Mi viejo rebelde

VILLA MARÍA, ARGENTINA – Ana Bayer presentó en el Centro Cultural Leonardo Favio «Mi viejo rebelde», el documental que realizó sobre la vida de su papá Osvaldo Bayer. Habló de la existencia “puertas adentro” de uno de los grandes intelectuales y militantes argentinos.

“Me he propuesto no tener piedad con los despiadados. Mi falta de piedad con los asesinos, con los verdugos que actúan desde el poder, se reduce a descubrirlos, dejarlos desnudos ante la historia y la sociedad y reivindicar de alguna manera a los de abajo, a los que en todas las épocas salieron a la calle a dar sus gritos de protesta y fueron masacrados, tratados como delincuentes, torturados, robados, tirados en alguna fosa común…» Estas palabras de Osvaldo Bayer no sólo rebelan su militancia sino también su poética.

Y se alinean de forma directa con la concepción del intelectual de Rodolfo Walsh, nacido como él en 1927 y compañero, aquel que alguna vez afirmó que “la máquina de escribir puede ser un arma o un abanico”. Y por lo visto, a Osvaldo Bayer lo último que le interesaba era “el aire acondicionado” de su Remington. En tanto que arma, tampoco quería fusilar al enemigo; sino su simple desnudez. Porque una máquina de escribir bien utilizada, puede ser la mejor música de streap-tease para los que jamás se sacaron la ropa ni la máscara.

En honor a ese escritor (uno de los historiadores y ensayistas cruciales de Argentina) y a ese militante (uno de los grandes referentes en la lucha de los Derechos Humanos en tiempos de la Dictadura) es que su hija, Ana Bayer, presentó “Mi viejo rebelde” en la Medioteca; en el marco de los 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 

En nombre de la hija

“Se han hecho muchos documentales de Osvaldo donde se cuenta su trayectoria y su militancia; pero en este caso, quien vea el documental, se va a encontrar con un Osvaldo completamente diferente;  de entrecasa”, dispara al mejor estilo de su padre pero con balas de salva; con “la poesía del cine”, que también es un arma cargada de futuro. Y agrega: “Traté de registrar al Bayer íntimo y familiar desde mi mirada como hija.

-¿Cómo es esto?

-Pasa que muchas veces uno mira a las personas famosas como si no fueran humanas. Y acaso les pone un halo de complejidad. En este caso, Osvaldo es la persona más simple del mundo. Y es muy lindo verlo relajado en las entrevistas o visitando a su familia con mucho humor.

 

-¿Tu papá no se relaja cuando le hacen una nota?

-¡Para nada! Al contrario, siempre se suele poner un poco en pose pero conmigo no fue así. Soy la hija ¿no? (risas) Por eso me pude dar el lujo de filmarlo y hacerle preguntas casi cargándolo, cosa que por ahí otro periodista no se anima a hacer. Y entonces salió un documental muy natural. Y en esa naturalidad salen frases muy lindas, que en este momento tienen mucha importancia, por el momento que estamos viviendo en el país.

-¿Te parece que este documental llega justo a tiempo?

-Sí. Yo creo que es fundamental hablar de Osvaldo en estos tiempos para que su mensaje no se pierda. Él ya no sale a la calle ni da más entrevistas; está muy anciano, a punto de cumplir 92 años y ya no habla. Entonces estamos nosotros, que tenemos que seguir contando a las nuevas generaciones lo que hizo Osvaldo

Viejas tomas caseras que se convirtieron en película

-¿Cuándo y cómo nace tu idea del documental?

-Desde que yo era muy joven tenía una cámara muy casera. Y tomé muchísimas imágenes y escenas de mi papá, sin pensar jamás que con el tiempo haría una película. Esta necesidad me vino hace dos años, cuando vi todo el material que había acumulado. Y me dije “voy a probar”.

-Por lo visto, la prueba te salió muy bien…

-Yo estoy contenta con el resultado pero no fue fácil. No sólo porque no soy directora, ni tampoco lo sería después de esta experiencia (risas); sino porque es difícil manejar el límite entre lo público y lo privado.

-Sin embargo, el documental no está hecho sólamente con esos viejos registros de tu cámara familiar, ¿no?

-Claro que no… Yo quería contar una historia lineal y cronológica. Y me faltaban entrevistas de los últimos tiempos. Así que las completé en estos últimos años.

-Decías que no provenís del mundo del cine…

-No. Yo hice danza, dirección de teatro y coreografía. Pero eso me sirvió muchísimo a la hora de hacer edición de la música del documental, que es lo que le da ritmo a la secuencia narrativa…

…Que sepa abrir la puerta…

El film está hecho con planos de Bayer escribiendo a máquina en un patio de luz o hablando en un living de iluminación tenue; pronunciando un discurso en un sindicato o charlando en la plaza del barrio con un admirador. También imágenes de un color saturado y setentoso tomadas durante su exilio en Alemania entre 1976 y 1983. Y hay otras, en la puerta de “El Tugurio” (como bautizó a su casa de barrio Belgrano) , donde se parece a cualquier vecino que sale a ver si llueve.

De todas estas postales maravillosas y nostálgicas está hecho “Mi viejo rebelde”, que se estrenó oficialmente en el Festival de Berlíny luego en el de Trieste, Italia, (festival fundado por Fernando Birri). Sin embargo, Ana comenta que “la primera versión se pasó en febrero, cuando mi papá cumplió 91 años. Yo le había organizado una fiestita en la plaza donde él siempre va. Y hubo algo de su discurso que siempre me quedó grabado. Estaba muy contento y dijo: “Hacen falta muchos más momentos así, donde estamos todos bien y sin banderas”. Porque yo había prohibido a la gente que viniera con banderas ni signos políticos. Era sólo el cumpleaños de Osvaldo. Por suerte hicieron caso…”

-¿Tu papá es optimista respecto al país?

-Siempre lo fue y yo también lo soy, a pesar de la dura realidad que estamos viviendo.

Y entonces le pregunto a Ana, que es una argentina casi alemana o una alemana casi argentina, cómo fue receptado el documental en ambos países. “En Alemania, como en toda Europa, se habla más de la película que del hombre. Es otro público. En cambio acá, hay mucha gente que lo ha conocido a Osvaldo y tiene una relación mucho más afectiva con él y la película.

-¿Cuál es tu sensación al ver la gente salir del cine?

– Cuando se termina la película están todos llorando. Es lo que siempre pasa. Y eso que sólo está él. hablando sin efectos especiales ni nada. Entonces la gente me felicita o me dice “gracias por haber abierto la puerta de tu casa para ver tu padre en su intimidad”. Y ese es el mejor elogio que me pueden hacer…

Esta nota se publicó en Puntal Villa María el 12 diciembre 2018, pocos días antes del fallecimiento de Osvaldo Bayer.

Escritor y periodista argentino (Córdoba, 1971). Ha publicado libros de relatos y poesía (“Los ojos de Sharon Tate”, “Príncipe Vlad”, “Crónicas del Sudeste”). Colabora para diversos medios gráficos e instituciones culturales.

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