Recesión: ¿luz al final del túnel?

Hace más de medio siglo en el colegio en el que yo estudiaba –los Hermanos Maristas- teníamos un juego muy divertido que a la vez era una excelente prueba de fuerza física: se trazaba una raya en el piso y un grupo de niños tirábamos de una soga hacia un lado y otro halaba la misma soga para el lado contrario, el de ellos, a ver cuál grupo arrastraba a cuál.

Eso es lo que ocurre actualmente en la economía de Estados Unidos, la locomotora mundial, en la que unas fuerzas tiran hacia la recuperación, pero otras halan en sentido opuesto.

Por suerte, en las últimas semanas quienes tiran de la soga hacia el lado positivo lo hacen con más fuerza y todo indica que lo peor de la crisis ya pasó, y que para fines 2009 tal vez podría registrarse el primer crecimiento de la economía norteamericana en 15 meses, aunque muy tímido.

Al parecer la mayor economía de la Tierra está entrando en un proceso de estabilización lento y difícil, al igual que las de China e India, lo cual es una buena noticia para América Latina y la economía global.

Es una depresión

Ese proceso de estabilización en la teoría económica se denomina depresión, aunque en EEUU no se le llame así, pues esta palabra aquí solo se le aplica a una crisis económica muy profunda y prolongada, como la de los años 30 del siglo pasado, conocida como la Gran Depresión. La mayoría de los académicos y analistas norteamericanos considera que depresión es la caída del Producto Interno Bruto (PIB) en un 10% o más. Pero los europeos y la teoría económica clásica no concuerdan con esta concepción estadounidense.

Los clásicos de la economía política moderna, basados en la experiencia histórica, han demostrado que toda economía de mercado se mueve en un ciclo de cuatro fases: auge, crisis, depresión y recuperación. Y ocurre que siempre después de una recesión hay una depresión -generalmente breve-, antes de que la economía entre en la fase de recuperación propiamente dicha.

Cuando el Producto Interno Bruto (PIB) deja de caer -en la Gran Depresión ese momento llegó en 1932- y la crisis toca fondo, el PIB no sigue descendiendo más hondo, pero sigue teniendo signo negativo –decreciendo-, o apenas crece y se mantiene casi plano por un tiempo. Esa es la fase depresiva, o sea, la que le sigue al “shock”.

La economía se contrae

En el primer trimestre de 2009 la economía norteamericana se contrajo en un 5.5%, luego de contraerse en un 6.3% en el último trimestre de 2008, una caída espectacular en medio año, pues estamos hablando de un PIB que supera los 14 billones de dólares y representa la cuarta parte del PIB planetario. Es decir, que en esos seis meses en EEUU se dejaron de producir bienes y servicios por 428,000 millones de dólares, equivalentes al PIB anual de Suecia, uno de los países más desarrollados del mundo.

El pitazo de arrancada hacia la recuperación estará a cargo sobre todo de dos factores clave que todavía halan hacia el lado negativo, pero ahora con menos fuerza: el mercado inmobiliario y la plusvalía de las viviendas.

Pero en el segundo trimestre, ya la contracción del PIB fue de -2.6% y me atrevo a pronosticar que en el tercer trimestre el descenso de la economía será menor, tal vez en torno a un -1%.

Cierto optimismo

Hay ya indicadores que permiten cierto optimismo, como un repunte en las ventas minoristas, que en junio aumentaron en un 0.6%, luego de subir en un 0.5% en mayo, tras tres meses de retrocesos. La construcción de viviendas en mayo creció en un fuerte 17.2% y los permisos para construir aumentaron en un 4% también en mayo.

Sin embargo, según The Conference Board, la confianza del consumidor bajó imprevistamente en junio tras dos meses seguidos de avances y se ubicó en 49.3 puntos, desde los 54.8 puntos en mayo.

Por otra parte, el bando que hala hacia la crisis cuenta con tres pesos pesados: los precios del petróleo y de la gasolina, que casi se han duplicado en cuatro meses; el difícil acceso a nuevos créditos, y el desempleo, que va a seguir aumentando durante varios trimestres más y podría superar el 10% para fines de año.

