Los dictadores y las masas

Desde Nerón a Napoleón y desde Adolf Hitler, hasta Fidel Castro o Hugo Chávez, siempre me pregunté cual es el talento necesario para liderar las masas, o más precisamente como y porque las masas pueden seguir las ordenes del dictador, sin cuestionarlas.

En la política latinoamericana conocemos “dictadores” que llegaron al poder por la fuerza, Fidel Castro, Pinochet, Videla y otros.

El ficticio liderazgo

Pero también existen quienes llegaron legítimamente al poder para luego, con forzadas trampas constitucionales, perpetuar su ficticio “liderazgo”. Son los casos de Daniel Ortega, Correa, Evo Morales y por supuesto Hugo Chávez.

Los psicólogos determinan que el miedo es la base principal del manejo de masas de muchos dictadores. Amenazan a sus seguidores con un futuro desconocido o nefasto que sobrevendrá sin su presencia. Otros hablan de clientelismo político, donde los seguidores reciben dadivas o promesas de dinero o bienestar que llega a pocos o nunca llega.

Personalmente creo que hay algo mas en esta relación personalista con las masas, algo que roza la hipnosis, la obediencia ciega, el domino y la sumisión.

Seguir una idea o un ideal no es igual que seguir a una persona. Los firmantes de la Carta de Independencia de Estados Unidos se basaron en ideales de democracia, igualdad y libertad.

En cambio las Revoluciones en Rusa, China y Cuba fueron personalistas. Stalin, Mao y Castro se adueñaron de la vida y la muerte de las personas.

Política, deportes y Rock and Roll

Las masas se comportan igual en un encuentro deportivo, un concierto de rock, o un mitin político. Las masas son guiadas casi con exclusividad por el inconsciente. La masa es impulsiva, voluble y excitable. Carece de moralidad porque al reunirse los individuos desaparecen las inhibiciones. Los instintos crueles, brutales y destructivos están a flor de piel. No es posible controlarlos.

En el deporte y en el concierto musical tiene un claro objetivo, el espectáculo. En cambio en la política se manifiesta más salvaje. Jamás solicita verdades, lo irreal siempre prevalece sobre lo real. Siempre demanda ilusiones. En estas circunstancias, crecer económicamente, mejorar los servicios de salud, seguridad, educación o transporte, son promesas validas de los políticos para manipular las masas.

Los dictadores y las masas
Los dictadores y las masas

Líder mesiánico

A partir de Carlos Marx, un buen marxista debe asumir que “Dios no existe”. Muchos dictadores se dicen marxistas: Castro, Ortega, Chávez. Saben que los seres humanos necesitamos creer en un ser superior. La característica principal del dictador es que se cree “Dios” y necesita ser “endiosado”. La masa le otorga atributos sobrenaturales y acata sus decisiones ciegamente.

Esto ocurre porque el individuo integrado en una masa influyente, modifica su actitud anímica. Intensifica su afectividad y limita su capacidad intelectual.

Este individuo, sometido a los designios del demagogo, sufre una especie de parálisis ante aquella organización  superior que lo considera partícipe. El hecho de “pertenecer” crea un lazo de afectividad y su actividad intelectual queda reducida a las órdenes del líder.

Un común denominador

Para esto los discursos del dictador demagogo tienen un común denominador. Es la técnica de cohesión: exagerar, repetir, afirmar con seguridad. Jamás trata de demostrar algo con razonamientos. Evita reflejar y encarnar el mundo irracional prometido ante la multitud.

Al mismo tiempo adula las aspiraciones de los miembros de su grupo. Comparte sus sentimientos. Como premio el líder adquiere el nombre de salvador de los pobres, Mesías o filántropo, por lo que los fieles tenderán a idolatrarlo.

Sigmund Freud, en su obra Psicología de las Masas y Análisis del Yo tiene una explicación a la diferencia psíquica que las masas provocan en el individuo. Considera que el hombre arrastrado por la masa tiende a experimentar aquellos afectos cuyos signos observa en otros. Afirma que la influencia sugestiva de la masa lleva al hombre a la imitación induciendo al afecto mutuo.

De allí, la mimetización es un hecho irreductible dentro de la vida anímica humana.

Los dictadores y las masas
Los dictadores y las masas

A rey muerto masa en problemas

La masa, ¿estará siempre consolidada? ¿Qué ocurrirá cuando el líder muera?

En ese instante nacerán mas dudas, pero ¿las lagrimas serán reales o fingidas? ¿Formaran parte de la exhibición pública de un dolor? O ¿expresan la supervivencia política y la competencia de la lealtad de quién llora más?

El pánico puede ser el mayor peligro para la masa, ya que en estas circunstancias, los individuos dominados por la angustia cuidarán solamente de ellos.

Freud menciona que en los momentos que la masa queda huérfana aprecia más el peligro. Comprende la ausencia del líder que no podrá ser remplazado rápidamente. Esto creará un caos estructural.

El filosofo y teórico cultural alemán Peter Sloterdijk, explica que una masa sólida con líder, se transforma rápidamente en una masa espumosa al desaparecer el líder. Se establecen complejas y frágiles interrelaciones, carentes de centro y en constante movilidad expansiva. Deja tras sí sujetos descomprometidos, egoístas hasta su máxima expresión. La banalidad del mal se expande, en tanto que la relación se licua y volatiliza.

Una masa espumosa tiene dos formas de consolidarse u normalizarse.

La primera es una guerra fratricida, entre los posibles remplazantes del líder. Históricamente siempre termina con la asunción de otra dictadura más atroz a la anterior, como la que trajo al poder a Stalin en Rusia.

La segunda forma de remplazar al líder, es el tránsito pacifico a la democracia, con elecciones libres, en donde las fuerzas armadas acaten los resultados.

Recemos que Dios ilumine la segunda opción, la mas lógica, porque la realidad nos demuestra la finitud a la que estamos sometidos los seres humanos, y que termina por hacer del poder una fantástica banalidad.

Cesar Leo Marcus, nació en Buenos Aires, Argentina.
Doctor (PhD) en Logistica Internacional y Comercio Exterior, y Máster (MBA) en Sociología Económica, fue profesor de ambas cátedras en las Universidades de Madrid (España) y Cordoba (Argentina).
Periodista, publica en periódicos de California, Miami y New York. Escritor, publico 12 libros, y editor literario, director de Windmills Editions. Actualmente reside en California.

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