Vivo en Los Ángeles desde 1989. Desde mi llegada me impresionaban las supercarreteras. Todavía me maravillan. Y el clima tan benigno, con las aguas gélidas del Pacífico como trasfondo de un azul profundo. También, la omnipresencia de la comunidad latina y del idioma español en la vida de la ciudad; un reflejo, un eco de América Latina.
Y las carpas de los homeless que crecen como hongos después de la lluvia. Sí, aunque ahora pululan, ya estaban allí en aquel entonces.
¿Cambió mucho Los Ángeles en los últimos 34 años?
Mirándola desde este costado, no. Más opciones de comida y diversión… para quien pueda. Es la misma pobreza, la misma indigencia, pero multiplicada. Es como un autobus que llega ya lleno a la parada en donde esperan veinte personas. Se empujan, se cuelgan, se ahogan. Son los mismos problemas que aquejan especialmente a latinos y afroamericanos en general; es la respiración de los indocumentados que duermen intranquilos de noche.
Porque hoy también, Los Ángeles es la capital estadounidense de los homeless, los sin casa. De los extremos entre ello y la riqueza ostentosa de Hollywood. La riqueza de la alfombra roja en la noche de los premios Óscar cuando los «artistas» por cuenta propia van llegando con una tarjetita donde está el nombre del diseñador de su ropita.
Y Los Ángeles es también la capital nacional del robo de salarios.
El robo de salarios es como una enfermedad, cuyos agentes se pegan allí donde las víctimas son más débiles.
El robo de salarios totaliza el 12,5% del salario anual neto de los angelinos de menores ingresos. Son 40 dólares perdidos de un promedio de $318 de ingresos semanales.
El 80% de los trabajadores sufren una infracción por la que les roban su dinero. Si contamos a quienes trabajan durante los descansos para comer y descansar, son el 88%. “La ley de California exige que los empleadores proporcionen a los trabajadores descansos de diez minutos durante cada turno de cuatro horas (o dos descansos de diez minutos en un turno estándar de ocho horas). Este requisito a menudo se viola”.
Quizás pensemos que el robo de salarios es solamente cuando a fin de semana o de mes no se paga al trabajador lo debido. Pero es más que ello.
El robo salarial toma formas diversas. Sí, uno de cada tres trabajadores reciben cada semana menos que lo que por ley se les tiene que pagar, según un estudio de Ruth Milkman, Ana Luz González y Victor Narro para el Instituto de Investigación sobre Trabajo y Desempleo en la Universidad de California Los Angeles (UCLA).
Para las dos terceras partes de ellos, el pago sustraído es de más de un dólar por hora trabajada. En uno de cada cuatro casos se trata de trabajadores en empleos fijos, estables, de cuarenta horas semanales, a quienes no se les pagó por horas extras, un promedio de 10 durante la semana laboral anterior. En el resto, son trabajos providenciales, como el lavado de carro, el de los “carwasheros”.
Uno de cada cinco encuestados trabajó antes o después de sus turnos regulares, sin pago. Al 64% de los que menos ganan no se le dio documentación de sus ingresos y deducciones. A casi la mitad, y de manera totalmente ilegal, se les ha restado de su pago deducciones por “daños o pérdidas, herramientas, materiales o transporte relacionados con el trabajo, o uniformes”.
En al menos uno de cada cinco restaurantes de Los Ángeles hay robo de propinas por parte de los dueños. Casi la mitad de los trabajadores que lideran intentos de sindicalización son ilegalmente castigados por su atrevimiento.
En muchos casos de accidentes laborales no se les informan sus derechos a los trabajadores, especialmente los del sistema de compensación, que incluye atención médica, pago de salarios perdidos, de costos de rehabilitación y en general beneficios por incapacidades temporales o permanentes. En consecuencia solo la mitad de los empleadores pagaron alguna parte de las facturas médicas.
La falta de respeto hacia el prójimo trabajador actúa también en la proliferación del abuso sexual, y de otro tipo en el lugar de trabajo, es decir, de violaciones de las leyes que prohíben la discriminación por motivos de edad, raza, religión, origen nacional, género, orientación sexual o discapacidad.
Y entre quienes sufren más y están en el fondo de la escala socioeconómica que impone nuestra sociedad, están los inmigrantes, que tienen más del doble de probabilidades que sus nacidos en EE.UU. de ganar menos que el salario mínimo.
Las familias latinas de bajos ingresos experimentan entonces el peso de tres golpes: alquilares inalcanzables y viviendas inasequibles; salarios insuficientes y el robo de salarios en sus distintas formas.