Por otra parte,  el pitazo de arrancada hacia la recuperación estará a cargo sobre todo de dos factores clave que todavía halan hacia el lado negativo, pero ahora con menos fuerza: el mercado inmobiliario y la plusvalía de las viviendas.

Ciertas señales sugieren que la crisis del sector hipotecario podría tocar fondo en el cuarto trimestre, o antes, con un aumento en la venta de casas existentes (usadas) y un freno en la caída de los precios incluso en California y Florida, dos estados muy vapuleados por el descalabro del mercado, debido a que crece el número de potenciales compradores de viviendas que considera que los precios ya no van a bajar mucho más y de que “casi” ha llegado el momento de comprar. Los más audaces ya lo están haciendo.

Caen precios de viviendas

Si aún no hay un mayor volumen de ventas de casas y apartamentos es porque los bancos hipotecarios no acaban de “aflojar” la mano para prestar dinero.

Lo cierto es que los precios de las viviendas han caído en un 35% a nivel nacional desde su pico en 2006, y hasta en un 50% y más en algunas áreas, y son ahora razonables. Y los intereses hipotecarios son los más bajos en medio siglo. Es decir, la mesa para estimular la demanda está servida. En la medida que algunas entidades crediticias comiencen a conceder préstamos hipotecarios –ahora con más cautela-, las demás se sumarán empujadas por el axioma que reza: banco que no presta, no gana dinero.

Y tan pronto el gigante inmobiliario rompa la inercia moverá a su vez al otro coloso: el valor de los inmuebles, que dejará de bajar e iniciará una discreta cuesta arriba, aunque con altibajos. Eso es fundamental porque en EE.UU. cerca de 70 millones de familias tienen en la plusvalía de su casa su principal riqueza.

Precisamente una de las causas de la vastedad y profundidad de la actual recesión fue el desplome dramático del valor de las viviendas, que cayó en cerca de siete billones de dólares, lo cual hizo más pobre a la sociedad norteamericana.

En cuanto la plusvalía de las viviendas comience a subir de nuevo las familias propietarias se sentirán más “ricas”, tendrán más confianza en la economía, gastarán más e impulsarán la reanimación económica. Esto podría revertir la actual tendencia del consumidor de gastar menos y ahorrar más -propia de tiempos de crisis-, y pasar a gastar más porque ya no teme a su futuro económico.

Un ‘villano’ llamado petróleo

Pero hay “villanos” que obstaculizan la reanimación y entre ellos sobresale el precio del petróleo, que de 33 dólares en febrero se pasea ahora por encima de los 60 dólares el barril, sin que esta alza tenga nada que ver con la oferta y la demanda de crudo, sino que fruto de la especulación. En junio, la demanda de petróleo en EEUU cayó un 6%, a 18.7 millones de barriles diarios en la primera mitad de 2009, su menor nivel para seis meses en más de 10 años, según informó el gobierno.

Tenemos una noticia buena y otra mala. La buena, que pudiera haber síntomas de resurrección económica al final del año. La mala, que será vacilante y tortuosa.

Sin embargo, los inversionistas se adelantan a la recuperación económica y compran ahora petróleo más barato para vender caro después. También las  compañías petroleras aprovechan los bajos precios para llenar sus depósitos hasta el tope, e incluso rentan buques tanques que han convertido en depósitos flotantes, para vender el crudo más caro cuando la reanimación de la economía sea un hecho.

Como consecuencia de esta especulación el precio promedio de la gasolina en EE.UU,  al menos en Los Angeles, ronda los tres dólares el galón. Y el combustible más caro torpedea la recuperación económica, pues los consumidores tienen menos dinero para gastar en otros bienes y servicios.

