar con valentía y decencia la crisis crónica por ellos provocada durante medio siglo de tiranía.

Por el contrario, el evento reafirmó la soberbia del régimen y dio un portazo a toda racionalidad para mejorar las cosas y aliviar al menos el sufrimiento de los cubanos. La frustración fue muy grande para quienes por darle a Raúl el beneficio de la duda por primera vez en décadas albergaron la esperanza de que de allí saliera un tímido haz de luz en medio de las tinieblas.

Fue el propio régimen el que creó expectación en los preparativos del evento, pero luego, al suprimir las 45 propuestas de cambios reales que hizo la población, quedó claro que todo fue fabricado para asegurarse una buena cobertura de los medios de comunicación internacionales y decir de una vez que habrá capitalismo de estado a la castrista y nunca de tipo chino o vietnamita que es el que clama la propia militancia comunista cubana, y que no habrá otra apertura o flexibilización que no sea el “timbirichismo” artesanal de corte medieval ya en marcha, imprescindible para evitar el colapso total de la economía.

Otro interés clave fue el de mostrar que Fidel Castro sigue siendo el guía de la nación, ahora desde su residencia de Punto Cero. El congreso en buena medida fue su obra. El evento lo ratificó y vitoreó como su inspirador ideológico y político con citas constantes suyas en el Informe Central y en todos los debates, y porque de la mano de Raúl el evento dejó un sabor jurásico a tono con la línea inmovilista del comandante.

Y aquí me parece importante precisar que si bien no es Fidel ya quien dirige el país propiamente, debido a la admiración sin límites que siente Raúl por su hermano él acepta los requerimientos del dictador histórico de que toda decisión importante la consulte con él. Además, dado el ego de Fidel, aunque por razones de salud no puede asumir cargos oficiales no ha dejado de dar órdenes. Siempre las dará, al menos mientras Raúl viva.

¿Y la renovación?

En cuanto a la renovación de dirigentes Raúl sepultó las esperanzas de aire fresco en la nomenklatura al precisar que los más jóvenes no están lo suficientemente preparados para sustituir a la gerontocracia actual. Medio siglo es muy poco tiempo para “aprender”.

El colmo fue que como los “históricos” son octogenarios o están a punto de serlo, el congreso recomendó que ningún jerarca del régimen esté más de 10 años en su cargo. Fue una jugada estupenda para hacer creer que se quiere democratizar el socialismo cuando el verdadero propósito es garantizar que el actual consejo de ancianos siga gobernando mientras viva.

Clara expresión de la posición retrógrada del congreso fueron el nombramiento del guardia rojo José R. Machado Ventura –muy impopular entre la militancia de base– como segundo secretario, el del represor Ramiro Valdés como tercer jerarca del régimen, y la exclusión del Buró Político del ministro de Cultura Abel Prieto, el único integrante no “duro” de esa instancia durante 14 años, y quien incluso fue dejado fuera del Comité Central del PCC, síntoma inequívoco de que ha caído en “desgracia” y muy pronto perderá también su cargo ministerial.

El saldo petrificador del congreso se ve al trasluz en la nueva composición de la cúpula dirigente. Entre los 15 miembros del Buró Político (BP), hay sólo tres caras nuevas. De nuevo vemos a los seis generales de mayor rango, a Ramiro Valdés y a Machado Ventura. Ellos conjuntamente con Fidel –líder tras bambalinas—conforman el grupo de los nueve hombres más poderosos de la nación en lo político, militar y económico. Lo eran ya y lo siguen siendo. Sin contar a Fidel, el promedio de los 8 todopoderosos es de 74.3 años. Y con el caudillo es de 75.4 años.

