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Petroleo en Guyana: un cambio dramático para el país

El presidente de Guyana, Irfaan Ali y Chan Santokhi, presidente de Surinam, inauguraron oficialmente la Cumbre de Energía, Petróleo y Gas de Surinam (SEOGS) 2022, el 28 de junio de 2022. Foto: ATV-Networks Surinam.

Guyana se consideró siempre como un país pobre y violento, producto de la carencia de oportunidades, el colonialismo sufrido –ejercido por España, Holanda, Inglaterra- y las violentas luchas por la independencia, que logró el 26 de mayo de 1966, declarándose la república el 23 de febrero de 1970.

El ‘cisne negro’  del 2019

Se trata de un país pobre, de unos 815,000 habitantes y unos 215,000 kilómetros cuadrados. La mayor parte del territorio tiene planicies de exuberante vegetación tropical. No obstante, las cosas cambiaron dramáticamente en 2019 cuando se descubrieron grandes yacimientos de petróleo.

Las condicionantes a partir de este año, a fines de la segunda década del Siglo XXI, adquirieron una dinámica muy diferente. Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) se estima que el total de producción del país pasó –entre 2019 y 2023- de 5,170 millones de dólares a 14,700 millones. Se trata de un impresionante crecimiento del producto interno bruto (PIB) del país, de 184%, véase bien, un aumento que superó la doble de este indicador.

Se ha tratado de una genuina excepcionalidad, un evidente “cisne negro”. Y aún este empuje en producción no se detiene. Para 2022 se calcula que el crecimiento del PIB en Guyana fue de 62%. Con fines comparativos nótese que América Latina en su conjunto, cuando mejor le ha ido, ha sido con el rebote en producción, luego de la pandemia, de 7.2%.

Guyana: El Auge de un Gigante Desconocido.

Correlacionado a este aumento del total anual de producción, el PIB per cápita se estima que pasó –según el Banco Mundial- de 6,477  a 18,199 dólares. Son cifras alentadoras que, en general, no logran llegar a la totalidad de la población, no obstante que este PIBpc es el mayor de Latinoamérica y el Caribe, con excepción del correspondiente a Uruguay, el país más funcional en términos económicos y sociales en toda la región.

El exministro de economía de Brasil, Paulo Guedes, no dudó en calificar esta situación: “Estamos ante el surgimiento de un nuevo Dubai en Suramérica”. Se identifican con ello las oportunidades que puede traer esa importante dotación de recursos naturales, en este caso no renovables.

Desafíos y conflictos en el territorio

Sin embargo, estos cambios dramáticos, también han traído aparejadas dificultades y nuevos desafíos.

Uno de ellos ha sido el alegato de la zona del Esequibo, una amplia región en el occidente de Guyana que ahora disputa el régimen de Nicolás Maduro desde Venezuela.

Los acuerdos van y vienen, y las cautelas se imponen dados dos factores esenciales: la volatilidad de cumplimiento de promesas y acuerdos por parte de Caracas en esta añeja disputa; y las grandes riquezas que están en juego. Por una parte, para las condiciones de un país precario como Guyana, y por la otra, teniendo en consideración el impacto en Venezuela: el país con las mayores reservas petroleras del planeta.

El Esequibo: en qué consiste el conflicto entre Venezuela y Guyana

Es de recordar que en 1796 prácticamente la mitad del territorio de lo que era la Guyana Neerlandesa, fue tomada por los ingleses. De esa cuenta, las regiones denominadas: Berbice, Demerara y Esequibo, fueron cedidas al Reino Unido en el Tratado Anglo-Neerlandés de 1814. Eso se ratificó en el denominado Pacto del Congreso de Viena, en 1815. Los esclavos huían de las plantaciones y se iban a vivir a la selva, con los lugareños, dando lugar al surgimiento del grupo étnico de los “cimarrones”.

De manera más actual, los problemas se van centrando no en el gran crecimiento sino en la variable de generación de empleo y de inflación. Como se sabe, un aumento de liquidez, de forma descontrolada puede generar en poco tiempo fenómenos inflacionarios. Repercusión que nos la recuerda la teoría cuantitativa del dinero y sus efectos en la “enfermedad holandesa”, tan característica de países petroleros y tan presente en la destrucción de la riqueza en Venezuela –país que en los pasados 12 años habría perdido casi un 82% del total de su producción.

Se trata de conceptos que incluso tuvieron los aportes –lo cuantitativo del dinero en particular- del monje español Martín de Azpilcueta (1492-1586) en una fecha tan lejana como 1556. Pero estas nociones no son del atractivo de los políticos de siempre, tan reacios al conocimiento como afines a bebidas de embriagueces permisivas.

El boom petrolero y las políticas gubernamentales

A fin de evitar estos riesgos de elevación generalizada de precios, el gobierno, desde la capital, Georgetown, ha decidido crear un fondo para los excedentes generados por el petróleo. Esa cartera está destinada fundamentalmente para proyectos de infraestructura, incluyendo carreteras, puertos, puentes, conexiones ampliadas de internet. Se reporta que en 2022 la inflación llegó a 7.2%. Se publica que esto se debió, con mucho, a fluctuaciones de los precios internacionales del crudo.

No hay aún datos oficiales para contrastar los estudios de campo de varias organizaciones, pero es evidente que aún los beneficios del boom petrolero no están llegando a la generalidad de grupos poblacionales en el país.

Los recursos con los cuales cuenta ahora Guyana, son alentadores. Hay una nueva dinámica de inversión y se espera que ello se traduzca tanto en aumento de capacidades como de oportunidades, vía empleo y fortalecimiento del ámbito empresarial en el país. Todos desean dejar atrás tiempos en los cuales las precariedades se iban compensando con mitos y respuestas sencillas. Nadie quiere una crisis que se retroalimente a sí misma; nadie quiere que los ofrecimientos de los políticos –tan de moda ahora- se concreten únicamente en corazones, globos y elefantes rosados.

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