Al cumplirse 7 años de la partida física del Dr. Otto Maduro quiero aprovechar la oportunidad para reconocer y dar honor a quien fuera un gran amigo y mentor.
Sociólogo, filósofo, teólogo
El Dr. Otto Maduro fue un sociólogo, filósofo, y teólogo venezolano graduado con una licenciatura en sociología de la Universidad Central de Venezuela. Estudio dos maestrías y un doctorado en Filosofía y Sociología de la Religión, los tres magna cum laude, de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Su claridad intelectual y su pasión por el estudio de la religión influyo en quienes nos dedicamos a la academia y la pastoral eclesiástica en los Estados Unidos y América Latina.
Tuvo una amplia carrera académica en la Universidad Drew en New Jersey a lo largo de 21 años. Además de ser profesor de cristianismo mundial y cristianismo latinoamericano, presidio el departamento de Iglesia y Sociedad de la facultad de Teología. Asimismo, el programa doctoral en Religión y Sociedad. Fue co-fundador y co-presidente junto a la Dr. Ada María Isasi-Díaz del programa Doctoral de Ministerio y del Instituto Hispano de Teología.
El Dr. Otto Maduro escribió cinco libros, y más de cien artículos académicos, traducidos a más de doce idiomas en los cinco continentes. Tuvo la capacidad de enseñar o dar conferencias en cinco idiomas distintos, en veinte países alrededor del mundo.
Fue profesor visitante en la Escuela de Religión de la Universidad del Sur de California, la Escuela de Teología de Maryknoll, el Seminario Teológico Unión en New York, la Universidad de Pittsburgh, la Universidad de Notre Dame, la Escuela de Teología Candler y su alma mater en Bélgica. Aunque pasó mucho tiempo enseñando en instituciones anglosajonas, siempre se sintió cercano intelectualmente y emocionalmente a la Teología Latinoamericana.
Excelencia reconocida
Fue editor asociado del Journal de Cristianismo Mundial, Cristianismo y Sociedad Concilium, Liasionns Internationales, Pasos, Mayéutica y Journal de Teología Hispana Latina. Durante muchos años, estuvo en el consejo editorial del Social Compass, el Journal de la Academia Americana de Religión y el Journal de Religión Contemporánea.
La excelencia académica del Dr. Otto Maduro fue reconocida cuando lo nombraron presidente de la Academia Americana de Religión, (AAR) siendo el primer hispano latino en desempeñar ese cargo en los más de cien años de historia de esa prestigiosa institución que tiene más de 9,000 miembros afiliados en Estados Unidos.
El Dr. Otto Maduro era católico, pero se acerco al mundo protestante con mucho respeto intelectual. Tanto, que se hizo miembro de la Sociedad de Estudios Pentecostales de Estados Unidos, mostrando el espíritu ecuménico que debe caracterizar a todo verdadero cristiano.
Cuando partió de este plano físico en Mayo del 2013, muchos amigos y conocidos expresaron sus condolencias a su compañera de vida la Dr. Nancy Noguera y a su hijo Mateo.
El Dr. Jeffrey Kuan, decano de la Escuela de Teología de la Universidad Drew expresó: “Ha sido un gran honor para mí servir como decano de un erudito de tanta importancia y una persona con una gran gentileza. Hemos perdido un gran teólogo y un gran amigo”.
Un profeta entre nosotros
Según la Dr. Laurel Kearns, profesora asociada de sociología de la religión de la misma universidad, la erudición y la pasión por la justicia del Dr. Otto Maduro le valieron su reputación mundial. Así dijo: “Tenia la sensación de que teníamos un profeta entre nosotros. Otto estaba dispuesto a decir la verdad al poder y, al hacerlo nos llamo a la justicia”.
