Después de innumerables presiones y desatinos al interior de los partidos de la Revolución Democrática y Acción Nacional, el domingo 28 de marzo se llevará a cabo en México la llamada consulta ciudadana donde se preguntará a la población que habita en el estado de México, si aprueba una alianza entre las dos fuerzas políticas para contender con un candidato único en la próximas elecciones para gobernador del próximo 3 de julio. A prácticamente tres semanas de dicho suceso, no se necesita ser un experto en demoscopia para saber que el resultado será un rotundo sí.
Históricamente, el estado de México es un bastión príista. Numerosos integrantes de la clase política han sido prohijados por el poder de los señores de Atlacomulco; poderosos secretarios de Estado, legisladores y hasta ministros de la corte han estado sumisos y sujetos a los designios de los hombres fuertes del estado de México. Por ello, los partidos adversarios al PRI saben que si el estado de México persiste en las manos del tricolor, esto los fortalecerá políticamente y llegarán con un importante capital a las elecciones presidenciales de 2012 que prácticamente les permitiría recuperar la presidencia de la República.
Felipe Calderón quien a pesar de mostrar ineptitud en sus decisiones de gobierno, sabe bien, que el regreso del PRI a Los Pinos, sería la cereza del pastel que lo consagraría como el presidente del fracaso. Por ello, prefiere robarle la gubernatura mexiquense al PRI mediante el artilugio de unir el agua con el aceite, es decir unir al PAN con el PRD para presentar un candidato que le arrebate el triunfo al PRI y así disminuir el capital político de esta organización política, pensando que para el próximo año, el partido de Peña Nieto llegaría debilitado y sin oportunidad de ganar la presidencia.
Sin embargo, nada es más absurdo que pensar en una estrategia como la expuesta. Primero porque no tiene plan B, es decir, si la estrategia falla no hay marcha atrás, prácticamente Felipe Calderón le estaría brindando en charola de plata la presidencia al príismo tradicional. Pero es errónea también, porque perjudica a su partido político, el PAN y fractura a la ya de por sí quebrantada izquierda mexicana, porque después de una alianza entre ideologías antagónicas, la reparación del daño llevaría más tiempo que el que llevaría resarcir el daño que el propio Calderón ha provocado con su guerra absurda.
Si lo vemos desde una óptica simplista, el agua y el aceite no se pueden mezclar. Pueden estar en un mismo envase siempre uno oprimiendo al otro por las circunstancias de sus pesos específicos y constituciones moleculares, pero de mezclas ni pensarlo. El agua siempre será agua y el aceite siempre será aceite. Lo mismo sucedería si los trasladamos al ámbito político: el PRD siempre será de izquierda y el PAN siempre de derecha. No obstante, Calderón no lo entiende y ha osado en querer comprar la voluntad de Jesús Ortega, actual dirigente del perredismo nacional, para que este último se doblegue a los designios calderonistas.
Si bien en cierto sentido lo ha logrado, la dinámica del PRD como partido de izquierda pronto encontrará los mecanismos sociales adecuados para revertir las tropelías de los llamados “chuchos”; el problema es que no necesariamente se tiene el tiempo suficiente para remediar el daño. La izquierda se diluye cada vez más, entregándose ciegamente a las promesas calderonistas. Los dirigentes del PRD están convencidos de que la estrategia de la alianza en el estado de México, es buena en el sentido que frenaría al PRI, mientras que los blanquiazules ven en las alianzas la oportunidad para mantenerse en el poder. Pero al final, la pregunta de vital importancia, si llegaran a ganar las alianzas, como lo hemos visto en otros estados de la República es ¿cuál sería el método para repartir las cuotas de poder?
Insisto, el agua es agua y el aceite es aceite, y las perspectivas de gobierno al momento de repartir los cargos públicos colapsarán al tener dos visiones radicalmente opuestas sobre la idea o noción de gobernar. Como ni siquiera existen rasgos que los unan o en los que puedan converger, el PRD y el PAN sólo están buscando el poder por el poder mismo. No hay una idea de gobierno. En otras palabras, no hay persona en este mundo que camine a la derecha y a la izquierda simultáneamente, si eso fuera posible, hipotéticamente, la persona se quedaría estancada, inmóvil, ya que la fuerza que lo impulsaría a caminar a la derecha sería la misma que lo frenaría por querer caminar a la izquierda y viceversa.
Lo más lamentable, es que los partidos políticos PAN y PRD nos quieren convencer de lo contrario. Cuando en realidad, dicho muy domésticamente, le estamos haciendo el caldo gordo al PRI. Ya lo experimentamos en el año 2000 cuando no ganó Fox la presidencia de la República, sino que en realidad perdió el PRI; pero esa historia no hemos sabido capitalizarla adecuadamente, tanto así que los dos gobiernos panistas, el de Fox y ahora de Calderón, se han tropezado con sus mismos pies y hoy quieren detener la maquinaria del viejo PRI que sólo le bastó aceitarla para que siguiera funcionando igual que en las épocas del México autoritario.
Regresemos a las aulas de educación básica: el agua y el aceite, no se pueden mezclar.
juanjosesoliss@gmail.com