¡México no quiere aventuras políticas!. ¡México no quiere saltos al vacío! ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces! ¡México quiere democracia pero rechaza su perversión: la demagogia!
Discurso pronunciado
por Luis Donaldo Colosio Murrieta
con motivo del LXV aniversario del PRI.
Aquel 6 de marzo de 1994 bajo un intenso sol, Colosio fue el único orador en las inmediaciones del monumento a la Revolución.
El seis de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio Murrieta, en aquel momento candidato a la presidencia de la República por el PRI, pronunció un discurso insurrecto a las entonces formas tradicionales príistas. El propio periodista Julio Scherer García que conocía a profundidad los trazos finos de la política mexicana, cuestionó a Colosio sobre la opinión que habría tenido el presidente Salinas sobre dicha arenga. El candidato eufórico sabía que su epístola sería la clave de su triunfo y que nada ni nadie (incluido el Presidente Salinas) impediría que desde su campaña legitimara su acción social. Más tarde, 17 días después, el candidato fue cruelmente ultimado por un “supuesto” asesino solitario al que nunca se le pudo conocer nexo alguno con el autor intelectual del homicidio.
Hace 17 años, Colosio veía “un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a construir nuevos horizontes (…) un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen”…
Hoy, en el siglo XXI, en la era de la modernidad, las cosas para nuestra desgracia no han cambiado. Los indígenas de nuestro país siguen siendo maltratados e ignorados en los planes de desarrollo de política económica implementado por los recientes gobiernos, los pocos o nulos programas sociales que intentan acercarse a los indígenas son vacíos, tontos, insultantes y en realidad sólo buscan hacerse de votos. Por su parte, el campo mexicano ha sido prácticamente abatido; las políticas públicas que lo hagan crecer son insuficientes, y el sistema económico de las últimos administraciones han visto a los campesinos y al campo mexicanos como un lastre del cual no se han podido desprender. Los programas sociales en pro del campo han sido desatinados e ineficientes, tanto que incluso poderosos narcotraficantes y sus familiares gozan de beneficios económicos de los programas de apoyo gubernamental, pero no los campesinos que verdaderamente requieren de apoyos, capacitación y orientación adecuada para explotar sus tierras.
El México de Colosio no es distante del México actual. La inseguridad, el desempleo, la corrupción son dificultades de la vida social que siguen vigentes en la sociedad mexicana a pesar de que sexenio tras sexenio se promete su erradicación. En aquel discurso Colosio consignaba:
“Yo veo un México de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; (…) veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción; (…) veo un México de mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen; mujeres con una gran capacidad, una gran capacidad para enriquecer nuestra vida económica, política y social. Mujeres en suma que reclaman una participación más plena, más justa, en el México de nuestros días, (…) veo un México de profesionistas que no encuentran los empleos que los ayuden a desarrollar sus aptitudes y sus destrezas.”
A 17 años de distancia lo que fue un discurso se hizo realidad, hoy con el gobierno de Felipe Calderón, miles de jóvenes se han sumado a las fuerzas de crimen organizado y la sociedad ya no se inmuta ante información de sicarios de 12 años de edad. Las mujeres que buscaban participación plena, hoy son asesinadas un día sí y otro también; los feminicidios han surgido no sólo como una noción semántica, sino como una realidad que los estados de Chihuahua y de México han prohijado ante la justicia inexistente.
El empleo del que tanto presumió Felipe Calderón en campaña, hoy es su peor fracaso, porque no sólo no fue capaz de dar empleo digno, sino que los salarios no son meritorios para la construcción del bienestar social. Y más aún, recientemente su secretario de Hacienda Ernesto Cordero insultó la nobleza de las familias mexicanas al declarar que con 6 mil pesos se podría vivir pagando colegios particulares, créditos hipotecarios, servicios y alimentos. Insisto, no ha cambiado nada, al contrario: las cosas han empeorado.
Dijo Colosio en aquel memorable discurso:
“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. (…) Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan.”
Si aquel México de 1994 que veía Luis Donaldo Colosio era apaciguo en cuanto al derramamiento de sangre, qué podría pensarse de una administración que ha rebasado la cifra de 35 mil muertos producto de una guerra sin sentido.
Este 23 de marzo se cumplen 17 años del asesinato artero de Luis Donaldo Colosio, y a la fecha su parricidio es un caso no resuelto. En el México de 1994 la muerte de dos políticos desequilibró la vida política del país. Hoy luego de 17 años, 35 mil muertos no conmocionan a la clase política, sólo son cifras de reclamo que no trascienden más allá de su propia actividad demagógica y política. Por ello, no debemos sorprendernos cuando en las encuestas el gobernador Peña Nieto se apunta como el más viable sucesor presidencial, y dicen algunos: al menos con el PRI había control y no tantos muertos…
juanjosesoliss@gmail.com