El Dr. Carmelo Álvarez, profesor de historia del cristianismo, misionero y asesor teológico en América Latina y el Caribe de la Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Discípulos de Cristo y la Iglesia Unida de Cristo en los Estaos Unidos, escribió lo siguiente para Lupa Protestante al enterarse de la partida de nuestro amigo en común:
“Otto era un intelectual orgánico, que buscaba dar consistencia a la teoría y asidero a la verdadera praxis del amor. Por ello, sus estudiantes eran sujetos valiosos en sus manos de artífice intelectual. Hablaba de ellos como tesoros valiosos, y su razón de ser como maestro y amigo. Realmente los veneraba. El interés por el crecimiento intelectual de sus estudiantes era su prioridad. Y el respeto a sus colegas era pilar de su vida y pensamiento. Fue un escritor exigente consigo mismo, podía ser intenso e incisivo en la crítica y el debate, pero nunca agredía o menospreciaba a sus colegas y estudiantes”.
Otra amiga en común, la Dr. Matilde Moros, teóloga venezolana, profesora asistente de estudios de la mujer en la Universidad de Virginia se refirió al Dr. Otto Maduro, en el journal teológico bilingüe Perspectivas de la siguiente forma:
“Se nos fue Otto Maduro, en mayo del 2013 dejó esta dimensión de vida y nos dejó llenos de amor hacia el mejor amigo que muchos tuvimos el placer de tener. Dirán que es muy informal decirle así, después de todo fue un gran intelectual latinoamericano, orgullo de Venezuela, de los primeros en publicar sobre el marxismo y el cristianismo en un estudio sociológico de la religión.
Fue espectacular escritor, editor, profesor, autor, mentor, pensador, como también fue un maravilloso conversador, y una magnifica persona. Se esmeraba en ser amigo, pero no sólo en lo personal. También implementó el arte de ser amigo como algo central a su método de investigación. En sus estudios vimos el conflicto como algo central, pero en su llama intelectual, la razón por la cual el conflicto social era tan importante, era porque a pesar de diferencias, Otto Maduro entendía la posibilidad de un acercamiento hacia toda aquella persona hecha “otra”.
Hombre de muchos amigos
Según la Dra. Matilde Moros, una de las cualidades mas grandes del Dr. Otto Maduro era la gran capacidad de hacer amigos, no solo del mundo de la academia y la iglesia sino de todos los sectores de la sociedad.
Su lema de vida era como la canción de Roberto Carlos “Yo quiero tener un millón de Amigos”. Sus amigos provenían de los sectores humildes hasta de grandes intelectuales y artistas.
La Dra. Moros relata que en ocasión de la celebración de la vida de Otto en la Academia Americana de Religión (AAR) de Noviembre del 2013, acompaño a Nancy, su esposa y allí se dio cuenta que Otto no solo era su amigo sino de muchas personas.
“Amigos, hermanos, “panas” de Otto, todo un grupo que se sintió instruido, acompañado, querido, y apreciado, pero sobre todo visto y comprendido por Otto. Desde sus colegas, hasta sus alumnos, desde quienes le vendieron helados, hasta quienes le sirvieron en algún bar de jazz, desde las personas que él estudió hasta las que seguimos estudiándolo, todos nos sentimos parte de su círculo, y no sabíamos cuán grande círculo éramos”.
Mis encuentros con Otto Maduro
Quien escribe tuvo el privilegio de conocer al Dr. Otto Maduro durante la ultima década de su vida, ya cuando el cáncer lo había atacado. Sin embargo, él nunca perdió el optimismo ni la alegría por la vida.
Mi primer encuentro con el Dr. Otto Maduro fue en el Programa Hispano de Verano (HSP), que es un consorcio ecuménico de distintas universidades y seminarios fundado por el Dr. Justo Gonzales.
El programa ofrece la oportunidad de estudiar cursos de teología y religión desde la perspectiva latina en Estados Unidos en diferentes ciudades cada verano. En junio del año 2000 tuve la oportunidad de ser becado por el programa y asistir al seminario teológico de Princeton en New Jersey. Allí tuve el privilegio de tomar una clase de Sociología de la Religión con el Dr. Otto Maduro como mi profesor.
