Los derechos de la mujer: una historia

La lucha de la mujer por sus derechos puede parecer un asunto contemporáneo. Pero el avance de las voces de las mujeres rechazadas y amenazadas por hablar de discriminación y abuso no es nada nuevo.

El pensamiento medieval tomo muy en serio la primera carta de San Pablo a Timoteo (1.11-14), cuando escribe: “Que la mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Pero no permito que una mujer enseñe, ni use la autoridad sobre el hombre, sino que esté en silencio”. Profundizando esta idea, exigiendo sobriedad, moderación y evitando toda vanidad y adorno que hiciera que una mujer destaque, transformándola en responsable, culpable y vergonzante de su comportamiento, especialmente en el contexto del asalto sexual.

Mártires Vírgenes

Las vidas medievales de las mártires vírgenes fueron relatadas en algunos de los textos más populares de la Edad Media. En estas narrativas, la mayoría de estas jóvenes vírgenes se convierten en objeto de depredación sexual, más cuando se resisten abiertamente, pronunciándose en contra del hostigamiento.

Por ejemplo Santa Inés, se niega a dejarse seducir por el hijo de un dignatario romano y expresa en términos firmes que quiere permanecer virgen y servir a Dios. Como castigo por su rechazo vociferante, es sometida a una serie de agresiones hasta su muerte. Lo mismo le ocurrió a Santa Petronila, quien también se negó a casarse con el cruel Flaccus. Santa Agnes fue apuñalada en la garganta como castigo por su rechazo al hijo de un funcionario romano.

Su compañera Santa Lucía tenía una daga hundida en su cuello debido a su vociferante resistencia a un intento de asalto sexual. Por último, Santa Ágata, quien para resistirse a los avances pervertidos de un prefecto romano, se cortó brutalmente sus pechos.

En el Medioevo los abusadores, mayoritariamente eran aristócratas, prefectos, cónsules o sus hijos, para quienes el derecho al cuerpo de una mujer era indiscutiblemente parte de su masculinidad y posición dominante.

Cuidar del hogar

En la Edad Media las mujeres fueron calificadas “naturalmente” de pecaminosas. La única forma de mantener a una mujer “piadosa y obediente” era asignarle un marido. Él era el responsable del alma inmortal de su esposa. Estos puntos de vista misóginos fueron perpetuados por los historiadores. Las mujeres no recibían la misma educación que los varones. A las niñas nobles se les enseñaba el arte de entretener a través de coser, pintar, bailar, cantar o tocar un instrumento. Asimismo, jardinería y cómo cuidar a los enfermos.

La responsabilidad más importante de una mujer de la nobleza, era engendrar un heredero. Un varón que portara el título y el nombre de su esposo. A pesar de ello, algunas pocas nobles que aprendieron a leer y escribir. Pocas se aventuraron en los ámbitos de la literatura.

Las campesinas debían trabajar junto con sus maridos en los campos. Después, cuidar a sus hijos, su esposo y el hogar. Se esperaba que las mujeres atendieran las necesidades de su esposo en todo momento. Era el hombre quien salía a trabajar para ganar el dinero necesario para mantener a la familia.

Herencia

Como sabemos, las mujeres no tenían derecho a elegir, desde el voto político, con quien casarse y tener hijos. Tampoco tenían acceso a la educación. Por esa razón, muchas elegían convertirse en monjas, para recibir educación básica además de su devoción cristiana.

Recordemos que cuando no había hijos varones en la familia, (muchos morían en las guerras), las mujeres heredaban grandes cantidades de tierras de sus padres o antepasados. Pero estaban obligadas a entregar sus tierras a sus esposos. En el caso de las monjas quien heredaba las posesiones era la iglesia católica.

Del XIII al XXI

Mucho ha cambiado en la sociedad mundial. Aquellas heroínas del siglo XIII y subsiguientes crearon nuevos caminos a conquistar. En los últimos siete siglos las consignas sobre los derechos de la mujer, se transformaron en debates sobre los derechos de género, subiendo un escalón más en la transformación del ser humano.

 

Cesar Leo Marcus, nació en Buenos Aires, Argentina.
Doctor (PhD) en Logistica Internacional y Comercio Exterior, y Máster (MBA) en Sociología Económica, fue profesor de ambas cátedras en las Universidades de Madrid (España) y Cordoba (Argentina).
Periodista, publica en periódicos de California, Miami y New York. Escritor, publico 12 libros, y editor literario, director de Windmills Editions. Actualmente reside en California.

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