Este jueves, Día de Acción de Gracias, millones de estadounidenses compartieron alrededor de una mesa en compañía de sus seres queridos. Dieron gracias por la salud, la familia y los logros que alcanzaron, todo en medio de un festín de comida que no se terminaron.
Al día siguiente, en la madrugada, millones salieron de compras, a tomar ventaja de las ofertas de los grandes almacenes. Muchos de nosotros corrimos a adquirir aquello que no necesitamos, porque no queríamos perder las ofertas.
Volviendo a la realidad, este día de Acción de Gracias llegó cuando se vive en Los Ángeles una de las peores crisis de desigualdad en la nación, cuando miles temen ser desalojados de su hogar y miles más ya fueron expulsados a la calle.
De acuerdo con el último conteo de indigentes en Los Ángeles, realizado por Homeless Services Authority (LAHSA), el número de personas que perdieron su hogar en el 2018-19 incrementó en un 16% en la ciudad, y 12% en el condado. Suman casi 60,000 personas que carecen de un hogar.
Y una de las principales razones del surgimiento de nuevos indigentes, según LAHSA, fue su estrepitosa caída económica. No fueron drogas o enfermedades mentales –ambos estigmas negativos- como mucha gente piensa, sino la dramática pérdida de ingresos lo que llevó a estas personas a vivir en la calle.
En medio de la lluvia y el frío de hoy, los homeless en lo último que piensan es en lo mucho que comieron, o si es momento de cambiar su televisión por una nueva.
Quizás todavía estén buscando en su mente la decisión que tomaron y que desencadenó una serie de resultados que los llevó a la calle. O en el infortunio que les hizo, sin culpa o responsabilidad de su parte, estar en el lugar menos adecuado y el peor momento.
Los invitamos a pensar en quienes no tuvieron la fortuna de ser parte de una familia, ni pudieron sentarse alrededor de una mesa llena de comida. Aunque sea el día de hoy, hagamos algo por ellos, compartamos algo que tenemos con ese indigente que siempre vemos, pero que preferimos ignorar.
Si bien no cambiará su situación de personas que viven en la calle, los hará sentir que sí importan y les dará un poco de esperanza. En cuanto a nosotros, reflexionemos en nuestras decisiones y no olvidemos que la gente que ya perdió su hogar, como nosotros en algún momento, nunca imaginaron que terminarían en la calle.
Agustín Durán es editor de la sección de Metro de La Opinión