Una relación inversa

Adicionalmente, hay una relación inversamente proporcional entre el petróleo y el dólar, debido a que el crudo se comercia en la moneda norteamericana. Con la baja del dólar -ha caído un 9% desde marzo— los productores de petróleo suben sus precios para compensar la pérdida en el valor de dicha moneda, mientras que los inversionistas huyen del dólar y compran petróleo, un producto que saben va subir de valor.

Otro elemento adverso es que el desempleo parece que va a continuar alto en lo que resta de 2009 y principios de 2010, ya que la creación de empleos siempre va a la zaga del dinamismo económico en general. Para decirlo gráficamente, el empleo en la recuperación es como el marido engañado: es el ultimo que se entera.

Lo cierto es que en las últimas recesiones ocurridas en EE.UU. la economía se ha recuperado antes que lo haga el mercado laboral. Esto se debe a que mientras una empresa no ve crecer sus ganancias sigue despidiendo, y no crea nuevos empleos hasta que ve un claro ascenso en su volumen de negocios.

Si a estos obstáculos agregamos la resistencia de los bancos a prestar, se percibe que la recuperación que podría iniciarse en el último trimestre de 2009, si ocurre será lenta y de bajo ritmo, por lo cual a no pocos negocios puede que les vaya mal todavía durante varios trimestres y sigan despidiendo trabajadores.

La gallina de los huevos de oro

Este alto nivel de desempleo alimenta los embargos de viviendas y no sólo conspira contra la recuperación del mercado inmobiliario, sino que impide un sólido aumento en el gasto de los consumidores, la gallina de los huevos de oro que genera el 70% del Producto Interno Bruto (PIB).

En fin, que tenemos una noticia buena y otra mala. La buena, que pudiera haber síntomas de resurrección económica al final del año. La mala, que será vacilante y tortuosa. Pero no podíamos esperar otra cosa luego de ser golpeados por la más profunda crisis económica desde que nuestros abuelos y bisabuelos montaban en zeppelin y disfrutaban -en estreno- las comedias musicales de Fred Astaire y Ginger Rogers.

Roberto Alvarez Quiñones (1941), periodista, economista y licenciado en Historia cubano residente en California, con 40 años de experiencia como columnista en el área económica, primero en Cuba en el periódico “Granma” (1968-1995), y simultáneamente en la Televisión Cubana, donde fue comentarista de economía internacional, desde 1982 a 1992. Profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana desde 1982 a 1992.
Llegó a EEUU en 1995, y en 1996 comenzó a trabajar en el diario “La Opinión” de Los Angeles, donde fue editor y columnista de las secciones de Negocios, Latinoamérica, El Mundo, y el suplemento “Tu Casa” (bienes raíces), hasta 2008. Actualmente es analista económico de Telemundo (TV), y escribe columnas y artículos para varios medios en español de EEUU y España. Es autor de 6 libros, 4 publicados en La Habana y 2 en Caracas, Venezuela. Ha recibido 11 premios de periodismo.

3 comentarios

  1. Celebro la llegada a HispanicLA de Roberto Alvarez Quinonez. Con sus escritos, que conozco bien, esta publicacion continua su ascenso de calidad y profesionalismo. Mi sentido comun siempre me tiene en alerta con las problematicas economicas, y quizas al igual que los que no somos especialistas en el tema, no pueda aun desprenderme de cierta incertidumbre en cuanto a la recuperacion, porque siento que aqui el aspecto psicologico es tambien importante y pienso que la gente, en su mayioria, todavia no refleja la confianza necesaria. Es decir, que para mi, continua existiendo una desconfianza economica y otra politica. Pero tambien concuerdo en que esto ira disminuyendo y el optimismo de vida comience a aflorar de nuevo. En especifico, me parece que el articulo de Alvarez Quinonez es equilibrado, moderadamente optimista y me hace entender esta realidad de una manera mas razonable. Es este tipo de equilibrio inteligente, dialectico, digamos, el que hace falta leer de vez en cuando para comprender las depresiones economicas y evitar las depresiones psicologicas. Felicito al autor y a HispanicLA,

    Manuel Gayol

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