Se me acabó la fuerza…

“Se me acabó la fuerza de la mano izquierda
voy a dejarte el mundo para ti solita
como al caballo blanco le solté la rienda
a ti también te suelto, y te me vas ahorita”.
José Alfredo Jiménez, Te solté la rienda.

***

Resulta que la semana pasada me lastimé la mano derecha. Todavía no tengo idea de cómo fue; entre las hipótesis figuran el uso de la bicicleta y la forma en la que agarro las pinzas de arreglar el jardín, todo ello agravado por el constante uso del mouse y el teclado de mi computadora, que han hecho que mis manos vayan perdiendo fuerza y se llenen de dolores, calambres y quejidos aun estando yo tan joven y rozagante.

Como resultado de ello –además de la falta de entrega de esta columna, por lo cual ofrezco la disculpa correspondiente– durante varios días tuve que prescindir del uso de la mano derecha, entre otras cosas, porque perdí flexibilidad y fuerza en ella. Y como buena diestra que soy, esto resultó cercano a lo catastrófico.

En principio el problema más notorio se presenta al querer escribir. Uno está acostumbrado a tomar el lápiz, o el bolígrafo, de cierta manera y con cierta fuerza y precisión. Pero sin fuerza, el lápiz se acomoda como quiere. Ahí está uno, tratando de escribir una nota de cumpleaños para una amiga muy querida, poniéndole un mensaje de todo corazón, aunque la caligrafía parezca de niño de kinder: “Y que cada año que pasa sigas poniéndote mejor, como los buenos vinos, etcétera”.

Una vez listo el regalo, y seguro de que una mano enferma no será obstáculo para tener horas de sana diversión, parte uno hacia la celebración: un desayuno. La homenajeada por supuesto empieza a leer las tarjetas de felicitación en público, y la sonrisa inicial se va transformando en un ceño cada vez más fruncido, para terminar diciendo en voz alta: “¿Qué? Es que casi no se entiende, jojo”. Entonces, tras leer “y que al caño queso sigaspo nándote mojo”, la amiga, discreta ella, decide fingir que entendió y lanzar un “graaaaacias, qué linda”, para abrir el siguiente regalo.

“Bueno, pensarán que tengo mala letra, pero ahora que empecemos a comer yo me arranco con mi charla y encanto natural, y listo”, piensa uno. Entonces pido un café y resulta que tengo que ir por él a una barra, y resulta que me lo sirven en una tazota de cerámica rebosante. Y ahí voy yo, caminando con cuidadito y haciendo equilibrio con mi mano descompuesta, para llegar a la mesa con un café chorreado y un platito inundado. “Mala letra y además bruta”, casi alcancé a escuchar que pensaba alguien.

Haciendo de tripas corazón, uno trata de continuar con su desayuno como si nada: tomando una rebanada de pan, poniéndole mermelada… hasta que se da cuenta de que el frasquititito de mermelada que le llevan a uno es dificilísimo de abrirse con salud plena, lo cual hace imposible que uno lo abra con la mano mala. “¿Me lo abres?”, le pedí a mi esposo. La mujer sentada frente a mí me vio con ojos de “y además, se siente princesa”.

A esas alturas obviamente uno ya se quiere ir. Con absoluta discreción empecé a recoger mis cosas y a despedirme: buenas tardes, buenas tardes, mucho gusto, ¡AYYY! El grito, obvio, casi mata de un infarto al buen hombre de quien me despedía, pero, ¿a quién se le ocurre estrecharme la mano derecha para decirme adiós?

En la cultura ecuestre mexicana –y tal vez en el resto del mundo, no lo sé de cierto–  la mano izquierda es fundamental para un jinete; es con la izquierda con la que se domina y dirige al caballo, y un jinete sin mano izquierda no puede funcionar. Pero en este mundo de diestros no-ecuestres, que se me desboque el caballo es lo de menos: la próxima vez que alguien decida que se me acaba la fuerza, por favor, que no sea la de la derecha.

Gracias por su paciencia y por seguir leyendo.

Eileen Truax nació en la hermosa Ciudad de México. Es periodista y bloguera, pero sobre todo chilanga hasta el tuétano. Aprendió a leer a los tres años y después a escribir; lleva toda la vida atrapada en ello. Durante quince años ha sido reportera de temas políticos y sociales en los dos lados del Río Bravo. Metiche sin remedio, viviendo en México fue a ver qué había del otro lado de la barda y decidió quedarse un rato en Los Ángeles. En esta ciudad trabaja para el diario La Opinión y mantiene con vida a su pequeña productora de documentales, Malaespina Producciones. Eileen es autora del blog “Migrantes”, en el diario mexicano El Universal y es amante de la música, el cine y los tacos al pastor. Por cierto, aún no encuentra en Los Ángeles unos como le gustan; se aceptan recomendaciones.

20 comentarios

  1. ¡juar juar juar! Tu toda independientota y discapacitada… ver pa’ creer.

    Que la manita esté mejor y no te madrees nada en mucho tiempo.

    Un abrazote

  2. No sé qué pasó, que el comentario que había escrito no salió aquí…¿No habrá sido tu mano izquierda, Eileen?

    Decía yo en ese comentario que quienes sufrimos para escribir apreciamos la capacidad que tienen algunas personas para hacer reír, y yo me divertí y me reí y pensé y disfruté inmensamente este texto escrito por Eileen, que nos demuestra que las historias, en algunos casos colectivas y en otros casos como éste personales, son el mejor conducto para intentar explicar y traducir este mundo que nos tocó vivir.

