‘To protect and to serve’

Esta mañana buscaba en internet unos datos sobre detenciones en California, y como suele suceder un link me llevó a otro, y de ahí a otro, hasta que terminé en una nota publicada un par de horas antes en el blog del semanario OC Weekly. Empecé a leer y el título me pareció un poco alarmista: “Un policía escolar de Santa Ana somete a un niño estrangulándolo, dice a los testigos ‘¡dejen de hablar español!’”. La nota estaba acompañada de un video.
La ciudad de Santa Ana se encuentra en el Condado de Orange, unos 45 minutos al sur de Los Ángeles. El área es mejor conocida porque en la vecina Anaheim, del mismo condado, se encuentra el parque de diversiones Disneyland. Pero Santa Ana es diferente al paraíso yanqui vendido en el mercado internacional. Estratégicamente ubicada a medio camino entre la metrópoli angelina y el condado de San Diego, es una ciudad-dormitorio para quienes se desplazan a cualquiera de las dos grandes urbes para trabajar sin tener que pagar los elevados precios de renta y servicos que implica vivir en ellas; pero en los últimos años, también se ha convertido en un nodo comercial y de oportunidad de inversión para quienes han sabido reconocer el potencial económico de su población: ocho de cada diez habitantes de Santa Ana son de origen latino y suelen hacer su vida, y por tanto realizar su consumo, en este sitio.
Resulta interesante que una ciudad con este perfil, uno de los muchos “Méxicos chiquitos” que se pueden encontrar en el sur de California, esté ubicada en un condado en el que existe también una imporante comunidad anglosajona conservadora, de elevado poder adquisitivo, y de tendencia antiinmigrante. Ciudades como Costa Mesa, de donde han surgido algunas de las propuestas legislativas más duras en contra de los inmigrantes indocumentados, colindan con Santa Ana provocando situaciones de fuerte confrontamiento racial, étnico y cultural, particularmente por lo que a la aplicación de la ley se refiere.
Con estos antecedentes, por supuesto que le di “click” al video. Lo que encontré fue lo siguiente: en una imagen de teléfono celular difusa, pero con buen audio, se alcanza a ver a un policía que somete sobre el césped de un parque a una persona de menor tamaño que él. El agente, corpulento, se encuentra sobre la otra persona, a quien tiene boca abajo y con el brazo alrededor del cuello. La persona que graba el video es una mujer y va acompañada de un hombre. Los dos se escuchan sorprendidos al darse cuenta de que el detenido es un adolescente –en la nota la mujer dice que le calcula diez años; un reporte posterior indica que el joven tiene catorce.– El chico pide ayuda, el policía explica que lo tiene detenido porque estaba pintando un grafiti, y los que están grabando le dicen que lo suelte; el policía asegura que el chico, al que con trabajos se le alcanzan a ver los brazos, está luchando contra él. En un momento, en tono maternal, la mujer le habla en español: “no te muevas, mi’jito”.
El policía pide que dejen de hablar en español.
Elegí como título para este post “To protect and to serve“, “Para proteger y servir”, que es el eslogan del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), agencia que nada tiene que ver con este caso –aunque también tiene sus joyas de abuso de fuerza. Lo hice porque me parece que ésta tiene que ser la función de todas las agencias del orden, en cualquier país: la protección del individuo y el servicio a la sociedad.
Sé que estoy diciendo una verdad de perogrullo, pero me pareció imporante recordarlo, antes de pasar a lo siguiente: después de ver el video, de indignarme ante lo que vi, y de llenarme de rabia, empecé a leer algunos de los comentarios que los lectores pusieron en la página (este es el video; si pueden, véanlo antes de seguir leyendo. Sugiero ampliar la pantalla para apreciarlo mejor).
De los comentarios (elegí cuatro como muestra, los presento traducidos):
- “Buen trabajo, policía. Los niños de Santa Ana están fuera de control. Dado que sus padres no pueden controlarlos, alguien tiene que hacerlo”. El mismo sujeto, un tal Rsmith714, agrega más adelante: “Vivo en Santa Ana. Este maleante necesita que le pateen el trasero. Dado que su papi está en la cárcel, alguien tiene que hacerlo”.
- “Dudo que este chico esté en un cuadro de honor, creo que es obvio asumirlo. A veces tienes que aprender tus lecciones de la manera más dura. Si actúas como un matón, no llores cuando un adulto te detiene por violar la ley. Caso cerrado, sigamos adelante”. -949girl
- “Terrible periodismo. No hubo daño ni falla. El chico lo merecía. ¡Apoyo a los policías! (a los buenos)”. –Pauly Walnuts
- “Si este chico es lo suficientemente hombre para grafitear su vecindario, es suficientemente hombre para recibir el castigo. ¿Por qué le damos a estos maleantes tantas libertades? Son chicos que están creciendo para ser criminales. Las únicas personas con las que todo el mundo debería estar enojado aquí son los padres”. –Esteban Rodrigues
Cuando terminé de leer, descubrí que me sorprendió:
- La facilidad con la que todos afirman que el chico estaba grafiteando, y que es un delincuente, sin que en el video se vea alguna acción de este tipo. De hecho, ni al chico.
- La facilidad de un par para responsabilizar a los padres por la situación. Uno de ellos, incluso, afirmando que el padre seguramente está en la cárcel.
- La justificación del uso de fuerza excesiva por parte de quienes, en teoría, deberían estar entrenados para hacer arrestos de manera eficiente sin tener que lastimar al otro –menos cuando es de la mitad de tu tamaño.
Durante el día algunos de mis contactos en Facebook compartieron la nota, y me sorprendió ver ahí también, entre gente que suele tener posturas progresistas en otros temas, los comentarios responsabilizando a los padres y criminalizando al joven. Me sorprendió que como sociedad tengamos fe ciega en la autoridad y natural desconfianza en nuestros jóvenes. Y me sorprendió que a estas alturas, como si no hubiéramos aprendido nada del pasado, sigamos asumiendo que el autoritarismo y la represión son herramientas legítimas “to protect and to serve“.
Video: Voice Media Group.
Foto: stills del video, OC Weekly.
Publicación original: Cuadernos Doble Raya
Eileen Truax nació en la hermosa Ciudad de México. Es periodista y bloguera, pero sobre todo chilanga hasta el tuétano. Aprendió a leer a los tres años y después a escribir; lleva toda la vida atrapada en ello. Durante quince años ha sido reportera de temas políticos y sociales en los dos lados del Río Bravo. Metiche sin remedio, viviendo en México fue a ver qué había del otro lado de la barda y decidió quedarse un rato en Los Ángeles. En esta ciudad trabaja para el diario La Opinión y mantiene con vida a su pequeña productora de documentales, Malaespina Producciones. Eileen es autora del blog “Migrantes”, en el diario mexicano El Universal y es amante de la música, el cine y los tacos al pastor. Por cierto, aún no encuentra en Los Ángeles unos como le gustan; se aceptan recomendaciones.