A mediados de este mes de septiembre, cuando el Congreso vuelva del receso de verano, le espera a la Cámara Baja -bajo control republicano- la tarea casi imposible de aprobar el proyecto de ley de gastos para el nuevo año fiscal, o al menos una extensión que prevenga el cierre de las actividades federales.
Le espera también una cantidad de tareas legislativas importantes, que determinarán el lugar de Estados Unidos en el mundo, la salud de nuestros ciudadanos, la educación de nuestros hijos y la seguridad nacional, entre otros temas cruciales.
Sin embargo, el tema en boca de los republicanos ahora es la patraña del enjuiciamiento político – impeachment – del presidente Joe Biden.
Bajo la presión férrea del expresidente Donald Trump, el ala más extrema del partido está condicionando cualquier avance legislativo en un voto por la apertura de una investigación que conduzca a este juicio.
Este grupo impuso la idea al presidente de la Cámara Kevin McCarthy, que depende de sus votos para conservar el puesto. McCarthy ha manifestado su apoyo, siempre que el plenario sea quien tomara la decisión, aunque él tiene la autoridad de hacerlo, tal como lo hizo su predecesora demócrata, Nancy Pelosi en 2020 contra el entonces presidente Trump. Al parecer, trataba de disminuir su responsabilidad por lo que puede llegar una debacle para su propio partido.
Pero, ¿de cuáles delitos se acusaría a Biden?
De negocios turbios supuestamente cometidos por su hijo Hunter, contra el cual se han abierto múltiples investigaciones cuyo principal hallazgo por ahora es que no pagó los impuestos debidos. Lo relacionan malignamente con el hijo e incluso acuñaron el término “la familia criminal Biden”.
Esto es lo que obtuvieron al cabo de meses de dramáticas “investigaciones” por parte de comités de la Cámara, según el New York Times: “Hunter Biden comerció con su apellido para generar acuerdos multimillonarios, y un ex socio, Devon Archer, testificó que Biden pondría a su padre en altavoz con posibles clientes comerciales para impresionarlos. Pero Archer testificó también que el Sr. Biden padre solo participaba en charlas ociosas durante tales llamadas, no en negocios”
Incluso algunos miembros republicanos del grupo de McCarthy dicen que no han visto pruebas que justifiquen el proceso contra el presidente.
La constitución permite el enjuiciamiento del presidente por haber cometido “high crimes and misdemeanors”. Delitos graves que en este caso, no existen.
Por supuesto que la verdadera razón de su afán es que quieren desprestigiar al presidente, seguir desestabilizando al país, llevarlo al borde de la crisis, mientras sigan los juicios contra Trump.
La apuesta de McCarthy de someter al presidente Biden al «impeachment» es una tontería que de continuar someterá a la nación a una tormenta política innecesaria.
En el mejor de los casos, el reflotamiento de esta idea obtusa es una demostración más de que McCarthy ha ligado su destino al ala más irracional de su partido; pero no se hará realidad y constituye una imperdonable pérdida de tiempo. En el peor, si la idea logra mayoría en la Cámara Baja e inicia la investigación, es un sabotaje intencional a la estabilidad del país.