Los otros siete miembros del nuevo Buró Político no tienen ni sombra del poder que tienen sus colegas élite. Han sido llamados al exclusivo club sólo porque necesitan tener “alto nivel” jerárquico para que los respeten en los sectores clave en que se desempeñan. Por ejemplo, Ricardo Alarcón está allí únicamente porque le “corresponde” por ser presidente de la Asamblea Nacional. Es el mismo caso del secretario general de la CTC, Salvador Valdés Mesa, el del coronel de inteligencia Marino Murillo, a cargo ahora de la “actualización del modelo económico socialista”. Ni ellos ni los cuatro restantes tienen poder real.

El promedio de edad de los 15 integrantes es de 67 años, pero su núcleo determinante, como vimos, sobrepasa los 74 años. Si tenemos que la edad promedio del Consejo de Estado roza los 70 años resulta que la cúpula gobernante cubana es la más anciana de la Tierra.

En China y Vietnam, que en los años 80 emulaban con los soviéticos en la longevidad de su dirigencia comunista, ya no es así. Hoy la edad promedio del BP del PC de China es de 63.8 años, y la de la cúpula vietnamita es de 61.6 años. Y no hay ninguna otra élite gobernante planetaria que compita con los casi 75 años de la de Cuba.

Burla a los “vejestorios” soviéticos

Lo irónico es que hasta los años 80 en Cuba se burlaban de los “vejestorios” que integraban la dirección gubernamental y partidista de la Unión Soviética y de Europa del Este, China, Vietnam, Mongolia y Corea del Norte.

Fui testigo presencial de cómo el propio Fidel Castro hacía chistes en privado sobre el “asilo de ancianos” soviético y el chino. Aquellas bromas eran comunes entre la nomenklatura castrista. Cuando en 1981 se supo que Brezhnev estaba delicado de salud la cúspide cubana se mostró preocupada de que asumiese el mando el número dos del Kremlin, Mijail Suslov, ideólogo del PC y director de “Pravda” en los tiempos de Stalin, porque tenía 79 años.

El dictador cubano dejó de hacer bromas sobre la edad de los dirigentes soviéticos cuando asumió la dirección del país alguien más joven que él: Mijail Gorbachov.

En fin, el VI Congreso del PCC no fue sólo la última oportunidad del castrismo de hacer algo por el pueblo cubano, sino que reafirmó el rumbo hacia el precipicio y continuará agravando la crisis que está convirtiendo en ruinas a una nación que en 1958 duplicaba el ingreso per cápita de España y casi igualaba al de Italia.

La moraleja de esta cumbre castrista es tan sencilla como desoladora: con los Castro, Cuba no tiene salvación posible.

Roberto Alvarez Quiñones (1941), periodista, economista y licenciado en Historia cubano residente en California, con 40 años de experiencia como columnista en el área económica, primero en Cuba en el periódico “Granma” (1968-1995), y simultáneamente en la Televisión Cubana, donde fue comentarista de economía internacional, desde 1982 a 1992. Profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana desde 1982 a 1992.
Llegó a EEUU en 1995, y en 1996 comenzó a trabajar en el diario “La Opinión” de Los Angeles, donde fue editor y columnista de las secciones de Negocios, Latinoamérica, El Mundo, y el suplemento “Tu Casa” (bienes raíces), hasta 2008. Actualmente es analista económico de Telemundo (TV), y escribe columnas y artículos para varios medios en español de EEUU y España. Es autor de 6 libros, 4 publicados en La Habana y 2 en Caracas, Venezuela. Ha recibido 11 premios de periodismo.

4 comentarios

  1. Estimado Jorge Salas ‘Antara’. De la revolución castrista quiero creer que “algo” conozco. Imagínese que con apenas 20 años de edad fui “Delegado Interventor de la Revolución” de dos bancos canadienses (Royal Bank of Canada y Bank of Nova Scotia) y un banco norteamericano (The First National City Bank of New York) . En mi casa éramos 5 de familia y todos menos yo vinieron para USA. Yo no quise venir con ellos porque me enamoré perdidamente de la utopía social y revolucionaria.