Me presentó sus dos libros emblemáticos, el primero, Religión y Lucha de Clases (Editorial Ateneo, Caracas 1979), y Mapas para la Fiesta, (publicado por la Asociación Hispana para la Educación Teológica, Atlanta, GA, 1999).
Ambos libros deberían ser lectura obligatoria para cualquiera que quiera acercarse al estudio de la sociología de la religión.
El ser humano que me brindó su amistad
A partir del Programa Hispano de Verano mantuve comunicación y correspondencia regular con el Dr. Otto Maduro. Durante esos años pude conocer más allá del sociólogo y teólogo, a Otto el ser humano, que tomo la iniciativa de brindarme su amistad, algo que cuento como uno de los privilegios de la vida.
Pronto descubrí que era no solamente un gran amante de la música salsa de nuestro Caribe, sino también del Jazz originario de las comunidades afroamericanas, del tango argentino y hasta de la música country y celta. Más si la escuchaba acompañado cenando con familia o amigos, y una botella de buen vino.
Fue Otto, como le llamábamos sus amigos, quien despertó en mi la curiosidad por los estudios de sociología de la religión en Estados Unidos. Él me acercó sociológicamente al diverso campo eclesial cristiano en Latinoamérica. Insistía en ser mi mentor y que yo me mudara de los Ángeles a New Jersey para realizar estudios doctorales bajo su tutela.
Lamentablemente, cuestiones económicas y familiares me impidieron aceptar su amable propuesta. ¡Cuánto lamento que esa enorme distancia entre Los Ángeles y New Jersey no me permitiera encontrarme con Otto tan frecuentemente como hubiera deseado! La vida, sin embargo, me recompensaba cuando coincidíamos ocasionalmente en algunos eventos en diferentes ciudades. Son memorables esas tertulias en donde pasábamos horas hablando y escuchando música, mientras cenábamos. Uno de sus criterios para escoger el restaurante, era que hubiera una banda de salsa o jazz en vivo.
Otto Maduro aun no ha muerto porque como en una ocasión dijo el gran Gabriel García Márquez: “Uno realmente está muerto, cuando muere la última persona que nos recuerda”.
Venezuela siempre presente
Lo recordamos desde su amada patria, a la que tuve la valentía de regresar, como siempre le decía que algún día regresaría, porque ambos coincidíamos en que estar lejos de la patria siempre era doloroso, no importando si fueran buenas o malas las circunstancias en la nación que nos recibió, en nuestro caso Estados Unidos.
Desde esta Venezuela que tuviste siempre presente “En esa suerte Exilio”, como me escribiste cuando me dedicaste tu libro Mapas para La Fiesta, no sabes cuánto agradezco a Dios y la vida la oportunidad de conocernos y compartir, de aprender tanto de ti, maestro, amigo, compañero de viaje.
Quiero concluir citándote de la misma forma en que inicie esta memoria: “Ojala que estas reflexiones contribuyan a crear o (rehacer) “mapas” realmente nuestros, que sirvan para orientarnos comunitariamente de modo menos agresivo, violento, destructivo, que los modos dominantes de conocer la realidad: mapas más aptos para producir y sostener trabajo solidario, justicia y ternura entre las personas y comunidades humanas y así entonces poder encontrarnos, cada vez más gente, más a menudo, en buenas fiestas para celebrar, alimentar y alegrar vidas que valgan, profundamente la pena.”
¡Hasta pronto Otto, aunque estoy en una cuarentena que ya desespera, obligado por un virus microscópico, sigo tratando de aprender a dibujar y seguir esos mapas, estoy seguro que en esta situación, tu tendrías más preguntas que respuestas. Sé que algún día nos volveremos a encontrar, pues ambos creemos en la esperanza de la resurrección, y en un mundo nuevo, para continuar la fiesta, con salsa, jazz y buen vino!
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