A comienzos de diciembre de 2019 hicimos un análisis sobre la situación de Bolivia durante la administración de Evo Morales que incluía una apreciación sobre las elecciones presidenciales del 20 de octubre del mismo año. Entonces dimos por sentado que Evo Morales había alcanzado sólo algo más de un 9% de diferencia sobre su contendor, Carlos Mesa, siendo que se requería el 10% para declararlo ganador en la primera vuelta, y nos preguntábamos por qué no se llevó a cabo el balotaje, cuando incluso el aludido rival lo exigía.
En lugar de ello, lo que sucedió fue un golpe de estado liderado por la minoritaria derecha supremacista blanca que fue apoyado por la jerarquía de las Fuerzas Armadas y obligaron a Evo Morales a renunciar.
El silencio de la OEA
Las agencias noticiosas nos ilustran con los acontecimientos generados por el autoritarismo del gobierno golpista entronizado en el Palacio Quemado que dirige al país hacia unas elecciones presidenciales el próximo mes de mayo, precedidas de su arrollador ventajismo. Es así como, entre otras cosas, a Evo Morales se le inhabilita para ser candidato a senador y al candidato Luís Arce del partido de Evo, el MAS, lo amedrentan haciéndolo parte de un proceso penal. Todo esto ocurre sin que la Organización de Estado Americanos (OEA) se pronuncie al respecto.
No hubo fraude
Bien, recientemente, la prestigiosa revista Foreign Affairs publicó un artículo de Natalia Saltalamacchia que devela el escenario completo de la actuación de la OEA y la Misión de Observación Electoral (MOE) que aquella envió a Bolivia para presenciar las elecciones presidenciales del 20 de octubre de 2019.
El artículo recoge observaciones vertidas en un informe de los investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), John Curiel y Jack R. Williams.
Para ellos, “no existe evidencia estadística que demuestre la existencia de un fraude en las pasadas elecciones presidenciales de Bolivia.”
Según el citado artículo los académicos señalan que “las conclusiones y análisis estadísticos de la OEA son profundamente defectuosos.”
La periodista añade que dos estudios anteriores de expertos independientes de Centros de Investigación de los EEUU llegaron a conclusiones similares.
Una MOE nada objetiva
Dicen los profesores que la actuación de la Misión de Observación Electoral (MOE) fue fundamental en el desarrollo de los sucesos que condujeron a la dimisión forzada de quien era el presidente democráticamente electo de Bolivia.
Agregan que la MOE aseveró que hubo manipulación de los resultados electorales. Una interpretación apresurada que sugiere que no actuó con seriedad técnica y mucho menos con neutralidad.
Son hechos del dominio público que la noche del día 20 de octubre de 2109, el flujo de datos del Sistema de Transmisión de Datos Preliminares (TREP) dejó de funcionar. Con el 83,8% de votos escrutados Morales no lograba el 10% requerido para ganar la primera vuelta. Rehabilitado el TREP, 24 horas después, “la tendencia habría revertido y Morales ganado la elección.”
Ante esto, con inusitada rapidez y aparente poca reflexión, la MOE manifiesta su “profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares conocidos…” Añadiendo que el Tribunal Supremo Electoral (TES) “presentó datos con un cambio inexplicable de tendencia que modifica drásticamente el destino de la elección y genera pérdida de confianza en el proceso electoral.”
Consecuencias
La actuación de la MOE tuvo pésimas consecuencias políticas porque “se instaló y legítimo la idea de fraude electoral, llegó a declarar “que se habían modificado drásticamente los resultados.”
Explica el artículo que, entre sus conclusiones, el informe asienta que “el resultado preliminar que daba ventaja a Morales por más de 10% de votos, llevándolo a ganar en la primera vuelta nunca fue estadísticamente inexplicable, pero así lo afirmó de manera concluyente la MOE.”
La parcialidad de la MOE se reveló con mayor claridad aun cuando el día 23 de octubre de 2019, declaró que si acaso Morales alcanzaba el 10% sería por una diferencia “ínfima” y recomendaba convocar una segunda vuelta. Se trata de una desconcertante afirmación. De manera que –interpolamos nosotros- la regla de oro de la democracia según la cual mayoría gana así sea por un solo voto fue abolida con este criterio.
En vista de la declaración de la MOE, la respuesta de Evo Morales fue la de aceptar ir a un balotaje y con autoridades electorales renovadas, no obstante, horas después fue obligado a renunciar por la alta jerarquía de la Fuerza Armada Boliviana.
El golpe de estado
Lo que sucedió casi al unísono lo conocemos. Los golpistas -pasando por encima del Congreso- juramentaron como presidenta provisional a una señora que detesta a la mayoría indígena boliviana y ahora es candidata presidencial.
El Secretario General de la OEA, Luís Almagro, en un acto reñido con la neutralidad, apoyó el golpe de estado contra un presidente electo democráticamente y llamó a respaldar a los nuevos ocupantes de las instituciones bolivianas y celebrar nuevas elecciones.
Poco tiempo más tarde, en la sesión del Consejo Permanente del 12 de Noviembre de 2019, la OEA legitimó el golpe de estado.
Una OEA estadounidense
Pareciera que una vez más, la OEA asumió el triste papel de ser Ministerio de Colonias de una potencia extranjera.
No hay mucha diferencia entre esta OEA y la que el año 1963 apoyó el golpe militar contra el presidente democrático Juan Bosch en República Dominicana que, subsiguientemente, fue respaldado por una invasión de marines de los EEUU. Lo que también recibió su visto bueno. En ese entonces, el Secretario General era el uruguayo, José Antonio Mora.
¿Qué tendrá que decir su coterráneo, Luís Almagro, quien como Secretario General realizó una sesión de la OEA en Santo Domingo para asumir el deshonroso rol de la organización y a la vez desagraviar a la República Dominicana por los sucesos del año 1963? Sobre todo, después de haberse prestado para la reseñada maniobra destinada a desconocer en Bolivia a un gobierno democrático y legítimo. Sólo le faltaron los marines.
La elección del Secretario General de la OEA será el 20 de marzo de este año, y Luís Almagro desea ser reelecto. Está en plena campaña y busca asegurar los votos de los países miembros de la OEA con la probable ayuda del Departamento de Estado. ¿Será que obtiene el respaldo? No debería, pero con lo descompuesta que están las cosas, no nos atrevemos a hacer predicciones.