    O sea, yo fui de los apasionados que tomaron el “cielo por asalto” (la Bastilla cubana). Fui de los fundadores de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR) que luego cambió de nombre a Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y luego del Partido Comunista en el que milité hasta el mismo día en que vine “de visita” a los 54 años de edad, a ver mi familia (en 1995) y ya no regresé más a mi entrañable isla tropical. Luego traje de Cuba a mi esposa y tres hijos.
    Como periodista de “Granma” desde 1968 hasta que vine para USA, y como comentarista económico de la TV Nacional tuve también que conocer “algo” de la realidad del país, la cual aprendí a manipular tal y como corresponde a todo periodista radicado en Cuba. Visité como periodista o profesor invitado todos los países de Europa del Este excepto Polonia, y otros países europeos, de Latinoamérica (incluyendo tres meses en México) y Asia. Como profesor universitario impartí clases de Filosofía, Historia de la Filosofía, así como de Economía Política e Historia de las Doctrinas Económicas, pues quiera yo, o no, soy economista e historiador. Eso me hace pensar que tal vez de socialismo, marxismo, y leninismo, etc, etc, alguna idea tengo también. Con el Che Guevara hablé personalmente dos veces (1962 y 1963). Y muchas más veces con Fidel Castro.

    Le agradezco que haya leído mi artículo y que se haya tomado el trabajo de escribir un comentario. Es su derecho. Por cierto, he podido practicar respetuosamente el derecho de los demás a opinar distinto y a expresar y escribir yo mismo lo que pienso, sólo fuera de mi país. En Cuba eso cuesta demasiado caro: hasta 20 años de prisión, el hostigamiento perenne y mítines de repudio organizados por el régimen.

    Como ve, conozco la historia y la realidad cubana no por lo que dice la propaganda del gobierno, sino porque la VIVI INTENSAMENTE. De alguna manera fui protagonista de ella. Y ahora tengo ya 70 años.
    Por eso quisiera pedirle respetuosamente que, por favor, no me diga que no conozco bien la historia de mi país. Yo le deseo de corazón que jamás tenga usted que padecer una tiranía tan devastadora –de toda una nación– en su hermoso país.
    Respetuosamente
    Roberto Alvarez Quiñones

  2. Pus, será el sereno, pero lo cierto es que la forma comunista del oriente demostro no ser tan bueno desde el momento que cayó. Lo mismo con el socialismo que bien el che lo habia visto y lo vaticinó. Cuba NO es comunista aún, y creo su propia forma, la cual sigue y no por dictadura. Recordemos que la victoria de la revolucion fue por haber iniciado desde sus bases populares, -que por cierto por eso mismo fracaso la lucha revolucionaria del mismo che en Africa, Guatemala y Bolivia; la CIA fue la que se dio cuenta de que sin sus bases populares no conseguiria la victoria nunca, tan así que quedo solo y alli lo acabaron-; Me parece que el autor de este breve ensayo y critica o es anticastrista -muy su derecho- o no conoce plenamente la historia de la revolucion cubana, que comienza con un ideal, y una doctrina politica que arranca desde lo mas profundo del pueblo cubano. Recordemos tambien los avances en salud, educacion y alimentacion, vestido y vivienda -apretados sí, pero todos tienen-; recordemos que es el pueblo cubano quien mas a dado en ayuda material y humana al resto del mundo. Paso de una revolucion politica a una humnatitaria para el mundo y todo aquel que la quiera recibir. No creen?. Saludos

  3. No soy cubano y me sorprendio que el congreso de los comunistas en Cuba dejo intacta la vieja dirigencia y no hubo el relevo que se esperaba. Y tampoco hubo anuncios de reformas importantes que todos esperaban. Es lastima que el socialismo castrista sea tan cerrado en si mismo y no le importe el bienestar de la gente sencilla del pais. Eso no se puede llamar socialismo democratico que es el que hoy vale como el que hay en paises europeos

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