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Qué harán ahora con el odio

Qué harán ahora con el odio

Los problemas que aquejan a Estados Unidos, por supuesto, no se han ido como consecuencia del resultado electoral. Aunque se escondieron durante las campañas y ahora reaparecen: por ejemplo; un déficit de 25.400 millones de dólares para California, un aumento de 15% en las colegiaturas de las universidades públicas, ambos publicados el día de hoy.

En Washington, una comisión bipartidista nombrada por el Presidente Obama recomendó gigantescos recortes en los programas sociales, las llamadas vacas sagradas: el Seguro Social, Medicaid, así como en el Pentágono.

Aunque las elecciones ya son parte de la historia contemporánea, queda por ver si su violencia – estridente, esteril – su superficialidad, sus griterías sin razonamiento, sus afirmaciones tiradas de los pelos, cambiaron algo en nuestras mentes, nuestra percepción, en nuestra concepción de la realidad.

En esta campaña más que en otras, con patrañas, mentiras o estupideces, se echó la culpa de la crisis a quienes menos pueden responder y que de hecho son sus mayores víctimas: los pobres.

Que son ignorantes y que firmaron contratos hipotecarios que no comprenden.

Que son aprovechadores, que si quedan cesantes no buscan trabajo, sino que buscan explotar el beneficio del seguro de desempleo y vivir de él.

A los blancos, si son pobres, que son holgazanes, que no quieren hacer el trabajo que los inmigrantes hacen.

A lo que aquí llaman ‘minorías’, es decir, negros y latinos, especialmente, que son criminales en proporciones anormales, y por ende no dignos de confianza e indeseables.

A los inmigrantes: que son malévolos sofisticados, que se embarazan a un ritmo industrial para cruzar la frontera y parir ciudadanos estadounidenses.

Que son codiciosos, que vienen aquí arteramente en busca de trabajo para luego enviar el fruto del mismo al extranjero.

Que son traicioneros, que lo que realmente quieren es reconquistar estas tierras para México.

Para ellos, una joven latina embarazada es una bomba de tiempo.

Un muchacho de los barrios con el pelo rapado es un criminal en ciernes.

Una familia de clase media baja que perdió su casa a los bancos después de perder el empleo a China, es la raíz de la caída de Wall Street y el rescate de los bancos que ambos gobiernos — el de Bush y el de Obama — coincidieron en llevar a cabo con centenares de miles de millones del erario público.

El otro, en lugar de ser el prójimo, es entonces el criminal, el ladrón, el drogadicto.

La solidaridad es nada más que otro producto. Y en el mercado de hoy se comercia a precio cero. Está en buena compañía, junto con el respeto por el conocimiento.

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Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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