De Milcíades Arévalo ha dicho el escritor Eduardo García Aguilar que “es nuestro Mago Merlín y nuestro flautista de Hamelin”. Y cierto que así es, porque un mago o un alquimista de las letras no se hace de la noche a la mañana. Treinta años dirigiendo una revista, manteniendo una revista contra viento y marea, en este mundo de todas las pesadillas, es como hablar de algo que se va más allá de lo conocido; más directamente dicho: es la tarea para el increíble personaje de una novela.
Este esfuerzo lo saluda —con la mayor sinceridad— Palabra Abierta, el suplemento cultural de HispanicLA, porque realmente, amigos lectores, es una odisea literaria que en estos tiempos nadie creería, si no es que todo el mundo sabe que su revista, Puesto de Combate, se encuentra ahí, en este mundo concreto donde incluso hasta el papel comienza a escasear.
Una carta como la que van a leer a continuación —escrita por el destacado escritor Gustavo Álvarez Gardeazabal— es un fiel testimonio de reconocimiento, y justísima petición para el otorgamiento del prestigioso Premio Nacional Vida y Obra a este autor, también de probada calidad y revistero mayor no sólo de la historia literaria de Colombia, sino asimismo de Hispanoamérica.
Enhorabuena, Maestro Milcíades.
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Tuluá, Junio 22 de 2010
SEÑORES
MINISTERIO DE CULTURA
Programa Nacional de Estímulos, Premio “Vida y Obra
BOGOTÁ
Lleno de orgullo me permito presentar como candidato al Premio Nacional Vida y Obra al escritor Milciádes Arévalo. No hago esta postulación porque se trata del autor de este o aquél libro de cuentos, de poemas o de ensayos, como los que a lo largo de su vida le hemos leído. No, la hago porque se trata del gestor y sostenedor por más de 38 años de una revista literaria que no ha sucumbido al vértigo de la modernidad ni a las pasiones de quienes han publicado en sus páginas, PUESTO DE COMBATE.
En esa revista todos los que hemos escrito encontramos albergue y pivote sin distingos ni separaciones de edades, identidades o simpatías ideológicas. Allí se ha mantenido, década tras década, una llama inextinguible de defensa de la literatura colombiana. No hay otro colombiano que haya realizado con tanta dedicación y perseverancia, y por tanto tiempo, una labor semejante. Repasar las páginas de todas sus ediciones desde el primer número hasta el que acaba de salir es repasar la historia de la literatura colombiana, es asomarse a todas las lecturas de tierras lejanas que mucho o poco influyeron en la conformación del pensamiento literario nacional.
Otorgarle este galardón a su Vida y Obra, a quien ha hecho lo que ningún otro colombiano hubiese podido realizar, resultaría más que lógico, nos llenaría de inmensa satisfacción a quienes desde la provincia valoramos la ayuda feroz de un balcón permanente para asomarse a ser leído como PUESTO DE COMBATE.
Gustavo Alvarez Gardeazabal