La consecuencia de estos agravios en tantos frentes es una consecuente pauperización de los grupos trabajadores. De allí, el camino hacia la indigencia, el fondo que constituye la pérdida de la vivienda, es posible y conocido.
Uno de cada cinco “homeless” en Estados Unidos vive en Los Ángeles.
Hay una relación directa entre el robo de salarios en alguna de estas formas y el aumento en la cantidad de homeless en nuestras calles. Particularmente aquellos de color, mujeres e inmigrantes.
Un estudio de junio de 2023 encargado por el gobernador de California Gavin Newsom muestra la correlación directa: el desamparo se conecta con la pérdida de fuentes de ingreso.
Una realidad difícil que abarca a numerosos trabajadores que duermen en refugios, tiendas de campaña o automóviles debido al robo de salarios.
En esta situación, la inestabilidad es la norma. Se estima que el 59% de los estadounidenses estaban a un solo cheque de perder su vivienda , de no poder pagar sus necesidades. Esto incluye al 65% de los latinos y a dos de cada tres hogares que gana menos de 30,000 dólares por año.
Este es el tema central en el documento conceptual publicado a comienzos de mes por la Red de Centros de Trabajadores de Los Ángeles, (LAWCN), una coalición de nueve centros de trabajadores y organizaciones laborales.
Los miembros de LAWCN incluyen a CLEAN Carwash Worker Center, Garment Worker Center, Koreatown Immigrant Workers Alliance y Los Angeles Black Worker Center, Pilipino Workers Center, Restaurant Opportunities Center de Los Ángeles, Warehouse Worker Resource Center, UCLA Labor Center y Bet Tzedek Legal Services.
El informe también tiene propuestas.
“Este documento conceptual es en primer lugar una invitación a los departamentos municipales, estatal y condales para colaborar con organizaciones como las nuestras, a través de un memorando de entendimiento (MOU), para iniciar investigaciones de empresas de las que se sospecha que cometen robo de salarios”, me dice Armando Gudiño, Director Ejecutivo de LAWCN, en entrevista telefónica.
“Algo similar está ocurriendo ya en Santa Clara”.
“Este acuerdo daría a nuestros investigadores la autoridad para entrar a un lugar de trabajo e investigar quejas”, agrega el activista. “Solucionaría un problema que aqueja a estos departamentos y es que están gravemente faltos de personal como para poder cumplir con sus tareas.
«Entonces queremos trabajar juntos, con la División de Cumplimiento de Normas Laborales, el Departamento de Derechos Civiles, la oficina del Procurador General, entre otros.
«Estamos en segundo lugar buscando implementar un modelo de educación en el que se contrate a organizaciones como las nuestras para proyectos de divulgación, lo que facilitará identificar a los principales violadores de leyes laborales.
«Queremos finalmente que nos designen como investigadores, todo con el propósito de que quienes menos ganan, que son aquellos a quienes nosotros representamos, tengan los recursos que merecen para poder avanzar más allá de sus trabajos actuales, en común acuerdo con las autoridades y con empresas”.
“Esto es algo importante para la nueva generación de trabajadores, especialmente con cara a eventos cruciales en la vida de la ciudad como el Campeonato Mundial de Fútbol en 2026 y los Juegos Olímpicos en 2028”, finaliza Gudiño.
Efectivamente, se requiere una colaboración entre funcionarios electos, agencias de aplicación de la ley, organizaciones de trabajadores y comunidades locales para llevar a cabo reformas significativas a nivel de ciudad y condado. Con la participación de organizaciones de base como LAWCN, coalición creada en 2017, y que en 2022 ayudó a recuperar salarios robados por más de $3,6 millones para trabajadores de atención domiciliaria, lavado de autos y restaurantes.
Porque para atacar la crisis del desamparo no alcanzan los nuevos refugios, y menos la práctica de desalojarlos de un campamento sin darles alternativas. Sí, se necesita algún tipo de solución de vivienda. Pero para detener la ola de caída en el desamparo, “Los Ángeles necesita salarios dignos y una aplicación estricta de las normas laborales,” dice el estudio.
Si queremos un comienzo de solución para este mal que nos aqueja y una cuyas manifestaciones es la cantidad de homeless, tenemos que actuar en las tres direcciones. Los Ángeles necesita vivienda, un salario digno y una aplicación estricta de las normas laborales, pero de manera conjunta, es decir, estableciendo una ventanilla única para los reclamos por robo de salarios mientras se trabaje en todos los otros flancos.