Se define como migrantes globales a todos los residentes de un país que no han nacido allí. El año 2020 marcó un récord de migrantes globales. Fueron 272 millones, comparados con los 228 millones del 2010, 179 millones del 2000, 153 millones de 1990, 100 millones de 1980 y los 80 millones de 1970. En solo 50 años, la migración global creció 340%.
Origen, cifras y destinos
En 2020, 193 millones (71%) tenían entre 18 y 60 años, 46 millones (17%) eran niños migrantes menores de 18 años y 33 millones (12%) eran personas mayores de 60 años.
Hoy existe una gran diferencia sobre el origen y destino de los migrantes. Hace 50 años (1970) eran mayoritariamente campesinos, con poca instrucción, que llegaban a países de alta economía para efectuar trabajos en el campo, en la construcción o en servicios domésticos.
En cambio, la nueva migración incluye a profesionales con estudios medios y altos. Esto se debe a que los migrantes actuales no solo buscan mejorar la economía familiar, sino también la educación, la salud, la seguridad, las libertades sexuales, políticas y religiosas.
La distribución sorprende ya que, en el 2020, el primer lugar de acogida fue Asia, con el 31%; el segundo Europa, 30%; y América está en tercer lugar, con el 26%. Luego siguen África, 10%; y Oceanía, 3%; según el Portal de Datos Mundiales sobre la Migración.
La pandemia y la migración forzada
La pandemia (2020/2021) benefició a los migrantes calificados, creando una sana competencia de muchos países con características de mercado más abierto. Por otro lado, los países de origen tratan de mantener lazos con sus diásporas ofreciendo oportunidades económicas para invertir en el país que los vio nacer. Sobre este tema, es importante señalar que, en el 2021, las remesas alcanzaron el récord de $700 billones de dólares.
En un apartado especial debemos mencionar a la migración forzada o refugiados, que en su mayoría, en el 2020/2021, fueron ciudadanos sirios, afganos e iraquíes, a los que, en el 2022, debemos sumar a los ucranianos.
Sabemos que la inmigración genera tensiones entre los nativos, que se preocupan falsamente por el empleo, las políticas sociales o la identidad cultural, sin comprender que los inmigrantes equilibran las necesidades de edad, educación e integración económica de cada país.