    Sólo espero que tu mano derecha tenga la fuerza suficiente para sujetar con estilo un buen taco al pastor con cebolla y cilantro

    felicidades!

    Wilbert

    1. Wilbert, recién veo este comentario y me da un gusto enorme leerlo.
      Gracias, es generoso y cálido, como tú. Y sobre los taquitos al pastor, confío en que pronto llegará el momento de compartir uno contigo.
      Un abrazo!

  3. ¡Qué hábil tu texto y con cuánta gracia lo relacionaste a esa canción inmortal! Se la puse a mi clase en el último día, como para despedirme medio irónicamente porque a los profesores se nos acaba toda la fuerza cuando llegamos al examen final, pero la verdad es que no pude evitar emocionarme una vez más con el gran canto al amor derrotado. Se la puse al comienzo del curso cantada por J.A. Jiménez, luego por Chente y por el último día por Maná. En la oscuridad, mientras mirábamos en la pantalla el audiovideo me sorprendieron mis ojos cuando se fueron humedeciendo. Grande José Alfredo.

    1. María, compartimos el gusto por la canción, me parece la aceptación de la derrota más elegante para un «macho» mexicano. Aunque claro, con los años han salido mil feministas a protestar por la comparación de una mujer con una bestia etcétera, y pues sí, tienen razón. Sin embargo tratando de entenderla en el contexto, la canción sigue teniendo su fuerza. Y al menos más elegancia que el reguetón, el «perreo» y todas estas tendencias que igual dejan a las mujeres como meros tubos de club stripper.
      Gracias por leer, un abrazo.

  4. Querida Eileen: Primero que nada, espero te estes cuidando y mejorando. Estas situaciones mejores con la disciplina del cuidad. Mis sentimientos estan contigo. No esta hasta que se nos lastima o descompone alguna parte de nuestro cuerpo que le damos su verdadero valor. Mi esposo se esta recuperando de la siatica? y dejame decirte es doloroso y te deja inmobilizado. Mucho tiempo atras cuando tuvimos nuestra escuela privada dabamos clases de teclado con programas de audio. En estos dias en que la tecnologia esta super avanzada, por favor investiga los programas de diccion para teclear y esto puedo ayudarte. Mis bendiciones para ti y Diego en estas fiestas navidenas y que el Creador los colme de buena salud, trabajo, paz espiritual, el calor de los amigos y el amor familiar.

    1. Eileen: Para que veas que no tiene uno que tener la mano lastimada para que esta c….computadora o teclado haga errores tipograficos y nos haga parecer como iliteratas. Que la fregada, en las primeras dos lineas hay varios errorers que se a ciencia cierta que las escribi bien.
      Buen dia amiga y muchos abrazos. No te mando orquidas no porque se me acabo la fuerza de la mano derecha sino la fuerza del bolsillo por estar sin chamba. Si enmbargo visualiza esas bellas orquideas en tu mesita para que cuando abras los ojos por las mananas te alegran la vista cuando menos.

      1. Queridísima Sara, mil gracias por tus palabras y tus consejos. Las orquídeas las tengo capturadas en una foto mental que guardo con mucho cariño. Te mando mi teléfono en un mensajito, pero desde ya te deseo que el próximo año sea el bueno. Un abrazo.

    1. ¿Te sonó conocida la historia? Jojo.
      Fíjate que hace 12 años, cuando empezaba a salir con mi marido, él me regaló ese programa para PC. Pasaba exactamente lo mismo que pasó con la tarjeta: yo dictaba y el programa escribía «úquela cuña quiso cigarro nada tomahawk». Claro, es muy probable que una eternidad después algo le hayan corregido…
      Igual hay que decirle al Clos ese que me he portado muy bien :)

  5. Me reí y me divertí a mares con esto. Quienes sufrimos al escribir sabemos que no hay muchas personas por ahí capaces de escribir cosas que además de mantener al lector atado al texto, lo hagan reír y divertirse. El humor es un ave peligrosa y extraña y mi querida y admirada Eileen hoy nos ha dado una muestra de buen humor y de que siguen siendo las historias personales ese puente tan especial que nos permiten decodificar e interpretar a un mundo cada vez más difícil de descifrar.

    Solo basta decir que espero que la fuerza de la mano derecha no le llegue a faltar a Eileen como para hacerle imposible sujetar un taco al pastor con cilantro.

  6. Eileen espero te sientas mejor porque verdaderamente es una tragedia para tus lectores, siendo tu una de las mejores exponentes del periodismo escrito en espanol en LA. Lo unico positivo que veo de esto es que ahora que vienen las fiestas de navidad te tomes con menos seriedad tu papel y descanses para que el siguiente ano estes recuperada y sigas esta gran columna de la cual me encanto su nombre. Bueno, si no nos comunicamos antes te deseo lo mejor a ti y a Diego y por lo pronto: Digamos salud con la mano izquierda.

    1. ¡Agustín, qué gusto que leas y comentes por acá! Me acordé de cuando tú estuviste con tu yeso, ¡qué paciencia! Te mando un abrazo, gracias por tus palabras tan generosas :)

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